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viernes, 26 de agosto de 2011

INIDIGENISTAS vs INDIGENAS

Oscar Ortíz*

En el conflicto el Movimiento al Socialismo, MAS, y los pueblos indígenas por la construcción de una carretera que cruzaría el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Secure, TIPNIS, el partido liderado por el presidente Evo Morales está perdiendo su razón de ser, contradiciendo los postulados que propugno durante más de veinte años como oposición.

El MAS y Evo Morales, se enfrentan a un problema existencial. Si ya no son quienes defienden los derechos de los pueblos indígenas, han perdido su razón de ser, la causa que utilizaron nacional e internacionalmente, la defensa de los indígenas, que en el fondo debía ser la defensa de los excluidos por el sistema político económico y social.

Obviamente, esta defensa debiera priorizar a quienes por su condición de minorías necesitan la protección y la defensa del Estado. Sin embargo, en la marcha de protesta contra la construcción de la carretera por el TPNIS, participan justamente los pueblos indígenas que representan minorías poblacionales.

Por eso, son discriminados por el MAS, partido que basó su llegada al poder en otros sectores mayoritarios, como los cocaleros, campesinos, comerciantes minoristas y cooperativistas mineros. El gobierno de Evo Morales, sabe que sin estos sectores no podría garantizar su permanencia y reelección en el poder. No es casualidad que el presidente se reúna en persona con los representantes de la ciudad de El Alto, a solo 24 horas de iniciada su protesta por un nuevo Censo que les asigne los recursos que le corresponden en función de su alto crecimiento poblacional, lo cual además es una demanda legitima.

La razon de fondo es que el MAS gobierna en función de quienes sustentan su base social y garantizan una gran porcentaje de votos y capacidad de movilización, cocaleros y colonizadores, y estos demandan las tierras que hoy corresponden a los pueblos indígenas, las cuales en su mayoría ya han invadido para ampliar sus cultivos coca, lo que hace aun más complejo el panorama pues se contamina toda esta discusión con los grandes intereses económicos vinculados al narcotráfico, que demanda cada vez mayores cantidades de su principal materia prima, la hoja coca.

Esta invasión de las tierras indígenas es un objetivo de fondo del MAS en esta segunda gestión de gobierno. Esto ha sido reconocido por el propio vicepresidente Alvaro Garcia Linera en una entrevista con el periódico argentino Pagina 12 (27-05-2011), en la cual afirma que los indígenas de tierras bajas representan solo el 3% de la población y los de tierras altas el 60%, por lo que la tierra tiene que ser redistribuida entre todos. Lo que no aclara es que los habitantes de tierras altas están ganando mucho dinero con la minería y el comercio informal y que los únicos que invaden territorios indígenas son los cocaleros.

Una vez más los indígenas han sido utilizados por un grupo político para llegar al poder. Los bolivianos necesitamos generar un modelo de verdadera inclusión que los respete e integre y les de las condiciones de vivir con progreso y dignidad.

*Ex presidente del Senado Nacional de Bolivia

jueves, 25 de agosto de 2011

Gadafi y el TIPNIS: transformismos discursivos


Es interesante observar cómo ciertos políticos van cambiando de discurso a gusto, antojo y conveniencia, pasando como acróbatas de una posición a otra sin que parezca que un solo pelo se les moviera.

Muamar El Gadafi, fue un gobernante vitalicio por más de cuarenta años, típico dictador que dispuso de la vida de los ciudadanos y los recursos de un país a sus anchas, construyendo monumentos inútiles para resaltar su propio poder, y empachándose de privilegios para sí y para sus familiares y allegados mientras su sociedad miraba estupefacta sus sinrazones e irracionalidades. En su última etapa, decidió que quienes se revelasen contra el dios gobernante, eran unas ratas traidoras que debían ser borradas del mapa a plan de bombardeos.

La OTAN, en una medida acertada creo yo, decidió no intervenir directamente en el conflicto libio, pero tampoco mirar de palco lo que a todas luces era una masacre. No mandar tropas, pero apoyar a los rebeldes libios en su lucha por la libertad, esa fue la decisión.

Ahora, Gadafi apela al discurso fácil y, para nosotros, familiar, del tercermundismo, acusando a los rebeldes de ser “pagados por los colonizadores” (imperialismo en otras modalidades de tercermundismo). “Convoco a las tribus de Sebha, Beni Oualid, Feran, Yufra y Anwaset, a que cada una tome una zona para ayudar a purgar la capital, debéis tomar Trípoli y peinarlo para eliminar a las ratas” ha dicho el tirano libio, llamando a sus simpatizantes a defender ¿qué cosa?, ¿la soberanía del pueblo libio?, ¿la dignidad de los ciudadanos?, no, a defenderle a él y a su ilimitado poder, a defender sus incontables privilegios, su ego y su insensatez.

Algo similar encontramos en Bolivia con el actual conflicto del TIPNIS. Esos mismos indígenas que en algún tiempo fueron la bandera y justificativo para que Evo Morales adquiera poder e infringiera principios básicos de la vida en sociedad y el derecho, hoy, apelando a la misma bajeza que Gadafi en Libia, se han convertido en cachorros del imperialismo.

Quiero recordarle al lector que de acuerdo al derecho internacional, consular y diplomático, los representantes de países asentados en determinado Estado, tienen la libertad y el derecho de conversar con cualquier ciudadano, sea éste dirigente o no, y de obtener toda la información que les interese, siempre y cuando para ello se utilicen medio lícitos. Por lo que la Embajada de EEUU, como cualquier otra, no necesita permisos especiales ni está prohibida de hablar con los dirigentes de la marcha por el TIPNIS, ni con cualquier otro boliviano.

Pero esa es la ventaja del discurso tercermundista y de gobernar una sociedad que se lo cree, su versatilidad y gran potencial para ser usado contra cualquiera que se ponga en frente. Como el imperialismo conspira subrepticiamente contra todos los que se han declarado dignos y se han apropiado de la ideología tercermundista, entonces basta con acusar al que se opone, critica u observa, de estar ligado a él, para obtener una descalificación automática contra los rebeldes, y una masa de insensatos creyentes aglutinados en torno a poder que lucha por preservarse a si mismo. 

Para colmo, ahora también se intenta descalificar a la marcha acusando de traficantes de tierras a los indígenas… Tamaña estupidez, cuando los indígenas nunca han sido propietarios de nada. Y ese es el problema, que al no ser propietarios de su tierra, cualquiera puede llegar y utilizarla como le de la gana, ya sea para plantar coca o para construir una carretera.

martes, 9 de agosto de 2011

La República Islámica de España

Una excelente entrevista a Pilar Rahola, autora del libro con éste título, respecto de los pormenores del ingreso del mundo islámico en España, sus bondades y defectos, ventajas, desventajas, perspectivas y peligros.

Recomiendo que la vean:


Los insensatos indignados

En algunos puntos del globo se están reproduciendo los grupos de “indignados” con reclamos que, vistos superficialmente, parecerían comprensibles y hasta dignos de simpatía. Democracia de verdad, trabajo, techo… en resumen: mejores condiciones u oportunidades para los jóvenes. Son algunas de las consignas de estas personas.

La relación que se intenta establecer entre democracia “verdadera” y las necesidades de la gente causadas por la crisis, se debe a la absurda creencia de que el establecimiento de órdenes sociales con libertad y democracia traerían automáticamente el paraíso y la felicidad a las personas.

Este es un error muy común en nuestras sociedades y, a causa de él, suelen aparecer los descontentos dentro de los órdenes sociales libres. Es por ello que creo conveniente poner algunos puntos claros respecto de este tema.

La libertad y la democracia no implican la necesaria aparición de la felicidad y el paraíso delante de nuestros ojos, de la misma manera que no significa que las personas utilizarán esa libertad para perseguir el bienestar. El hecho de vivir en libertad nos brinda como única garantía que seremos nosotros, y no otros, quienes tengamos el mayor influjo sobre nuestros propios destinos y vidas. 

Normalmente, el establecimiento de regímenes totalitarios ha restringido la libertad de los individuos al punto de que éstos ya no son dueños de sus acciones y esfuerzos, siendo estos gobiernos los que decidían cuáles eran las metas de la sociedad y, por lo tanto, cuál era la dirección hacia la que las personas tenían que dirigir sus esfuerzos, en los distintos ámbitos del quehacer humano.

No importaba, entonces, si la ocupación impuesta por el Estado al individuo satisfacía las expectativas de éste o le ayudaba a alcanzar sus propias metas. Lo único que interesaba era si las personas seguían la dirección trazada por los burócratas en el poder, y si cumplían con las tareas que se les había asignado en ese sentido.

La democracia, por otro lado, no es más que un mecanismo creado en el intento de preservar la libertad de los individuos. Si el poder del Estado está dividido en distintos órganos, si los gobernantes no pueden perpetuarse en el poder, y si existen mecanismos para que sean las personas quienes definan cuáles serán los actores políticos que administren los asuntos públicos, mayores dificultades tendrán las mentes totalitarias para disponer a su antojo de la vida y destinos de las personas.

Si los movimientos de indignados pretenden que sean sus Estados quienes les doten de todos los recursos materiales para tener bienestar, están renunciando a la responsabilidad de proveerse ellos mismos de dichos bienes y, peor aun, están clamando por gobiernos con poderes mayores, que sean capaces de decidir quiénes, cómo, cuándo, por qué y dónde cada individuo ha de recibir los dones y dádivas estatales.

Probablemente muchos gobiernos del mundo son más responsables de haber acostumbrado a sus ciudadanos a un bienestar artificialmente construido, que se ha tornado insostenible en los últimos tiempos, y no así de no intervenir en sentido opuesto. Es decir, que la actual crisis es fruto de las intervenciones estatales dentro del orden social, y no así de su falta de acción o planificación.

El problema con las generaciones jóvenes que hoy muestran su desesperanza, es que las expectativas que tenían respecto del futuro, frente a las dificultades del presente, parecen diluirse sin remedio frente a sus ojos. Pero eso es algo con lo que ya tuvieron que lidiar otras generaciones.