Terminaba su “Momento de Opinión” agradeciéndonos por nuestra lealtad, cuando quien guardaba la mas inexpugnable lealtad con la libertad, era él…
Tuve el placer de entrevistarle los últimos meses del año 2007, en un programa de corta vida, pero que se hizo muy popular en Cochabamba, llamado “Conversatorio”. Nos entusiasmó la idea de darle cámara a una de las mentes libertarias más lúcidas de Bolivia que, además, había sido una de las primeras en ser silenciadas por un exilio mediático impuesto desde el poder político.
Me regocijé profundamente cuando, después de la entrevista, Tano accedió a que entabláramos, junto a varios amigos, una charla sobre la realidad del país y sobre la historia reciente. Tengo esas fotografías con él guardadas como un tesoro, y también publicadas en mi facebook.
Pero yo le conocía de mucho antes. Cuando apareció en cámaras practicando el periodismo de opinión desde la cadena ABC, posteriormente en un programa llamado “Estudio Abierto” de la red ATB, y luego con “Momento de Opinión” difundido en PAT y en Cadena A. Realmente pasé gran parte de mi juventud escuchando y aprendiendo de ese gran maestro que fue Cayetano Llobet.
Pero dicho así, sin especificar qué fue lo que me enseñó, suena a lisonja fácil y barata. Aprendí de él a administrar ese estilo incisivo y sarcástico que tan bien le quedaba, y que tan mal suelen recibir quienes por estar en el poder, o por pretenderlo, suelen ser especialmente poco tolerantes a la crítica. Mucho más las mentes totalitarias que hoy nos gobiernan, y que detrás de cada objeción ven una conspiración apoyada por la Embajada Americana.
Aprendí también que la defensa de la libertad, además de requerir de una férrea fidelidad, exige exclusividad, que implica la justa y proporcional distribución de la crítica, convirtiendo en destinatarios de ella también a los impostores que han dicho defenderla, pero que en los hechos, sea por ineptitud o por complicidad, compiten por dejar al ciudadano desprotegido frente a los abusos del poder. Me refiero a los políticos de oposición (supuesta) que terminaron facilitándole el trabajo al oficialismo en muchas ocasiones.
Aquellos que con procesos judiciales encima se acercan a Palacio Quemado para estrechar la mano de su verdugo, buscando sacar provecho del chauvinismo marítimo tan generalizado en el país, y sonriendo en las fotografías cuan cruzados defensores de sagrada causa frente al usurpador chileno.
Aquellos, también, que después de haber sido socios del masismo durante cuatro años, o de haber viabilizado la culminación de la constituyente y el referéndum revocatorio, vienen a descubrir, a estas alturas del partido, que su socio oficial (para los primeros), o su socio circunstancial (para los segundos), resultaba ser una bestia negra del totalitarismo y la intolerancia política. Lo recuerdo por una columna de Cayetano titulada “Los descubridores”
Recuerdo, también, que fue Tano quien nos advirtió, con una previsión certera y única de entre todos los analistas políticos, sobre los peligros de la desinstitucionalización del Estado y su consecuente desagregación social. Tengo el honor de haber citado estas ideas en mi trabajo de grado.
Todo ello hizo de Cayetano Llobet no sólo un defensor de la libertad, sino también un prototipo de honestidad intelectual, convicción ideológica, claridad en las ideas y valentía en la comunicación. Todo ello hizo que Tano sea grande e inolvidable.
Le extrañaré muchísimo, y me quedaré con el deseo de haberle visto otra vez en televisión y de haber compartido una segunda charla.
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