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miércoles, 11 de febrero de 2009

Mr. I am the law

Con las ínfulas de salvador de Bolivia, de ser parte de la reserva moral del mundo, y apoyado por un país que ha cometido el terrible error de aprobar su texto constitucional, no es nada sorprendente que “Mr. I am the law” (el Presidente Morales) pretenda, igual que sus padrinos Chávez y Castro, dar lecciones de moral al mundo.

Bolivia ha decidido ser enemiga del libre comercio desde el día en que eligió a Evo Morales como Presidente, y más allá de que ello encierre una actitud terriblemente bobalicona, es una realidad que debemos asumir. Más aun, si consideramos que la Constitución del MAS (que es ahora la vigente) es solamente una reafirmación de todas las acciones y todas las políticas que ha llevado adelante el gobierno durante sus más de tres años de administración.

¿Cuáles políticas y acciones? Muchas. Como ejemplo tenemos el hecho de que el Presidente le dé un plazo de 60 días al Congreso para que apruebe su ley electoral, so pena de aprobarla él mismo a través de un nuevo y ya acostumbrado decretazo. Si los zánganos y antirrevolucionarios congresistas no satisfacen sus caprichos, Mr. I am the law tomará las riendas del asunto, prescindiendo, para variar, de las vías institucionales, y apropiándose de las funciones del legislativo. Es decir, el Presidente, que ya es el poder ejecutivo será, cuando lo necesite y le parezca conveniente, el poder legislativo.

Pero la intención de esta columna es comentar el probable juicio o recurso de nulidad que Bolivia impondría ante tribunales internacionales contra las negociaciones que han iniciado Colombia, Perú y Ecuador con la Unión Europea, en pos de la firma de tratados de libre comercio.

El principio básico que rige en este tema es el de la soberanía. Este principio debería ser conocido por nuestros actuales gobernantes, puesto que son ellos quienes más apelaron a la palabreja tanto desde la oposición como siendo oficialismo. Así como Bolivia puede decidir soberanamente ser enemiga del libre comercio, Perú, Colombia y Ecuador, pueden acudir al mismo atributo para negociar con la UE, y la UE para negociar con ellos.

Visto el importante crecimiento económico que ha implicado para Perú la firma de tratados de libre comercio con EEUU, Canadá y otros países, es lógico deducir que ese es el camino correcto hacia el progreso y el desarrollo, contra el encierro que promueven países como Bolivia. Si los bolivianos queremos ser los bobalicones del continente, no solo negándonos a conquistar nuevos mercados, sino perdiendo los que ya habíamos ganado, podemos soberanamente hacerlo, pero no pretendamos exigir que nuestros vecinos imiten nuestras boberías dejando de lado sus derechos soberanos de buscar mejores días para sus ciudadanos, y emulando actitudes tercermundistas que ya han probado sobradamente ser boleto directo a la pobreza y el atraso.

Y esto no se trata de lealtades entre Estados. Los gobiernos de los países que negocian los tratados tienen la obligación principal, o debería decir, la lealtad principal con sus ciudadanos, con su bienestar y con su progreso.

Desde el ingreso de Mr. I am the law en palacio de gobierno, hemos escuchado de muchos proyectos fabulosos de industrialización en muchos rubros, pero especialmente en el hidrocarburífero, y sin embargo no tenemos idea de a quién le vamos a vender nada de lo que produzcamos si somos enemigos del libre comercio. ¿O pretendemos que los mercados más grandes del mundo nos compren todo lo que produzcamos, sin contar ellos con la posibilidad de vendernos, y a cambio de insultos y de endilgarles nuestros propios fracasos a ellos?

La ONU ha aconsejado a los países del mundo duplicar su producción de alimentos hasta el año 2030 para evitar la escasez de alimentos. Esa sería una excelente oportunidad para Bolivia de convertirse en una de las más grandes despensas de la humanidad, aprovechando no solamente las tierras fértiles de los valles y del trópico, sino además las del altiplano para criar ingentes cantidades de ganado camélido y venderle al mundo una de las carnes más sanas que existen. Pero no, preferimos ser enemigos del libre comercio, y sentirnos bien y libres de culpas, pensando que nuestro atraso no es porque no hayamos hecho lo necesario para salir de él, sino porque cualquiera, menos nosotros claro está, es el malvado chupasangre que nos lo ha impedido.

Y mientras tanto, Mr. I am the law continúa dando discursos y lecciones de moral, progreso y bienestar al mundo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Corruptos, partidos y emprendedores

Ese es exactamente el comportamiento que hubiera esperado del Presidente Morales respecto al tema del contrabandista Juan Camión Quintana. Igual que con Santos Ramírez, darle licencia para que intente defenderse, en lugar de protegerle como mal padre a hijo ladrón. Pero, ingenuo de mí, lo que sucede es que fue Evo Morales en persona quien recibió a los contrabandistas en palacio, y fue él quien delegó el “problemita” a Juan Ramón, que desde ese día se volvió Juan Camión, por lo que admitir que su ministro cometió un delito sería equivalente a admitir que él le incitó a cometerlo. Además, me olvido del tremendo poder que tiene Quintana en este gobierno, verdaderamente debería llamarse “Superministro Juan Camión Quintana”.

Que sirva a los bolivianos para quitarse de las mentes ese mito absurdo de que la clase, el color de piel, la religión, o cualquier otro tipo de adscripción colectiva, determinan la moral de sus miembros. Tantas veces he oído vociferar a los trostkistas de la universidad sobre su “moral revolucionaria”, o a indigenistas hablando de ser la “reserva moral del planeta”, o a los fieles de determinada religión declarar que prefieren hacer negocios con los de su misma creencia “porque les dan mayor confianza”, en fin, a Hitler declarar que la “raza perfecta” era la alemana. Todos los absurdos habidos y por haber para justificar preferencias personales por intereses particulares, en detrimento del interés general.

Todos somos seres humanos, ni más ni menos, personas perfecta e igualmente capaces de actos de gran nobleza o de profunda crueldad, lo demás es casi tan accesorio como el color o la fruta favorita de cada quien. A ver si algún día lo entendemos bien, somos seres humanos, falibles incluso cuando hacemos nuestros mayores esfuerzos por huir del error.


Y a propósito de errores, fue Carlos Mesa quien, en su libro “Presidencia sitiada”, admitió el error de no haber creado un partido político cuando tuvo el apoyo popular y la oportunidad de hacerlo. Pues no solo que hasta ahora no veo el tal partido, sino que leo las declaraciones de Victor Hugo Cárdenas diciendo que “En su opinión, los partidos, ‘aunque aportaron mucho al proceso democrático en Bolivia, lamentablemente han encarnado también la corrupción, el nepotismo, el caudillismo y el asalto al Estado. Y el país se cansó’” (Los Tiempos, 1 de febrero)… ¿¡…!? ¡Señores, por Dios! Los partidos políticos, y eso lo han demostrado décadas de ejercicio democrático exitoso en países como Estados Unidos, son, sino las únicas, las más apropiadas instituciones para hacer posible el funcionamiento de la democracia conocidas hasta hoy. Lo que ha defraudado a los bolivianos no son los partidos políticos, han sido las personas que los hicieron (mal)funcionar, es decir los políticos. Allá ustedes si quieren caer en la estupidez de subirse al carro de la “tendencia de la época” despotricando contra los partidos y la política, pero al declararse candidatos lo que están haciendo es política, y sin partido no les auguro ningún éxito. Lo que necesitamos son partidos políticos y políticos, pero de calidad, no las aberraciones que tuvimos antes, y con, Evo Morales; y eso depende de las personas, no de instituciones o palabras.

Los que definitivamente me están sorprendiendo son los bolivianos, primero con la profunda responsabilidad con que asumen los procesos democráticos y luego con el dato interesantísimo de la Global Entrepreneurship Monitor (GEM), de que Bolivia ocupa el primer lugar del mundo en potencial emprendedor. Es decir que los bolivianos somos los primeros en el mundo en tratar, a través de emprendimientos imaginativos y creativos, de salir adelante. El espíritu emprendedor es esencial para el crecimiento y fortalecimiento del sistema productivo de cualquier país, y debería ser acompañado por los gobiernos a través de políticas de fomento y acompañamiento de dichos emprendimientos, en lugar de charlatanerías tercermundistas contra el libre mercado y la globalización. Ese 29,8 por ciento de población adulta nacional que se dedica a actividades de emprendimiento inicial, no tendrá ningún futuro ni posibilidades de éxito mientras Evo Morales y su gobierno se dediquen al lirismo tercermundista y la política barata.