Lo he dicho al menos una vez, no puedo evitar ser humano y, por lo tanto, abrigar alguna esperanza de que esta vez de verdad hayamos llegado a un acuerdo aceptable. ¿Perfecto? Me encantaría, pero se que no es posible porque en primer lugar, una negociación, pacto o acuerdo, necesariamente implica perder parte de lo que hubiese sido necesario para considerar la situación alcanzada “perfecta”, y en segundo lugar porque al ser parte de la minoría, obviamente tengo que admitir que la mayoría, aunque con la obligación de respetarme, se ha ganado la posibilidad de tener mayor “juego de cintura” en el baile.
Pero no estaré convencido de las supuestas bondades del acuerdo alcanzado hasta leer con mis propios ojos y analizar las modificaciones hechas al texto constitucional, que supuestamente ha dejado de ser del MAS para convertirse en el texto constitucional de los bolivianos. Para empezar, me ha alegrado saber que, manteniendo la idea de plurinacionalidad, se ha restituido la Nación Boliviana como aglutinador e identificador nacional.
¿Por qué mi desconfianza? No es para menos. Después de ver a Luís Vásquez Villamor nada más y nada menos que junto a Félix Rojas, el primero, coautor del desastre que hemos vivido y que nos ha destrozado nuestros nervios y nuestros hígados durante más de dos años, irresponsable, puesto que siendo presidente de una comisión de constitución, nunca hizo los esfuerzos suficientes y necesarios por la restitución del Tribunal Constitucional, siendo un abogado constitucionalista nada más y nada menos, y el segundo, que nos salió con la frase estúpida de que “así es la república de Bolivia, al que no le guste que se vaya”. Luís Vásquez diciendo que está “tranquilo con Bolivia y tranquilo con su conciencia” definitivamente, ¿hay alguien a quien le inspiren confianza?
Tengo que ver las modificaciones personalmente para saber si de verdad podemos respirar con mayor tranquilidad, y tenga usted la seguridad de que se lo diré.
Sin embargo una cosa debe quedar clara: Aunque dichas modificaciones hubiesen logrado mitigar casi totalmente las barbaridades que nos proponía el texto original, los procesos por los que hemos tenido que pasar, incluido este último acuerdo y lo hecho en esta última sesión del congreso, siguen siendo una atroz muestra de delincuencia política. Ayer escuchaba a Ricardo Pol en la red uno decir que ”esta sería la última violación a la Constitución vigente” ¿¡!? ¿Después de que éste ya casi ha dejado de ser un gobierno “constitucional” (y no lo digo solo por el Ejecutivo, sino también por el Legislativo), después de haberla quebrantado como les dio la gana, después de haberla manipulado, interpretado y reinterpretado, le están diciendo a la Constitución de 1967: “te vamos a violar esta vez más mamita, última vez, ya va a venir otra a reemplazarte”? Ciertamente va a ser un gran alivio para ella el dejar de ser víctima de los vejámenes de los políticos y, si pudieran hablar entre constituciones, seguramente le diría a la siguiente que no se meta con los políticos bolivianos porque son unos degenerados constitucionales.
Al final terminaremos legalizando los delitos de los políticos, en nombre de la paz, de la unidad, de la “fiesta democrática” tendremos que aceptar que los violadores queden impunes, que los delincuentes pretendan mostrarse como héroes salvadores de la República, pacificadores y grandes legisladores, que los causantes de los muertos, los destructores de la institucionalidad, nos miren con sus caras de “deber cumplido” y quieran ser reelectos en cargos públicos para las elecciones de diciembre del próximo año. Y que se entienda bien, no estoy en contra de la reconciliación entre bolivianos, eso es algo invaluable que espero que llegue, estoy en contra de que el ato de sinvergüenzas que trabajan tanto en Palacio de Gobierno como en el Congreso, se muestren como buenos tipos, y nosotros les creamos que son buenos tipos. Siguen siendo los más ineptos e incompetentes gobernantes que hemos tenido en los últimos 25 años, y la prueba clara es que para lograr un acuerdo, han necesitado más de dos años, más de una cincuentena de muertos, perseguidos políticos, presos políticos, una guerra sucia mediática patética, actos de irresponsabilidad, acciones dicatoriales, declaraciones absurdas, y en fin, cientos de hechos que les tenemos que aguantar y por los que, en lugar de recibir sueldos de nuestros impuestos, deberían pagarnos a nosotros.
Habrán hecho un gran trabajo si lograron dotarle algo de racionalidad al texto constitucional del MAS, pero será muy poco comparado con todas las idioteces que se mandaron en el proceso, seguirán siendo los responsables de que Bolivia haya estado al borde de la destrucción. Y todavía no se alegren mucho, que aun tengo que revisar sus susodichas modificaciones.
Pero no estaré convencido de las supuestas bondades del acuerdo alcanzado hasta leer con mis propios ojos y analizar las modificaciones hechas al texto constitucional, que supuestamente ha dejado de ser del MAS para convertirse en el texto constitucional de los bolivianos. Para empezar, me ha alegrado saber que, manteniendo la idea de plurinacionalidad, se ha restituido la Nación Boliviana como aglutinador e identificador nacional.
¿Por qué mi desconfianza? No es para menos. Después de ver a Luís Vásquez Villamor nada más y nada menos que junto a Félix Rojas, el primero, coautor del desastre que hemos vivido y que nos ha destrozado nuestros nervios y nuestros hígados durante más de dos años, irresponsable, puesto que siendo presidente de una comisión de constitución, nunca hizo los esfuerzos suficientes y necesarios por la restitución del Tribunal Constitucional, siendo un abogado constitucionalista nada más y nada menos, y el segundo, que nos salió con la frase estúpida de que “así es la república de Bolivia, al que no le guste que se vaya”. Luís Vásquez diciendo que está “tranquilo con Bolivia y tranquilo con su conciencia” definitivamente, ¿hay alguien a quien le inspiren confianza?
Tengo que ver las modificaciones personalmente para saber si de verdad podemos respirar con mayor tranquilidad, y tenga usted la seguridad de que se lo diré.
Sin embargo una cosa debe quedar clara: Aunque dichas modificaciones hubiesen logrado mitigar casi totalmente las barbaridades que nos proponía el texto original, los procesos por los que hemos tenido que pasar, incluido este último acuerdo y lo hecho en esta última sesión del congreso, siguen siendo una atroz muestra de delincuencia política. Ayer escuchaba a Ricardo Pol en la red uno decir que ”esta sería la última violación a la Constitución vigente” ¿¡!? ¿Después de que éste ya casi ha dejado de ser un gobierno “constitucional” (y no lo digo solo por el Ejecutivo, sino también por el Legislativo), después de haberla quebrantado como les dio la gana, después de haberla manipulado, interpretado y reinterpretado, le están diciendo a la Constitución de 1967: “te vamos a violar esta vez más mamita, última vez, ya va a venir otra a reemplazarte”? Ciertamente va a ser un gran alivio para ella el dejar de ser víctima de los vejámenes de los políticos y, si pudieran hablar entre constituciones, seguramente le diría a la siguiente que no se meta con los políticos bolivianos porque son unos degenerados constitucionales.
Al final terminaremos legalizando los delitos de los políticos, en nombre de la paz, de la unidad, de la “fiesta democrática” tendremos que aceptar que los violadores queden impunes, que los delincuentes pretendan mostrarse como héroes salvadores de la República, pacificadores y grandes legisladores, que los causantes de los muertos, los destructores de la institucionalidad, nos miren con sus caras de “deber cumplido” y quieran ser reelectos en cargos públicos para las elecciones de diciembre del próximo año. Y que se entienda bien, no estoy en contra de la reconciliación entre bolivianos, eso es algo invaluable que espero que llegue, estoy en contra de que el ato de sinvergüenzas que trabajan tanto en Palacio de Gobierno como en el Congreso, se muestren como buenos tipos, y nosotros les creamos que son buenos tipos. Siguen siendo los más ineptos e incompetentes gobernantes que hemos tenido en los últimos 25 años, y la prueba clara es que para lograr un acuerdo, han necesitado más de dos años, más de una cincuentena de muertos, perseguidos políticos, presos políticos, una guerra sucia mediática patética, actos de irresponsabilidad, acciones dicatoriales, declaraciones absurdas, y en fin, cientos de hechos que les tenemos que aguantar y por los que, en lugar de recibir sueldos de nuestros impuestos, deberían pagarnos a nosotros.
Habrán hecho un gran trabajo si lograron dotarle algo de racionalidad al texto constitucional del MAS, pero será muy poco comparado con todas las idioteces que se mandaron en el proceso, seguirán siendo los responsables de que Bolivia haya estado al borde de la destrucción. Y todavía no se alegren mucho, que aun tengo que revisar sus susodichas modificaciones.