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martes, 26 de julio de 2011

Judicial: Se cierra el círculo

¿Órgano Judicial con autoridades imparciales y probas?, ¿democratización de la justicia?, ¿revolución judicial?... ¿es que alguien puede creerse esas boberías, o darles, si quiera, el beneficio de la duda?

Yo me atrevería a dar el beneficio de la duda a una reforma judicial si no fuera porque Evo Morales y sus acólitos demostraron, desde el principio, que la Ley les vale un pepino. Y no me refiero sólo a la afirmación presidencial de que “cuando me dicen que es ilegal yo le meto nomás”, relativamente reciente (del año 2008), sino a la primera vez que Morales exteriorizó su desdén por las leyes, un once de agosto del año 2006 en la ciudad de Tarija:

"Estar sometidos a las leyes es perjudicarnos, aunque digan que nuestros decretos son inconstitucionales, no importa"…"Ministros, les digo que no hay que esperar las leyes, hay que seguir trabajando con decisiones políticas y si demandan de inconstitucionalidad nuestros decretos, será el pueblo el que juzgue"

A partir de entonces, Evo Morales le ha “metido nomás”, y en estas elecciones judiciales ¿quién se atrevería a negarlo? le ha vuelto a “meter nomás”.

Un Presidente que ha gobernado casi cinco años sin Tribunal Constitucional a causa de los ataques que su propio gobierno le propinó, de la misma manera que a la Corte Suprema, porque el Poder Judicial en su conjunto, al administrar la Ley, no le permitía “meterle” cómodamente, muy difícilmente va a estar interesado en reconstituirlo, a no ser que ello implique transformarlo en otro órgano de poder desde el que pueda “meterle nomás” juicios a los opositores y mordazas a los medios, entre otras lindezas del totalitarismo.

El masismo no creyó en la Ley antes, y no va a creer ahora en ella, a no ser que se trate de su arbitraria voluntad hecha ley, y eso es lo que buscan con el circo que nos están armando para octubre de este año.

Con el copamiento del Órgano Judicial, se cierra un círculo que termina de configurar un panorama muy peligroso para la libre acción política en Bolivia, pues ahora no será necesario secuestrar ciudadanos para llevarlos a juicio ante los complacientes tribunales paceños, ni cerrar las puertas del Tribunal Constitucional para evitar que éste sentencie la inconstitucionalidad de las acciones de la elite en el poder. Todos los recursos legales para defender la libertad y los derechos de las personas, serán vilmente manipulados a conveniencia y voluntad de Morales y su gobierno.

A partir del momento en que los ciudadanos avalen con su voto la elección de autoridades que llevó adelante el MAS en La Paz, la rutina será la siguiente: Paso 1) Mando leyes o promulgo decretos para hacer lo que me dé la gana. Paso 2) mi gente en el Legislativo aprueba las leyes, o mis ministros ejecutan los decretos, de ser necesario, con ayuda de la policía y/o los militares. Paso 3) Ciudadanos tratan de acudir a las garantías jurisdiccionales (inconstitucionalidad, acción de libertad, etc.), pero no hay por qué preocuparse, porque mi gente en el Judicial va a rechazar dichos recursos, o va a interpretar la Ley de forma que me convenga. Paso 4) Mi gente en el Electoral puede, con el apoyo de las interpretaciones del Judicial, modificar, distorsionar y/o interpretar a su gusto y antojo, como lo ha venido haciendo ya el Presidente del Órgano Electoral.

Y ya no importará si soy impopular o no, porque de todos modos ¿a quién más van a elegir?, ¿a alguno de los tipos a los que les hemos iniciado juicios, o que hemos metido en la cárcel?, ¿o tal vez a alguno al que le tenemos listo su juicio, para cuando quiera asomar la cabeza?

miércoles, 13 de julio de 2011

Es Estado y los asaltantes

Cuando un asaltante se lleva su dinero o sus bienes, comete un grave delito no sólo por poner en peligro su integridad y utilizar la violencia, sino porque se está llevando su propiedad, que es el resultado del talento, esfuerzo, trabajo y tiempo que usted ha invertido durante su vida, y por lo tanto un pedazo de su existencia. Eso es lo que se llevan los asaltantes, ladrones, estafadores y similares.

Después de haber sido asaltado, usted tendría que tener muy mala suerte para volver a encontrarse con el mismo delincuente, y que éste le vuelva a arrebatar el fruto de su trabajo. Es más, aun si tuviese la mala fortuna de ser asaltado nuevamente, difícilmente será el mismo sujeto.

El Estado es el único ladrón con el que nos encontraremos mensualmente, de aquí hasta el final de nuestros días, para que nos robe el fruto de nuestro esfuerzo a través de los impuestos y demás contribuciones obligatorias.

La maquinaria estatal tiene variadas formas de robar. Están los impuestos que explícitamente se cobran por los salarios y por las operaciones de compraventa (IVA, IT, IUE), así como otros, mas camuflados, que se establecen por la adquisición de ciertos productos o la realización de determinadas acciones, como el Impuesto al Consumo Específico (Que se grava sobre automóviles, cigarrillos, energizantes, bebidas alcohólicas), el Impuesto a las Transacciones Financieras (un porcentaje por cada transacción superior a cierto monto), y un impuesto que se cobra a las remesas provenientes del exterior (no contento con no haberle ofrecido oportunidades y haberlo condenado a sufrir las penurias de ser forastero, el Estado inepto roba parte de su trabajo a los compatriotas en el exterior).

Con la nueva Ley de pensiones, usted debe aportar a fondos solidarios, con lo que el Estado nuevamente mete sus sucias manos en sus bolsillos, buscando, para colmo, utilizar ese dinero para “ayudar” a quienes no han aportado para su jubilación y pretendiendo, de esa forma, ganar indulgencias con avemarías ajenas.

El pretexto de quienes justifican la existencia de impuestos, es que son recursos necesarios para que el Estado funcione. Ese razonamiento sería correcto de no ser que en toda oficina publica se nos cobra valores (sin contar las coimas) para que se hagan las cosas (lentamente y mal por lo general) y que en nuestro caso vivimos en un país cuya administración publica recibe cientos de millones de dólares por negocios de hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones, peajes, etc. que debieran ser suficientes para que un modesto aparato público, que garantice y proteja nuestras vidas, libertad, propiedad y derechos, funcione correctamente.

Para colmo, si uno se equivoca al llenar formularios de impuestos u otros documentos, es castigado y multado. Cuando se supone que nosotros le hacemos un favor involuntario al Estado, permitiendo que nos robe sistemáticamente para que nuestro dinero muchas veces caiga en los bolsillos de los politiqueros más sucios, improductivos y mediocres, se nos trata como si fuéramos delincuentes. Como si nosotros le debiéramos algo a un Estado que nos pone mas trabas que alicientes para producir y trabajar, que no es capaz de resolver procesos jurídicos con justicia y rapidez, que no nos brinda seguridad ciudadana, que no otorga seguridad jurídica para nuestra propiedad e inversiones, que no resuelve tramites de manera ágil y eficiente, y que, para colmo, se apropia y administra otro tipo de negocios y empresas de servicios, utilizándolas como agencias de empleos y caja chica de los poderosos de turno.