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viernes, 10 de octubre de 2008

En Cochabamba como en Atenas

Alrededor del año 550 A.C. el milagro de Atenas dio origen al primer mercado del libro. Inicialmente la obra de Homero, y luego escritos científicos como “Sobre la naturaleza” de Anaxagoras, compuesto por dos a tres rollos de papiro manuscrito (cada uno era considerado un libro), o la obra de Tucídides que describía veintiún años de guerra, compuesta por ocho libros, o la colosal obra de Platón. Por supuesto que comparados con los libros actuales eran escritos cortos, y por ser hechos a mano el tiraje era en muy pocas cantidades, pero ya en ese entonces, los jóvenes ávidos de conocimientos eran los principales compradores, se dice que se podía adquirir un libro por un dracma. En el 529 D.C. aun se leía el libro de Anaxágoras en Atenas, puesto que quedaba al menos una copia del mismo; el libro sobrevivió al autor por más de mil años, pero el emperador cristiano Justiniano prohibió las escuelas filosóficas paganas, con lo que el gran libro de Anaxágoras desapareció. Sin embargo, gran parte de las ideas que contenía sobrevivieron hasta nuestros días.

Dos mil años después de la aparición del primer mercado del libro en Atenas, Johannes Gutemberg inventaría la imprenta, con lo que se iniciaría un imparable proceso de difusión de ideas que ha cambiado a la humanidad para siempre. En nuestros días, dentro del orden global, afortunadamente parece muy lejana la posibilidad de que la libertad del pensamiento y de su difusión sean restringidas.

Hoy, miércoles ocho de octubre, se inaugura la Segunda Feria del Libro de Cochabamba, que estará abierta al público desde las 2030 horas en el salón de eventos del Club Social. Desde mañana nueve, hasta el diez y nueve de octubre, los horarios serán de 1500 a 2200 horas de lunes a jueves y de 1000 a 2200 horas de viernes a domingo. Son diez días imperdibles por el inmenso mundo del que los atenienses ni siquiera se imaginaron precursores, ni Platón debió haber sospechado jamás que dos mil años después de su muerte seguiríamos leyendo sobre su totalitaria República. Desde eruditos estudios sobre los más disímiles temas, pasando por libros sobre metafísica, novelas de todo género y cuentos, hasta libros de colorear y con pegatinas para nuestros niños, que mientras antes adquieran el bello hábito de la lectura mejor para ellos, y mejor para Bolivia; todo podrá ser encontrado y adquirido en la Segunda Feria del Libro de Cochabamba, organizada por nuestra esforzada Cámara del Libro de Cochabamba.

La asistencia de los ciudadanos es un elemento fundamental para el éxito de la Feria. Como siempre, una sola visita difícilmente nos brindará la posibilidad de hacer una revisión exhaustiva de todo lo que en ella se ofrezca, por lo que aconsejo dos o más visitas, para ver con calma y paciencia a por las obras que nos podrían interesar.

Recuerdo que en la Feria del año pasado, mi amigo Rodrigo Antezana, que había tenido la oportunidad de revisar concienzudamente cada stand, encontró un ejemplar de “El juego de Ender”, una novela de ciencia ficción de la que yo solamente poseía una fotocopia, por el increíble precio de veinticinco bolivianos; ni corto ni perezoso me apresuré a comprarlo, puesto que era el único y me fascina tener los libros originales. Allí adquirí, en Los Amigos del Libro, los tres volúmenes de “Bolivia: Certezas e incertidumbres de la democracia” de Jorge Lazarte, meses después, un docente me diría que es un libro difícil de encontrar. Verdaderamente, con algo de paciencia y tiempo, se puede hallar autenticas joyas y ejemplares escasos. Pero también es interesante lo que se publica de manera especial para la Feria; muchos autores presentan sus libros y tenemos la oportunidad de hacerlos autografiar. El año pasado Carlos Valverde me autografió “De los amores de la vida y los compromisos de la muerte”. Además adquirí la hermosa edición conmemorativa de “Cien años de soledad” entre otras cosillas interesantes.

Por cierto, la historia del primer mercado del libro en Atenas me la he robado del libro “En busca de un mundo mejor” del gran filósofo Karl Popper. Si no fuera por la lectura, no tendría de qué conversar.

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