Secciones

miércoles, 12 de septiembre de 2007

El Presidente perjudica a Bolivia

No son las leyes, es el presidente quien perjudica a Bolivia. Lo digo como parte del grupo cada día más numeroso de personas que perdimos la esperanza de que Evo Morales y sus compinches vayan a cambiar el rumbo de la nave gubernamental ¿y es que alguien aun cree posible el milagro?

Desde su discurso de posesión, Morales se ha esmerado en promover una guerra entre bolivianos. Si no me creen, busquen sus discursos y léanlos, encontrarán constantes dosis de hostilidad contra los k’aras, los cambas, los empresarios, los opositores, los disidentes y en fin.

Desprecio, eso es lo que destila el Presidente, hacia las críticas, las opiniones, las instituciones, las personas, las leyes, las regiones… y ¿saben qué? Esos son los componentes de un Estado. Y no importa que su desprecio vaya dirigido solo a una parte de cada uno de estos elementos, eso realmente no nos sirve de nada pues, para poder seguir adelante, Evo Morales tendría que quedarse con el pedazo que no desprecia. Es decir, dividir el país.

No va a desistir de su ambición de ser reelecto ilimitadamente y perpetuarse en el poder imitando a su amigo, el dictador de la billetera grande. No va a parar de boicotear las gestiones prefecturales opositoras desde el poder central, y de asediar cada que se le antoje a las ciudades “rebeldes” a su mediocre proyecto político.

No va a dejar a un lado el discurso belicoso, la descalificación y el insulto. No va a manejar la economía responsablemente, abandonando las conductas rentistas, y fomentando la productividad y la generación de empleos. Tampoco va a exigir, como lo hace con Estados Unidos, que sus amigos dictadores saquen las manos de nuestros asuntos, para así dejar de ser el alarife de un proyecto de tiranía subcontinental.

No tiene la más mínima intención de dejar de comprar lealtades en las FFAA, municipios, sindicatos y otros con los petrocheques de su ídolo dictador de Venezuela. Ni por un instante se le va a ocurrir instruir a sus levantamanos de la AC que restituyan el tema de la capitalidad o someterlo a un referéndum nacional, mucho menos redactar una constitución decente, incluyente y reconciliadora.

No va a ser capaz, jamás de los jamases, de gobernar con la inteligencia y no con las hormonas, porque no le interesa ser un verdadero estadista, con ser experto en sindicatos y movilizaciones le basta. Ni por asomo se le va a ocurrir escuchar a las personas que le criticamos, no porque le odiemos, sino porque lo está haciendo realmente mal.

No le interesa, ni por un momento, que los odios, los racismos y la belicosidad se apoderen en mayor alcance e intensidad de los ciudadanos bolivianos, es más, los seguirá promoviendo y continuará enviando a quienes por ceguera o fanatismo están dispuestos a ser carne de cañón en su guerra contra la democracia y las libertades ¡claro, como no es él quien marcha contra su misma sangre! ¡Que fácil es jugar con cuero ajeno!

Tampoco le preocupa ni le va a preocupar que los hijos de los bolivianos no puedan jugar juntos por culpa de confrontaciones impulsadas por el Presidente más irresponsable de la historia de Bolivia. Será porque no tienen, ni él ni el compañero Álvaro esposas y menos hijos, que no saben que el peor daño que le están haciendo a la patria es enfrentarnos entre hermanos y hacernos creer que el otro es el enemigo, cuando verdaderamente los enemigos de la patria son ellos, que intentan destruirla con su ambición de poder, su soberbia, su egolatría y su miseria espiritual.

Va a continuar ignorando el incremento de los cultivos de coca y el consecuente aumento en la producción de cocaína, propiciando la humillación de los bolivianos que viajan al exterior, y destruyendo la moral antidrogas que tan difícilmente habíamos ganado.

En el último cuarto de siglo, los bolivianos nos enfrentamos a dictadores, luchamos por la democracia, peleamos contra la crisis económica, lidiamos con gobernantes corruptos, repudiamos injerencias extranjeras en nuestros asuntos, reducimos la producción de drogas, conquistamos nuevos derechos y formas de participación, conseguimos sentarnos, blancos, cholos e indios en el mismo congreso, logramos salir de crisis políticas terribles, avanzamos intelectual, política y económicamente a pesar de las dificultades. Pero nunca habíamos tenido que luchar contra nuestra propia sangre, nuestros vecinos, nuestros hermanos, nuestra gente.

¡Gracias, Presidente… pero si piensa continuar con esto, mejor déjenos en paz!

No hay comentarios: