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jueves, 24 de mayo de 2007

YO LIBERAL

“la peor de las democracias es preferible a la mejor de las dictaduras”
Mario Vargas Llosa

Patrones de comportamiento.

Los chinos descubrieron la pólvora hace cientos de años, probablemente la intención general del magnífico descubrimiento sea difícil de confirmar, pero la mayor parte de los estudios apuntan a los fuegos artificiales como el primer uso de dicho descubrimiento.

La energía nuclear que se genera a través de la manipulación de los átomos, descubierta por Albert Einstein, prometió (y promete aun) grandes avances en las áreas de salud, recursos energéticos, y otras.

Ambos descubrimientos, sin embargo, fueron opacados por los afanes militaristas del ser humano. Con la pólvora pudimos superar las katanas de los samurais, y con un proyectil nuclear pudimos ganar una guerra.

Hay, sin embargo, objetos al los que podemos modificar u otorgarles funciones negativas en mayor o menor magnitud.

Una amapola, procesada de la forma correcta, puede convertirse en un terrible instrumento de dominación y poder.

Con el espinoso tallo de una rosa podemos practicar dolorosas e imaginativas torturas a nuestro prójimo.

Con un clavel, sin embargo, no se me ocurre nada, además de introducirlo en la boca de alguien hasta la asfixia.

Si, si, ya se que pareciera que mi naturaleza es seriamente violenta, pero los ejemplos sólo sirven para tratar de probar un punto, todo a su tiempo.


El liberalismo auténtico.

Igual que los objetos, las ideas en gran parte de los casos son concebidas para mejorar la vida de los seres humanos.

El liberalismo nace en el siglo XVII; John Locke, considerado padre del liberalismo, es el primero en proponer que la soberanía reside en el pueblo y, por tanto, éste tiene todo el derecho de cambiar a sus gobernantes.

Aunque Locke era monarquista, ya planteaba la división de poderes, manteniendo el ejecutivo en el rey, y creando un parlamento que se encargaría de legislar y administrar justicia. La división de poderes en tres, a saber: ejecutivo, legislativo y judicial, sería planteada años después por Montesquieu.

Fue un duro combatiente de Hobbes y su Estado leviatán, pues decía que a los hombres se les debe garantizar sus libertades y su propiedad, y que el Estado, lejos de oprimir a las personas para que no se maten entre ellas, lo que hacía era garantizar que vivan en libertad.

Pero fue en el siglo XIIX con la ilustración y los enciclopedistas, que el liberalismo inicia su apogeo. Montesquieu con “El espíritu de las leyes”, y Rousseau con “El contrato social”, principalmente, revolucionaron el campo del pensamiento político. La Francia revolucionaria adoptaría, en base a estas ideas, los principios de la “libertad, igualdad y fraternidad”

Los pilares básicos del liberalismo clásico serían:

- La oposición absoluta a la concentración del poder en manos de una persona. Es decir, el rechazo al totalitarismo.
- Siendo el pueblo el soberano, éste habrá de elegir representantes a través de los cuales gobernará, pero estos podrán ser destituidos.
- La garantía de las libertades ciudadanas, políticas, económicas y sociales.
- La dispersión del poder estatal a través de su división en tres órganos independientes entre sí, pero relacionados y en coordinación. Además el establecimiento de mecanismos de control entre los órganos del Estado. Es decir, frenos, contrapesos y equilibrios entre ellos.
- El establecimiento de la igualdad entre las personas, desde el punto de vista humano, pero la implementación de normas que, ahí donde las personas son distintas (físicamente, económicamente, etc) las haga iguales ante la ley.

En conjunto, estas libertades, y las normas necesarias para garantizarlas, habrían de lograr la convivencia fraterna entre ciudadanos.

Es cierto que elementos como el voto calificado o censitario, la esclavitud, la discriminación política por género y otros, fueron obstáculos con los que el liberalismo tuvo que lidiar durante décadas. Pero finalmente, los procesos se dieron, y el Estado liberal fue madurando.

Paralelamente se acuñó la teoría económica de Adam Smith, fruto de la pertinencia del liberalismo para el fortalecimiento del poder económico de la burguesía industrial que, en los regímenes monárquicos había encontrado demasiados obstáculos para sus emprendimientos.

Es en este momento cuando surge una terrible confusión entre los principios liberales y los abusos del capitalismo sin trabas de la revolución industrial inglesa, reforzada por el principio de “dejar hacer, dejar pasar” exigida al Estado por Smith, y su teoría de que la “mano invisible del mercado” regularía todos los desajustes y se encargaría de distribuir la riqueza correctamente.

Creo necesario aclarar que los Estados liberales, gracias a su garantía de libertades, se constituyen en contextos apropiados para la practica, tanto del capitalismo sin trabas como del capitalismo regulado (intervencionismo estatal mediante). Pero de ninguna manera se puede afirmar que las libertades económicas ilimitadas sean parte de los principios básicos del liberalismo.

Es más, la lógica nos permite ver que sería una terrible contradicción que el Estado liberal regule todas las libertades menos las económicas. Precisamente uno de los teóricos del neoliberalismo (que no es mas que el planteamiento moderno del liberalismo) Karl Popper, nos explica la paradoja de la libertad, afirmando que cuando ésta es ilimitada, se elimina a si misma. En “La sociedad abierta y sus enemigos” Popper dice “… la libertad económica ilimitada puede resultar tan injusta como la libertad física ilimitada, pudiendo llegar a ser el poderío económico casi tan peligroso como la violencia física, pues aquellos que poseen un excedente de alimentos pueden obligar a aquellos que se mueren de hambre a aceptar ‘libremente’ la servidumbre, sin necesidad de usar la violencia”

No debemos olvidar los tres principios de la revolución francesa, otorgar libertades a los ciudadanos, establecer normas para garantizar esas libertades y para hacerlos iguales ante la ley y, de esta manera, podemos vivir fraternalmente.


Los dramas de la inefable.

Quienes promovieron y, en el caso del Estado boliviano, obligaron a las sociedades a establecer libertades económicas ilimitadas a nombre del liberalismo, no son más que unos impostores que intentaron cooptar las economías de nuestros países, y extender sus poderíos económicos en el ámbito global.

Todos los Estados desarrollados, por muy liberales que sean, hacen lo posible por proteger a sus ciudadanos y por protegerse como Estados, de las agresiones violentas y económicas. No hay países con las puertas abiertas de par en par a las iniciativas empresariales sin un cúmulo de normas y regulaciones para protegerse.

La inefable, es la capacidad del ser humano para lograr que cualquier cosa se adapte a sus intereses. Conseguir que la más inocente idea u objeto se convierta en una herramienta para alcanzar sus fines.

Inefable es la capacidad del ser humano de tener tan distintos, distantes y radicales fines. Somos capaces de idear y realizar actos de gran nobleza y amor, pero a la vez podemos serlo de cometer los más inhumanos, crueles y funestos crímenes.

Inefable es, también, la facultad que tenemos de olvidar las desgracias de la esclavitud y la servidumbre, creyendo en la posibilidad de que retroceder al totalitarismo nos ayudará a vivir mejor de los que nos ha permitido el liberalismo mal practicado. Errores no corrigen otros.

La esperanza en la posibilidad de retomar el camino de la democracia y la libertad, de lograr construir un país donde vivamos fraternalmente, el sueño de que todos podamos trabajar en igualdad de condiciones y oportunidades por nuestro bienestar y el de nuestros hijos, también es fruto de la inefable… es fruto de mí inefable. ¿Hacia donde apunta la inefable de los demás?

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