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jueves, 20 de diciembre de 2007

Soluciones, no parloteo

Yo le propondría al Presidente dejar de parlotear sobre la soberanía del pueblo y su derecho a la libre determinación, y asumir, con un espíritu democrático, prácticas orientadas a conseguir lo que tanto discursea.

Si el Presidente fuera más lógico (léase menos irracional) asumiría sin complejos que Bolivia está dividida en dos. Dos visiones distintas de cómo combatir los males (principalmente económicos) y conseguir el bienestar de la gente. Y precautelando la supuestamente sagrada unidad del país, evitaría continuar con sus intentos de imponer al conjunto de la ciudadanía la solución indigenista al problema.

Si el Presidente y sus asesores se preocuparan tan solo un poco por mantener la unidad nacional y la convivencia pacífica, harían todo lo necesario y humanamente posible por articular, junto con los opositores (y no me refiero solo a UN y Podemos), una solución que englobe la mayor parte de demandas posibles (cívicas, regionales, indígenas, urbanas, rurales, etc…) Sí, precisamente lo que intentó hacer Carlos Mesa, pero todo el mundo se le echó encima por "equilibrista" y lo que necesitamos hoy es un buen equilibrista.

¿Cómo lograrlo? La solución está frente a ellos, pero no les da la gana de verla. Lo que tenemos que hacer es optar por el federalismo (no, no es nada terrorífico ni implica la división de Bolivia) Hay en el mundo muchos países con formas de Estado federal y no se han dividido ni nada por el estilo, lo que han conseguido es vivir pacíficamente respetando sus peculiaridades regionales y autogobernándose de acuerdo a las especificaciones de cada estado federado.

Tenemos que redactar una constitución muy general (estilo norteamericana) que englobe los principios más básicos de convivencia en sociedad, la forma de organización del poder central, y nada de normas específicas.

Declarar a todos los departamentos "departamentos federales" (si no nos gusta la frase "Estado federal") y permitir (dentro del principio de soberanía y autodeterminación de los pueblos) que cada uno diseñe sus propias normas para establecer tratamientos especiales en regímenes económicos departamentales, de tierras, descentralización a través de autonomías, etc…

Cada departamento, a través de sus normas propias, le imprimiría a su forma de organización y administración la tendencia que requiera o prefiera su población. En La Paz, por ejemplo, se articularía un departamento federal con políticas de tendencia indigenista, mientras que en Santa Cruz la tendencia sería de corte liberal. Los paceños que no se sientan conformes con el estilo de las políticas asumidas por sus gobernadores siempre tendrían la posibilidad de trasladarse a una ciudad cuya forma de administración satisfaga sus expectativas, y lo mismo con los habitantes de Santa Cruz.

Dentro de cada departamento federal tendríamos la posibilidad de conformar pequeñas autonomías (que pueden ser indígenas) que también tendrían la posibilidad de asumir tendencias específicas de administración. Es decir 1. En el ámbito nacional, una constitución garante de derechos básicos y organizadora del poder nacional. 2. Debajo de la constitución, las normas departamentales con regulaciones más específicas y acordes con la cultura y los requerimientos de la población y 3. En el ámbito subregional unas formas de administración especiales para los pueblos que no han asimilado las departamentales (pues no podemos obligarles a hacerlo)

Esta idea no contradice para nada el afán de proteger la "sacrosanta" unidad del país, y más bien está orientada a conseguir la coexistencia pacífica entre bolivianos.

Lo que nos puede llevar a una confrontación sangrienta y, consecuentemente, a la división de Bolivia, son los delirios oficialistas de centralizar el poder supremo del Estado en un solo grupo político, destruir las instituciones de la democracia, imponer una visión única a un país plural, y continuar con el parloteo inútil mientras las salidas se desvanecen frente a nuestras narices.

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