Aunque en el verdadero sentido de la palabra estoy redundando, pues la política implica necesariamente la administración del poder, y no solamente del poder gubernativo. Es el conjunto de acciones que se llevan a cabo dentro del sistema de poderes de una sociedad (o del mundo en la política mundial) que incluye todos los tipos de poder, potenciales y actuales, dentro de las esferas culturales, económicas, gubernativas, institucionales, etc. Destinadas a influir en el comportamiento de dicho sistema, a través de la intervención sobre uno o más elementos del mismo. Pero la redundancia fue, en todo caso, intencionada.
Dentro de este sistema de poderes, el elemento gubernativo (gobierno) es uno de los más peligrosos, puesto que dependiendo de sus actores suele incrementar o disminuir tanto su alcance como su fuerza y, el los casos mas patéticos termina, si no apoderándose, por lo menos practicando injerencias torpes e innecesarias en el resto de los elementos. Esto sucede cuando para los actores de turno dentro de la esfera gubernativa, el poder se constituye en un fin y no en una herramienta. El fin de la función pública ya no es el servicio a la sociedad, sino el controlar la mayor cantidad posible de elementos del sistema. ¿Con qué objetivo? Ciertamente no para entregar ese inmenso poder acumulado al siguiente gobierno. Nadie acumula poder demencialmente sin la intención de mantenerlo en sus manos.
El problema es que las políticas intervencionistas causan procesos de colapso dentro del sistema. Desestabilización de la economía, quiebres dentro de la paz social, incrementos en la inseguridad ciudadana, racismos, regionalismos, resurgimiento de tendencias políticas fundamentalistas e intolerantes, desorden general, etc. Todo porque el elemento gubernativo intenta adquirir la relevancia suficiente y necesaria para controlar todo el sistema.
Por otro lado, cuando dentro de la esfera gubernativa la política y el poder son solamente herramientas para conseguir que una sociedad viva en libertad, igualdad (que no igualitarismo) y fraternidad, lo único que tendrá que hacer el gobierno es consolidar su fuerza (entendida esta como su capacidad de garantizar libertades, derechos y hacer cumplir las leyes) e influir coordinada y muy discretamente en los demás elementos del sistema, tanto para corregir algunas deficiencias de este, como para ayudar en la construcción del orden espontáneo de la sociedad.
En realidad el gobierno no debe ser el gran “Leviatán” descrito por Hobbes, con un poder inmenso para controlar y castigar. Sino un elemento que ayude a la consecución de las múltiples metas individuales (que algunos podrán asumir colectivamente) por las que cada persona debe trabajar, evitando los abusos y excesos de individuos o elementos del sistema que pudieran incrementar innecesariamente su alcance (o poder).
En Bolivia estamos presenciando un proceso a través del que el elemento gubernativo pretende controlar al resto de los elementos del sistema de poderes, alterando el orden espontáneo de la sociedad de una manera muy torpe, incrementando su alcance sin tener la fuerza necesaria para cumplir con sus deberes mínimos, y pretendiendo que pone orden cuando lo que está consiguiendo es desordenar todo el sistema y llevarlo al borde del colapso. Por eso, y no solamente por la crisis internacional, la inflación azota a los bolivianos, el aparato productivo (que es el que genera empleos) se achica, se incrementan los linchamientos en el campo pero también los tiroteos en las ciudades, las diferencias políticas son cada vez más agresivas y belicosas, hay más racismo y regionalismo, los ciudadanos difícilmente hacen planes a largo plazo, etc. Porque el gobierno tiene como único fin el de incrementar su poder, controlar el sistema, conquistarlo totalmente, y conservarlo la mayor cantidad de tiempo posible. A más de dos años de gobierno ¿qué ha mejorado en Bolivia? ¿en qué aspecto de la vida social hemos avanzado? ¿hay menos pobreza, menos desempleo, mayor crecimiento, mayor productividad, industrialización, mejor calidad educativa, mejores y mayores oportunidades para los ciudadanos? No hay nada de eso. Lo que hay, es un gobierno que continúa en su lucha por el poder total (la política como fin), con frentes de batalla por donde mire, sin resultados tangibles, y con promesas de campaña electoral.
Dentro de este sistema de poderes, el elemento gubernativo (gobierno) es uno de los más peligrosos, puesto que dependiendo de sus actores suele incrementar o disminuir tanto su alcance como su fuerza y, el los casos mas patéticos termina, si no apoderándose, por lo menos practicando injerencias torpes e innecesarias en el resto de los elementos. Esto sucede cuando para los actores de turno dentro de la esfera gubernativa, el poder se constituye en un fin y no en una herramienta. El fin de la función pública ya no es el servicio a la sociedad, sino el controlar la mayor cantidad posible de elementos del sistema. ¿Con qué objetivo? Ciertamente no para entregar ese inmenso poder acumulado al siguiente gobierno. Nadie acumula poder demencialmente sin la intención de mantenerlo en sus manos.
El problema es que las políticas intervencionistas causan procesos de colapso dentro del sistema. Desestabilización de la economía, quiebres dentro de la paz social, incrementos en la inseguridad ciudadana, racismos, regionalismos, resurgimiento de tendencias políticas fundamentalistas e intolerantes, desorden general, etc. Todo porque el elemento gubernativo intenta adquirir la relevancia suficiente y necesaria para controlar todo el sistema.
Por otro lado, cuando dentro de la esfera gubernativa la política y el poder son solamente herramientas para conseguir que una sociedad viva en libertad, igualdad (que no igualitarismo) y fraternidad, lo único que tendrá que hacer el gobierno es consolidar su fuerza (entendida esta como su capacidad de garantizar libertades, derechos y hacer cumplir las leyes) e influir coordinada y muy discretamente en los demás elementos del sistema, tanto para corregir algunas deficiencias de este, como para ayudar en la construcción del orden espontáneo de la sociedad.
En realidad el gobierno no debe ser el gran “Leviatán” descrito por Hobbes, con un poder inmenso para controlar y castigar. Sino un elemento que ayude a la consecución de las múltiples metas individuales (que algunos podrán asumir colectivamente) por las que cada persona debe trabajar, evitando los abusos y excesos de individuos o elementos del sistema que pudieran incrementar innecesariamente su alcance (o poder).
En Bolivia estamos presenciando un proceso a través del que el elemento gubernativo pretende controlar al resto de los elementos del sistema de poderes, alterando el orden espontáneo de la sociedad de una manera muy torpe, incrementando su alcance sin tener la fuerza necesaria para cumplir con sus deberes mínimos, y pretendiendo que pone orden cuando lo que está consiguiendo es desordenar todo el sistema y llevarlo al borde del colapso. Por eso, y no solamente por la crisis internacional, la inflación azota a los bolivianos, el aparato productivo (que es el que genera empleos) se achica, se incrementan los linchamientos en el campo pero también los tiroteos en las ciudades, las diferencias políticas son cada vez más agresivas y belicosas, hay más racismo y regionalismo, los ciudadanos difícilmente hacen planes a largo plazo, etc. Porque el gobierno tiene como único fin el de incrementar su poder, controlar el sistema, conquistarlo totalmente, y conservarlo la mayor cantidad de tiempo posible. A más de dos años de gobierno ¿qué ha mejorado en Bolivia? ¿en qué aspecto de la vida social hemos avanzado? ¿hay menos pobreza, menos desempleo, mayor crecimiento, mayor productividad, industrialización, mejor calidad educativa, mejores y mayores oportunidades para los ciudadanos? No hay nada de eso. Lo que hay, es un gobierno que continúa en su lucha por el poder total (la política como fin), con frentes de batalla por donde mire, sin resultados tangibles, y con promesas de campaña electoral.