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martes, 15 de abril de 2008

Las opciones del MAS

Opciones, siempre las hay, posibles, siempre son, pero no todas son necesariamente deseables o aconsejables.

En este momento, la preocupación central del gobierno es volver a apoderarse de la agenda política, arrebatada por Santa Cruz a través de su referéndum por el estatuto autonómico, y para lograrlo deben estar soportando más de un dolor de cabeza en sus esfuerzos por encontrar salidas.

No hace falta ser adivino para saber que el gobierno ha barajado entre muchas de sus posibilidades la idea de decretar un estado de sitio ¿departamental (en Santa Cruz), nacional? esa debe haber sido la cuestión. Pero por el momento, parece que las mentecitas totalitarias (como diría Cayetano Llobet) no son tan tontas como para proponer semejante medida, que al no contar el Estado con posibilidades de hacer cumplir, desnudaría la ya evidente debilidad del gobierno. Entonces, posibilidad descartada por falta de “físico”.

La opción pacífica y democrática, sería ser consecuente con la decisión (absolutamente equivocada) que asumió el Presidente durante la campaña por las autonomías departamentales, e incitar a la gente de Santa Cruz a votar por el “no” Esto se está haciendo, lo vemos todos los días en los medios, pero la propaganda del gobierno, más que a exponer ideas o argumentos, como quien está desesperado por la inminente derrota, está orientada a insultar y descalificar a las supuestas 10 familias que estarían impulsando dicho referéndum. De todas las guerras sucias propagandísticas que recuerdo (y recuerdo campañas desde el año 85, lo que significa que ya no soy tan joven como quisiera) la del gobierno contra las autonomías es la más mugrienta. Saben que tampoco cuentan con el “físico” necesario para lograr la proeza de ganarles a los autonomistas con el voto.

Descartada la primera posibilidad, y teniendo la segunda muy pocas probabilidades de éxito, el plan de utilizar a los ciudadanos de los otrora movimientos sociales, hoy grupos de choque, para intentar boicotear el acto eleccionario sigue vigente. Lastimosamente, esta tercera opción inhabilita a la segunda. Si deciden hacer campaña por el “no” ya no pueden boicotear el referéndum, y si deciden boicotearlo, ya no podrán votar por el “no” y, para variar, tampoco cuentan con el “físico” necesario (como tal vez en La Paz) para lograr un boicot eficaz y sin muchos enfrentamientos. Aquí, sin embargo, y contando con la existencia de personajes obscuramente calculadores y con frialdad cruel dentro del gobierno (como García Linera), se abre la posibilidad de mandar gente a Santa Cruz, buscando premeditadamente el derramamiento de sangre y pretendiendo utilizarlo como justificativo para poner en marcha la maquinaria represiva del Estado de manos de la Policía y las FFAA.

La desesperación por recuperar la tan valiosa agenda política les ha hecho llegar al extremo, insospechable tan solo un año atrás, de publicar propaganda declarando que la iglesia católica promueve la paz y merece respeto. Decidieron, porque la emergencia lo amerita, echar mano de la “iglesia colonial”, siempre “defensora de las oligarquías”, siempre “del lado de las clases dominantes” Pero eso tampoco parece funcionar.

Intervenir en la Corte Departamental Electoral de Santa Cruz es otra posibilidad, pero debilitaría la ya de por sí maltratada institucionalidad del poder electoral y del Estado todo. Además de que causaría una reacción impredecible entre la ciudadanía que apoya y/o promueve los movimientos autonomistas.

La última posibilidad es la odiosa posibilidad. Comprender una de las conclusiones del último encuentro de ex-presidentes y ex-vicepresidentes que afirma que el proceso hacia las autonomías es imparable, positivo y, según el ex-vicepresidente Julio Garret, el único movimiento revolucionario que existe hoy en Bolivia. Es decir, admitir el error y “let it be” con las autonomías.

Habrá que ver, yo ya me cuento entre los pesimistas que no creen que el gobierno comprenda nada ni cambie en nada, simple y llanamente porque no le da la gana de hacerlo. Seguramente surgirán una o dos opciones más, pero ninguna tan aconsejable como permitir y colaborar a que el Estado se reordene espontáneamente a través de la emergencia autonómica.

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