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viernes, 16 de enero de 2009

¡Carajo! ¡había existido medio oriente ¿no?!

Si el mundo abrigara un mínimo de racionalidad en relación al conflicto entre Israel y Palestina, tendría que admitir su hipocresía, su falta de lógica y su inconsecuencia.

Recuerdo haber visto a soldados israelíes desalojando por la fuerza a sus propios conciudadanos de la franja de Gaza, para cumplir con los acuerdos y posibilitar la consolidación de un Estado Palestino con territorio. ¿Alguien dijo algo entonces? ¿Alguien elogió o, más importantes aun, recuerda ahora esa contundente señal judía de búsqueda de paz?

Considérelo o no, cada quien, territorio originariamente palestino o no, es innegable que dicho desalojo representó un sacrificio para unos seres humanos que, por quien sabe cuantos años, habían construido y consolidado sus vidas en dicho lugar, para luego verse expulsados por su propio gobierno, en busca de un supuesto bien mayor, uno que nunca llegó, la paz, pero que por mayor que sea el bien, hubiese llegado o no, no deja de ser una violación a la libertad y voluntad de los desalojados. ¿Alguien dijo algo sobre aquello entonces? ¿Hubo expertos, intelectuales o comunidad internacional que le dijera “gracias” a esas personas? No, seguramente consideran que ese era su deber, o que en todo caso son las “bajas” que siempre estamos dispuestos a aceptar cuando pensamos en las pinches razones de Estado y en los estúpidos bienes mayores, como si tratáramos con números y no con personas, como si, ya sean uno, dos, o un millón de seres humanos, no recordáramos que eso es lo que son, seres humanos como cualquiera de nosotros, con vidas, sueños, ilusiones y esperanzas como nosotros, hijos y nietos de alguien, con hijos y con nietos, con amigos y amores, exactamente igual que nosotros.

¡Bien! Ya se hizo. Aceptamos las bajas y los sufrimientos en cuero ajeno, porque es muy fácil hacerlo así, y sentimos alivio de que al fin el problema entre Palestina e Israel se hubiera resuelto. ¿Decidimos dejar de mirar hacia allá, antes de constatar que verdaderamente hubiese paz? Los hechos han mostrado que sí. Hamas rompe una tregua y comienza a lanzar cohetes a Israel, con el objetivo de matar judíos ¿o es que alguien puede ser tan imbécil como para dudarlo? Lo hace durante más de un mes, sistemáticamente, utilizando también morteros ¿Qué dicen los medios de comunicación, la comunidad internacional, las hipócritas organizaciones pacifistas y humanitarias, los políticos y presidentes del mundo? Nada… después de todo ¿cuál es el problema? En más de un mes de ataques solo han logrado matar a menos de veinte, podemos asumir eso como bajas aceptables porque, para variar, son en cuero ajeno.

Y que no me vengan con la mentira de que sí se pronunciaron. Basta con verificar la prensa y comparar las tímidas, cortas, y casi inexistentes referencias al tema entonces, con los rasgados de vestiduras, las grandes marchas y manifestaciones, los pronunciamientos de los organismos internacionales y de los gobiernos, las expulsiones de diplomáticos, las secciones especiales en los medios, las campañas en Internet, gran show y cobertura de hoy… ¡Carajo! ¡Había existido medio oriente ¿no?!

Lo voy a escribir una vez más. No justifico ninguna muerte, y quisiera que en este instante no murieran ni palestinos ni israelíes, quisiera que reine una paz eterna entre, no solo esos dos pueblos, sino entre todos los pueblos del mundo. Pero creo que después de más de un mes de bombardeo, si Israel decide responder a las agresiones, es verdaderamente de hipócritas cretinos hacerse a los sorprendidos, y reaccionar como si los líderes judíos hubieran despertado de mal humor de un día para el otro, y hubiesen decidido atacar al primer pobre país que se les pusiera entre ceja y ceja.

¡Por favor dejemos de ser estúpidos! Busquemos la paz, llamemos al cese al fuego y a la mesa de negociación, pero sin nuestras absurdas actitudes condenatorias de pseudomoralistas castizos y virginales. No hicimos lo que se tenía que hacer ni dijimos lo que se tenía que decir en el momento apropiado, y en lugar de admitirlo y dejar de lado las reacciones escandalosas, hacemos que el mundo se vea demasiado antisemita para mi gusto.

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