Entre sus fantasías más caras está la de, alguna vez, protagonizar (como vanguardia por supuesto, no como carne de cañón) una revolución armada que lleve a las masas a la toma del poder total y al establecimiento de la dictadura de los “buenos” y de la que, como no podía ser de otra manera, formará parte como miembro de la nueva clase burocrático-política. Si lo ven participando en elecciones, es simple y llanamente porque piensa corroer, desde sus entrañas mismas, la perversa “democracia burguesa” con e fin de alcanzar el mismo objetivo, desensamblando su andamiaje institucional (puesto que para él no es más que una camisa de fuerza) para poner en práctica las mismas patrañas aprendidas durante su (de)formación política de la juventud. Pero en realidad este procedimiento (el de la lucha en democracia) es considerado poco digno para él, lo ideal hubiera sido lograr la hazaña épica del derramamiento colectivo de sangre, la aniquilación de los “enemigos de pueblo”, y la construcción de un régimen totalitario. Pero ¡que lastima!, tuvo que llegar a través de la “democracia burguesa”. Esa es y siempre será su gran frustración.
Es una semblanza pequeña e incompleta, pero más o menos es el perfil de los que hoy, igual que en 1964, de la misma forma torpe que en 1971, con las mismas acciones estúpidas de 1985, y siguiendo el mismo absurdo camino del 2005, han destruido una nueva oportunidad para la izquierda moderna y racional, de llevar adelante un gobierno con características que nunca vimos, y que por lo pronto parece que aun no conoceremos. Son los izquierdistas del paleolítico, los que nunca aprendieron que la copia, el calco de procesos como el ruso o el cubano no funcionarán en Bolivia. Son los que han desperdiciado la posibilidad de que tengamos un gobierno que demuestre a los bolivianos que una administración al estilo de Felipe Gonzales en España, o Baclelet en Chile podría conseguir algunos avances que hasta ahora no hemos logrado.
Pero, peor aun, estos izquierdistas del paleolítico, han desperdiciado la oportunidad de lograr que la civilización andino-amazónica, y la civilización occidental, se encuentren, reconozcan y respeten, y construyan una nación en la que podamos convivir en paz y orgullosos de pertenecer a un país con dos culturas articuladas que trabajen coordinadamente por salir adelante, cada una aportando con sus mejores valores. ¿Por qué negar que la civilización occidental tiene grandes ventajas? ¿Por qué rechazar una alianza de civilizaciones en la búsqueda de mejores días para todos? ¿Por qué negarnos la posibilidad de aprender intercivilizatoriamente a respetarnos y a amarnos?
En el afán de desbaratar la república, esta izquierda carnívora siempre ha conseguido destruir preciosas oportunidades que, en manos de izquierdistas sensatos, habrían generado en Bolivia un movimiento de izquierda que le haga contrapeso al mercantilismo tradicional que nos ha gobernado en los últimos años. Junto a Juan Ramón Quintana, Alfredo Rada y otros, Álvaro García Linera, el “compañero Álvaro”, es uno de estos izquierdistas con la mente fosilizada, que hizo guerrilla en épocas democráticas, y que siempre despreció el voto que lo puso en el lugar en el que hoy se encuentra.
Para cuando terminé de escribir esta columna, en lugar del golpe de timón que tantos pedíamos, en lugar de acaudillar el proceso de construcción de un Estado autonómico, en lugar de decidir gobernar utilizando el Estado de derecho, Evo Morales había promulgado esa inoportuna ley de revocatoria de mandato. Nos están obligando a elegir, nos están diciendo que son incapaces de lograr un pacto entre bolivianos, nos están diciendo que no les da la gana de impulsarlo. Pero tenemos que estar seguros de que no es imposible, si Morales no lo puede hacer, otro ciudadano lo conseguirá. Ya que me pone en situación de decidir Señor Presidente, yo voy a votar por que usted se vaya, con la esperanza de que otro tenga la capacidad de lograr lo que esperábamos de usted. Pero ¿quiere saber una cosa?, voy a estar chocho de ver a García Linera fuera de la vicepresidencia.
Es una semblanza pequeña e incompleta, pero más o menos es el perfil de los que hoy, igual que en 1964, de la misma forma torpe que en 1971, con las mismas acciones estúpidas de 1985, y siguiendo el mismo absurdo camino del 2005, han destruido una nueva oportunidad para la izquierda moderna y racional, de llevar adelante un gobierno con características que nunca vimos, y que por lo pronto parece que aun no conoceremos. Son los izquierdistas del paleolítico, los que nunca aprendieron que la copia, el calco de procesos como el ruso o el cubano no funcionarán en Bolivia. Son los que han desperdiciado la posibilidad de que tengamos un gobierno que demuestre a los bolivianos que una administración al estilo de Felipe Gonzales en España, o Baclelet en Chile podría conseguir algunos avances que hasta ahora no hemos logrado.
Pero, peor aun, estos izquierdistas del paleolítico, han desperdiciado la oportunidad de lograr que la civilización andino-amazónica, y la civilización occidental, se encuentren, reconozcan y respeten, y construyan una nación en la que podamos convivir en paz y orgullosos de pertenecer a un país con dos culturas articuladas que trabajen coordinadamente por salir adelante, cada una aportando con sus mejores valores. ¿Por qué negar que la civilización occidental tiene grandes ventajas? ¿Por qué rechazar una alianza de civilizaciones en la búsqueda de mejores días para todos? ¿Por qué negarnos la posibilidad de aprender intercivilizatoriamente a respetarnos y a amarnos?
En el afán de desbaratar la república, esta izquierda carnívora siempre ha conseguido destruir preciosas oportunidades que, en manos de izquierdistas sensatos, habrían generado en Bolivia un movimiento de izquierda que le haga contrapeso al mercantilismo tradicional que nos ha gobernado en los últimos años. Junto a Juan Ramón Quintana, Alfredo Rada y otros, Álvaro García Linera, el “compañero Álvaro”, es uno de estos izquierdistas con la mente fosilizada, que hizo guerrilla en épocas democráticas, y que siempre despreció el voto que lo puso en el lugar en el que hoy se encuentra.
Para cuando terminé de escribir esta columna, en lugar del golpe de timón que tantos pedíamos, en lugar de acaudillar el proceso de construcción de un Estado autonómico, en lugar de decidir gobernar utilizando el Estado de derecho, Evo Morales había promulgado esa inoportuna ley de revocatoria de mandato. Nos están obligando a elegir, nos están diciendo que son incapaces de lograr un pacto entre bolivianos, nos están diciendo que no les da la gana de impulsarlo. Pero tenemos que estar seguros de que no es imposible, si Morales no lo puede hacer, otro ciudadano lo conseguirá. Ya que me pone en situación de decidir Señor Presidente, yo voy a votar por que usted se vaya, con la esperanza de que otro tenga la capacidad de lograr lo que esperábamos de usted. Pero ¿quiere saber una cosa?, voy a estar chocho de ver a García Linera fuera de la vicepresidencia.
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