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jueves, 1 de mayo de 2008

Santa Cruz

El 4 de mayo Santa Cruz le demostrará a Bolivia que ha decidido ser la sociedad líder de los cambios políticos que llevan a la modernidad, en contraposición a la actual moda de la involución hacia el tribalismo arcaico.

Y no es que los cruceños no hayan demostrado con anterioridad su afán por superar al occidente de Bolivia en todos los campos posibles. Precisamente la puesta en marcha de su autonomía departamental constituirá la señal contundente del liderazgo de Santa Cruz, el primer cambio revolucionario boliviano del siglo XXI, y el principio de la construcción de una república adecuada al nuevo milenio.

La señal contundente porque, como ya lo he dicho, el oriente boliviano, encabezado por Santa Cruz, nos ha venido demostrando que es posible articular un modelo de desarrollo que funcione exitosamente, alejándonos de la matriz monoproductiva y dejando de lado la siempre repetida historia de la exportación de materia prima. Es decir, vencer a lo que Roberto Laserna llama “la maldición de los recursos naturales” e implementar un modelo de desarrollo basado en la producción de múltiples bienes con valor agregado, en una economía de escala, y con mayor potencial de generación de empleo. El empresariado oriental, con su espíritu emprendedor, su audacia y entereza, ha demostrado de sobra su superioridad frente a las viejas aristocracias empresariales de occidente (digo viejas porque en El Alto hay unas nuevas que también poseen una visión fresca de empresa). Santa Cruz casi ha dejado de tomar a sus políticos y dirigentes como farándula porque, a diferencia de occidente, posee una verdadera farándula que enorgullece y representa a Bolivia en el exterior. En los últimos años hemos visto cómo los cruceños consolidan y fortalecen lo que algunos denominan “intelectualidad camba” proponiendo visiones y debates para la agenda del pensamiento nacional. Y para probar todo esto no se necesita ni encuesta ni estudio alguno, es cuestión de lógica, la migración interna es muestra suficiente, las personas se van a donde las cosas están mejores, donde hay mayores oportunidades y donde existe mayor desarrollo. Las autonomías departamentales, como una forma de lograr que cada departamento tome las riendas de su propio destino, que asuma la responsabilidad de su desarrollo y demuestre su mayoría de edad, es la nueva visión de país que iniciará Santa Cruz, y a la que debemos sumarnos los bolivianos.

Es el primer cambio revolucionario boliviano del siglo XXI, entendiendo como “revolucionario” un proceso que modifique profundamente la dinámica social de una nación (y no las idioteces armamentistas de los izquierdistas del paleolítico), porque le dice adiós a la exclusividad de las decisiones tomadas en La Paz (que fue nuestra dinámica durante casi doscientos años de república), y porque al destruir casi por completo la camisa de fuerza del centralismo, generará procesos diferenciados de evolución y adecuación del poder político y económico de acuerdo a las particularidades culturales y geográficas de cada departamento. Es decir, Bolivia seguirá siendo una sola (a no ser que los necios del gobierno nos arrastren al enfrentamiento) pero con características aun más marcadas dependiendo de la región en la que nos encontremos. Así es, creo que las autonomías no solo serán un mecanismo de respeto a la diversidad, sino que la promoverán y enriquecerán.

El principio de la construcción de una Bolivia para el nuevo milenio, porque los nuevos tiempos requieren de mayor eficiencia institucional, económica, social, política, etc. Nadie en su sano juicio, en pleno 2008, plantearía que la mayor concentración del poder y la centralización de los procesos es beneficiosa para ninguna sociedad (lo hacen los del MAS, pero por eso escribí “nadie en su sano juicio”). Ni siquiera las grandes transnacionales y los grandes capitales piensan hoy en crear empresas paquidérmicas que concentren todo, y más bien lo que buscan es integrar redes de pequeñas y medianas empresas, o descentralizar y subsidiarizar, porque eso es lo que funciona en pos de mejorar la productividad, la competitividad y conseguir mayores beneficios.

Desde aquí que sepa Santa Cruz, la ciudad cuyo aire fue el primero que inhalaron mis pulmones, que el mío es un voto más por el “si”. Un voto que lamentablemente no estará registrado en la Corte Departamental Electoral, pero que siempre estará presente en mi corazón y en mi alma. ¡Vamos por el “si”, por la autonomía, que nada ni nadie nos detenga!

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