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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Los viejos politiqueros perjudican a Bolivia

Con el manejo patrimonial de la democracia y los bienes del Estado, creyendo que el país era su hacienda y que podían hacer con él lo que quisieran por tiempo ilimitado, los viejos políticos también perjudican a Bolivia. Una vez más, no son las leyes (como dijo el Presidente), son las personas incorrectas a las que les hemos estado dando el poder de definir nuestros futuros.

Hoy, decenas de politiqueros, (ir)responsables por la situación en la que nos encontramos, cómplices de la desinstitucionalización del Estado, están igual de contentos trabajando en la Asamblea Constituyente (AC), en movimientos opositores, e incluso en el mismo gobierno. MNRistas, ADNistas, MIRistas, NFRistas, si están en la oposición, sueñan con deshacerse del indio Presidente y reemplazarlo para, una vez mas, iniciar las prácticas nocivas acostumbradas por la politiquería. Si están en el oficialismo, quieren hacernos creer que son otras personas, o que los responsables del mal funcionamiento del Estado no eran ellos, que siempre fueron buenos, que los malos eran otros.

También existen los que pretenden mostrarse “progresistas” con sus actitudes tibias frente a las amenazas que están en cierne sobre nuestras libertades. Negando que la AC sea un fracaso, extendiendo sus sesiones, criticando al gobierno y también a “la derecha radical” que pide el cierre de la AC. Pretenden obtener algún rédito político de su “buen desempeño” en el “proceso de cambios” aunque sea como colaboradores, como alarifes del alarife.

¡Pero si son los mismos de siempre! Malos oficialistas y pésimos opositores.

Tenemos a los padres y a los hijos juntos. Del principal hijo (que perjudica a Bolivia) ya escribí el miércoles pasado, pero son los padres culpables de lo que hacen estos hijos. Eran dueños y señores de partidos políticos, nobles instituciones de la democracia liberal, que nunca cumplieron el rol que les tocaba porque sus dueños nunca se interesaron en lograrlo. Porque los únicos intereses y demandas que canalizaban esos partidos, eran los de sus dueños. Porque los partidos eran un instrumento para sus amos, no para la sociedad. Todas las instituciones republicanas fueron canales de consecución de los intereses de quienes las manejaban ¿y así querían fortalecerlas?

Porque todo era un show bonito, con slogans, discursos, cifras, maquillaje, publicidad, una máscara de “buen gobierno” ¡igualito que ahora! Pero con otro lenguaje.

Hoy, luego de que los partidos fueron desprestigiados por estos señores, la solución no fue deshacernos de los señores, ellos se deshicieron de los partidos. Ya no hay MIR, ADN y NFR, pero hay UN, PODEMOS y AUN ¿Encuentro a mi mujer traicionándome en la alfombra de mi casa, y lo soluciono tirando la alfombra a la basura?

Hoy nadie quiere formar un partido político y todos se aterrorizan de la posibilidad de que les llamen “políticos”… y en realidad, los partidos políticos siguen siendo las ilustres instituciones de la democracia liberal, cuya función es canalizar las demandas de la población, ser los instrumentos de interpelación ciudadana hacia el Estado. Si funcionaron mal, no es porque los partidos, como institución, sean malos, es porque las personas que los manejaban eran politiqueros, y no políticos.

La política, igualmente, no tiene nada de malo puesto que es el único instrumento que tienen las sociedades democráticas para solucionar sus conflictos sin acudir al derramamiento de sangre, es el único medio para construir consensos.

Necesitamos partidos políticos y no movimientos sociales, necesitamos políticos y no dirigentes sindicales, necesitamos política y no enfrentamientos en las calles. El cambio que pedían los bolivianos, y por el que votaron por Evo Morales, los seguimos pidiendo.

Yo no me haría problema si militara en un partido político y me llamaran “político”, lo que si consideraría un insulto, es que me llamen “tuto”, “goni” o “Doria Medina Cementero”, porque entonces me estarían diciendo “politiquero”.

¿Saben? ¡Gracias!... Pero como sabemos perfectamente que ustedes tampoco van a cambiar de actitud ¡también déjennos en paz!

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