La habilidad de la gente del gobierno siempre tuvo mayor presencia en el escenario de lucha política. Creo que García Linera ha sido y es una de las más grandes mentes totalitarias que ha producido Bolivia, demostrable no sólo por toda la ilegalidad y arbitrariedad que ha sabido planificar y justificar a la hora de desterrar el pluralismo político del país, sino también por ser un personaje cuyas acciones y promoción de la intolerancia ya eran conocidas de antemano, y que sin embargo los bolivianos olvidaron después de un brevísimo proceso de maquillaje y edulcoración en los medios de comunicación.
Si embargo, algo extraño está sucediendo con las acciones gubernamentales desde ese tropiezo llamado gasolinazo. La respuesta a la reciente captura de militares bolivianos, en la frontera chilena, con uniforme de las FFAA, y conduciendo automóviles reportados como robados en ese país, no es más que una desesperada maniobra por minimizar, para algunos, y hasta convertir en acto heroico, para otros, lo que en realidad es un hecho patéticamente vergonzoso para quienes conocemos un poco de relaciones diplomáticas.
La posibilidad de que estos militares estuvieran tratando de internar automóviles que sabían robados, en obvia complicidad con alguna mafia de ladrones; y la interpretación que podría haber hecho Chile por el ingreso de uniformados extranjeros en su territorio, como una invasión, se han intentado, de manera rápida pero torpe, cubrir con reclamos absurdos y con felicitaciones bochornosas, en lo que viene a ser una de los capítulos más lamentables de la diplomacia boliviana.
Pero no es únicamente en ese rubro que el masismo parece haber perdido su monotemático cerebro, sino también en la forma en que vienen emprendiendo acciones absolutamente incoherentes con su discurso por los derechos de una tal “madre tierra” y contra el uso de transgénicos.
Sobre el segundo punto, creo que al ser la producción de alimentos uno de los mayores potenciales de Bolivia para ingresar en la competencia global y comenzar a enriquecerse, los transgénicos son una posibilidad que, de manera obligatoria, teníamos que explorar y explotar, pues aunque se habla mucho acerca de sus posibles efectos negativos sobre el organismo humano (ninguno demostrado dicho sea de paso), son el resultado de décadas de investigaciones y millones de dólares de inversión en busca de soluciones contra el hambre. Mi queja, aquí, es frente a la incoherencia de un discurso anticapitalista y descolonizador, que se mantiene superficialmente sobre las ruinas de su propio fracaso, engañando a la gente que aun quiere creer en él.
Sobre el primer punto, la Carretera que se pretende construir, partiendo en dos un parque nacional que por ley debería ser protegido y preservado, no sólo arriesga la estabilidad de un valioso ecosistema y la vida de innumerables especies animales y vegetales, sino que derrumba el mito de la supuesta protección de los pueblos indígenas, viola la Constitución en su artículo referido a la consulta que se les debiera hacer previo a la ejecución de acciones que les afectasen y, más importante todavía, desnuda la indefensión en que estos pueblos se encuentran cuando nunca se les reconoció verdadera propiedad sobre sus territorios.
Esto demuestra que las TCO’s nunca fueron ninguna garantía para que los pueblos indígenas fueran dueños de su territorio. Si queremos que ellos disfruten de su libertad de salir de la pobreza y buscar el desarrollo, tenemos que darles propiedad real.
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