Después del desastre del 15 de julio pasado, finalmente la Universidad Mayor de San Simón, no sin problemas, pudo elegir nuevas autoridades.
Docentes, estudiantes y administrativos demostraron que la democracia puede más que la violencia, la demagogia y la intolerancia, salvaguardando un proceso electoral amenazado de muerte. Cadenas de administrativos resguardando el movimiento de ánforas escrutadas, docentes transportándolas responsablemente, estudiantes vigilando que no sean asaltadas. Un verdadero trabajo de equipo que refleja las grandes posibilidades de salir adelante que tiene la institución. Este es un hecho digno de felicitaciones.
Sin embargo es necesario puntualizar algunos aspectos. Tal y como lo manifesté en un artículo del 20 de junio pasado, es necesario que todos los actores responsables del funcionamiento de la UMSS se deshagan de ciertos tabúes. La autonomía universitaria no implica que no se pueda solicitar los servicios de otras instituciones. San Simón no tiene fuerzas del orden, bomberos, fábricas de gaseosas y en fin… en la elección del viernes, la policía (igual que el día del desastre) no ingresó a la U para no "atentar" contra la autonomía universitaria (e hicieron bien) pero si en determinada situación, San Simón necesita proteger instalaciones, garantizar la paz, arrestar a un criminal, o algo por el estilo, debiera ser iniciativa de las autoridades universitarias solicitar el servicio requerido.
El acto electoral se llevó adelante, pero los grupos trotskistas decadentes apostaron, una vez más, por la violencia a plan de dinamitazos, pedradas y otros. Por el otro lado, estudiantes hartos de las actitudes destructivas de dicho grupo, decidieron corregir un error con otro, e incendiaron la sede de la FUL (hecho igualmente bárbaro) Ambas cosas se podrían haber evitado si la policía hubiese coadyuvado en la seguridad, no solo del evento, sino de los actores y las instalaciones de San Simón (que no son de los trotskistas, sino de la gente) Posteriormente los bomberos no sabían si ingresar a la Universidad para detener el fuego, pues creían que atentarían contra la autonomía, o intentar apagarlo desde la calle. Afortunadamente sí ingresaron y lograron controlar la situación.
Otro aspecto importante es que la Universidad tiene que entender que, a pesar de haber elegido autoridades, nuevecitas de paquete, la crisis institucional continúa, y la única forma de resolverla es a través de importantes y urgentes reformas que han venido quedando en el tintero desde hace mucho. Por eso creo de vital importancia la Convocatoria al Segundo Congreso de la UMSS, que es la instancia (y espero no equivocarme como en la constituyente) donde todos los actores de San Simón debiéramos arreglar todos los problemas que aquejan a nuestra institución, con espíritu constructivo, conciliador, y sin pensar (como se hizo con la constituyente) que el Congreso sirve para acaparar, ganar, mantener, someter y otras yerbas perjudiciales. Las palabras son construir, dialogar, mejorar.
Es obvio que hay grupos cuyos intereses se pondrán en juego. Los que gobiernan la universidad como si fuera su hacienda y no quieren cambiar nada, y los trotskistas que quieren que la hacienda pase a sus manos para hacer tres cuartos de lo mismo con ella. Todos ellos intentarán convertir el Congreso en un instrumento para alcanzar sus innobles fines, y por ello tendremos que estar muy atentos para evitar que la sinrazón se apodere de San Simón.
¿Podrá la Universidad mostrarle a la sociedad boliviana los que debió ser la constituyente? ¿Tendremos la capacidad intelectual necesaria para iniciar un proceso de modernización, excelencia y rigor científico? No lo se.
Lo que sí se es que el futuro de dicho proceso estará en manos de quienes acuden a las urnas a elegir representantes, ese es el momento decisivo en democracia, no otro. No podremos quejarnos más tarde de los actos de quienes hayamos elegido. No podremos decir "yo creí que iban a ser menos radicales en el Congreso" o "yo pensé que ahora sí velaría por los intereses de todos" No es un asunto fácil, pero habrá que saber reconocer quiénes son los radicales destructores, y quiénes son sus creadores, para no otorgarles ningún poder. De otra forma, estaremos perdidos.
Docentes, estudiantes y administrativos demostraron que la democracia puede más que la violencia, la demagogia y la intolerancia, salvaguardando un proceso electoral amenazado de muerte. Cadenas de administrativos resguardando el movimiento de ánforas escrutadas, docentes transportándolas responsablemente, estudiantes vigilando que no sean asaltadas. Un verdadero trabajo de equipo que refleja las grandes posibilidades de salir adelante que tiene la institución. Este es un hecho digno de felicitaciones.
Sin embargo es necesario puntualizar algunos aspectos. Tal y como lo manifesté en un artículo del 20 de junio pasado, es necesario que todos los actores responsables del funcionamiento de la UMSS se deshagan de ciertos tabúes. La autonomía universitaria no implica que no se pueda solicitar los servicios de otras instituciones. San Simón no tiene fuerzas del orden, bomberos, fábricas de gaseosas y en fin… en la elección del viernes, la policía (igual que el día del desastre) no ingresó a la U para no "atentar" contra la autonomía universitaria (e hicieron bien) pero si en determinada situación, San Simón necesita proteger instalaciones, garantizar la paz, arrestar a un criminal, o algo por el estilo, debiera ser iniciativa de las autoridades universitarias solicitar el servicio requerido.
El acto electoral se llevó adelante, pero los grupos trotskistas decadentes apostaron, una vez más, por la violencia a plan de dinamitazos, pedradas y otros. Por el otro lado, estudiantes hartos de las actitudes destructivas de dicho grupo, decidieron corregir un error con otro, e incendiaron la sede de la FUL (hecho igualmente bárbaro) Ambas cosas se podrían haber evitado si la policía hubiese coadyuvado en la seguridad, no solo del evento, sino de los actores y las instalaciones de San Simón (que no son de los trotskistas, sino de la gente) Posteriormente los bomberos no sabían si ingresar a la Universidad para detener el fuego, pues creían que atentarían contra la autonomía, o intentar apagarlo desde la calle. Afortunadamente sí ingresaron y lograron controlar la situación.
Otro aspecto importante es que la Universidad tiene que entender que, a pesar de haber elegido autoridades, nuevecitas de paquete, la crisis institucional continúa, y la única forma de resolverla es a través de importantes y urgentes reformas que han venido quedando en el tintero desde hace mucho. Por eso creo de vital importancia la Convocatoria al Segundo Congreso de la UMSS, que es la instancia (y espero no equivocarme como en la constituyente) donde todos los actores de San Simón debiéramos arreglar todos los problemas que aquejan a nuestra institución, con espíritu constructivo, conciliador, y sin pensar (como se hizo con la constituyente) que el Congreso sirve para acaparar, ganar, mantener, someter y otras yerbas perjudiciales. Las palabras son construir, dialogar, mejorar.
Es obvio que hay grupos cuyos intereses se pondrán en juego. Los que gobiernan la universidad como si fuera su hacienda y no quieren cambiar nada, y los trotskistas que quieren que la hacienda pase a sus manos para hacer tres cuartos de lo mismo con ella. Todos ellos intentarán convertir el Congreso en un instrumento para alcanzar sus innobles fines, y por ello tendremos que estar muy atentos para evitar que la sinrazón se apodere de San Simón.
¿Podrá la Universidad mostrarle a la sociedad boliviana los que debió ser la constituyente? ¿Tendremos la capacidad intelectual necesaria para iniciar un proceso de modernización, excelencia y rigor científico? No lo se.
Lo que sí se es que el futuro de dicho proceso estará en manos de quienes acuden a las urnas a elegir representantes, ese es el momento decisivo en democracia, no otro. No podremos quejarnos más tarde de los actos de quienes hayamos elegido. No podremos decir "yo creí que iban a ser menos radicales en el Congreso" o "yo pensé que ahora sí velaría por los intereses de todos" No es un asunto fácil, pero habrá que saber reconocer quiénes son los radicales destructores, y quiénes son sus creadores, para no otorgarles ningún poder. De otra forma, estaremos perdidos.
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