Un elemento del referéndum del pasado domingo, que inexcusablemente se debe destacar, es la profunda responsabilidad con que los ciudadanos hacen suyos los procesos eleccionarios. Sin importarles si están siendo engranajes del uso perverso que los políticos hacen de la democracia y de la gente, los ciudadanos asumieron su papel de autoridades y motores de la democracia con fe y esperanza honestas, lo que implica un valor incalculable para cualquier sociedad, y del que muchos países del globo quisieran vanagloriarse.
Otro elemento a destacar es la campaña por el “no”, hecha casi enteramente por ciudadanos, intelectuales y personalidades, y solamente algunos políticos como Filemón Escóbar, Alejo Véliz o Victor Hugo Cárdenas, con una más que evidente carencia de medios, frente a un gobierno que ha vivido haciendo campaña durante tres años con el dinero y los bienes del Estado, e incluso con los petrocheques de Venezuela. Considerando esas variables, aunque de todos modos insuficiente, el trabajo y el esfuerzo de la gente rindió frutos e hizo que, por primera vez, los políticos se sumen a la línea de los ciudadanos y no al revés como fue costumbre.
¿Que en el resultado final la mayoría de los bolivianos optaron por la decisión equivocada? Es verdad, pero eso no puede borrar la adscripción de nuestra sociedad a la democracia como institución para la toma de decisiones colectivas, y para la administración del Estado Boliviano.
Sobre el discurso del Presidente, primero el tema de los 500 años de humillaciones incluso durante la república y bla bla bla, absurdo y ridículo viniendo de un campesino cocalero sin preparación profesional, sin conocimiento de idiomas extranjeros u originarios, sin gran fortuna y sin ojos celestes y cabello rubio, pero elegido gracias al un sistema democrático, furiosamente incluyente, construido por esa República a la que tanto deprecia. A ese argumento barato ya lamentablemente estamos acostumbrados, sabemos que es falso, y lo escuchamos como tal.
Sin embargo creo que el Presidente olvidó algunos nombres cuando hizo una cronología del proceso constituyente y agradeció a las personas que lo hicieron posible; pero lo haremos desde aquí. Hay que agradecer, en nombre del Presidente Morales, a Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, líderes de los movimientos políticos que también viabilizaron la aprobación del texto constitucional del MAS, además de políticos de nuestra región como Ricardo Pol y Gamal Serham que, junto a sus líderes, actuaron como veletas de acuerdo a sus olfatos estadísticos, estando en contra y a favor, en contra y a favor, de acuerdo a los resultados arrojados por las encuestas. Obviamente me olvido de Luís Vásquez Villamor y otros, pero en resumidas cuentas podemos nombrar a Podemos y UN como los grupos que deberían haberse desembarazado de la timidez y haber festejado con los ganadores en la plaza Murillo.
También olvidó agradecer a los que, de manera tímida y tardía, asumieron la posición por el “no” (siendo que los ciudadanos la habíamos hecho nuestra hace mucho) como si recién se hubiesen enterado de la importante decisión que el país debía tomar. Pienso en René Joaquino y Carlos Mesa, cuando imagino a unos tipos bastante desubicados o con pies de plomo, que descubrieron milagrosamente que la constitución del MAS era mala, cuando nosotros ya estábamos en campaña.
Este no es el momento para lloriqueos o pataleos. Se ha aprobado una nueva Constitución (a la que seguiré llamando “del MAS” porque la mía es la que perdió) y aunque nos deje menores espacios para luchar por la libertad y en democracia, mientras existan, es nuestro deber hacerlo. Yo no se que estén pensando los partidarios de los berrinches infantiles estilo Manfred Reyes en el 2002, pero yo estoy pensando en que esto no se ha terminado y hay unas elecciones en diciembre de este año. Nadie dijo que la lucha, por el hecho de ser por la libertad, garantizaba la victoria, ni que fuera corta, ni que fuera fácil. Y por eso se llama lucha, porque no termina hasta que termina.
Otro elemento a destacar es la campaña por el “no”, hecha casi enteramente por ciudadanos, intelectuales y personalidades, y solamente algunos políticos como Filemón Escóbar, Alejo Véliz o Victor Hugo Cárdenas, con una más que evidente carencia de medios, frente a un gobierno que ha vivido haciendo campaña durante tres años con el dinero y los bienes del Estado, e incluso con los petrocheques de Venezuela. Considerando esas variables, aunque de todos modos insuficiente, el trabajo y el esfuerzo de la gente rindió frutos e hizo que, por primera vez, los políticos se sumen a la línea de los ciudadanos y no al revés como fue costumbre.
¿Que en el resultado final la mayoría de los bolivianos optaron por la decisión equivocada? Es verdad, pero eso no puede borrar la adscripción de nuestra sociedad a la democracia como institución para la toma de decisiones colectivas, y para la administración del Estado Boliviano.
Sobre el discurso del Presidente, primero el tema de los 500 años de humillaciones incluso durante la república y bla bla bla, absurdo y ridículo viniendo de un campesino cocalero sin preparación profesional, sin conocimiento de idiomas extranjeros u originarios, sin gran fortuna y sin ojos celestes y cabello rubio, pero elegido gracias al un sistema democrático, furiosamente incluyente, construido por esa República a la que tanto deprecia. A ese argumento barato ya lamentablemente estamos acostumbrados, sabemos que es falso, y lo escuchamos como tal.
Sin embargo creo que el Presidente olvidó algunos nombres cuando hizo una cronología del proceso constituyente y agradeció a las personas que lo hicieron posible; pero lo haremos desde aquí. Hay que agradecer, en nombre del Presidente Morales, a Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, líderes de los movimientos políticos que también viabilizaron la aprobación del texto constitucional del MAS, además de políticos de nuestra región como Ricardo Pol y Gamal Serham que, junto a sus líderes, actuaron como veletas de acuerdo a sus olfatos estadísticos, estando en contra y a favor, en contra y a favor, de acuerdo a los resultados arrojados por las encuestas. Obviamente me olvido de Luís Vásquez Villamor y otros, pero en resumidas cuentas podemos nombrar a Podemos y UN como los grupos que deberían haberse desembarazado de la timidez y haber festejado con los ganadores en la plaza Murillo.
También olvidó agradecer a los que, de manera tímida y tardía, asumieron la posición por el “no” (siendo que los ciudadanos la habíamos hecho nuestra hace mucho) como si recién se hubiesen enterado de la importante decisión que el país debía tomar. Pienso en René Joaquino y Carlos Mesa, cuando imagino a unos tipos bastante desubicados o con pies de plomo, que descubrieron milagrosamente que la constitución del MAS era mala, cuando nosotros ya estábamos en campaña.
Este no es el momento para lloriqueos o pataleos. Se ha aprobado una nueva Constitución (a la que seguiré llamando “del MAS” porque la mía es la que perdió) y aunque nos deje menores espacios para luchar por la libertad y en democracia, mientras existan, es nuestro deber hacerlo. Yo no se que estén pensando los partidarios de los berrinches infantiles estilo Manfred Reyes en el 2002, pero yo estoy pensando en que esto no se ha terminado y hay unas elecciones en diciembre de este año. Nadie dijo que la lucha, por el hecho de ser por la libertad, garantizaba la victoria, ni que fuera corta, ni que fuera fácil. Y por eso se llama lucha, porque no termina hasta que termina.
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