Antes que nada: Que nos restauren el Tribunal Constitucional como única instancia de protección contra los posibles abusos del Estado y sus leyes. Pero que no lo hagan de manera tramposa (nombrando tribunos mediante decretazos, evitando que la oposición sesione, o presionándolos con cercos estúpidos) sino concertando con la oposición para elegir ciudadanos que solo respondan a la justicia y la constitucionalidad.
Que nuestras necias elites entiendan que "diálogo" no es una palabra vacía. Que aprendan que el primer requisito para iniciar un diálogo es que ambas partes admitan que pueden estar equivocadas y, por lo tanto, estar dispuestas a retroceder en muchas decisiones, mirando hacia la posibilidad de avanzar juntos. Decir no voy a retroceder ni un centímetro, pero si quieren charlamos no es predisposición real para pacificar la situación, es solamente una postura que busca resultados mediáticos. Es decir, es una impostura.
Que nuestro Vicepresidente mire bien el camino recorrido antes de volver a abrir la boca. No puede quejarse de que el estatuto autonómico no haya sido conversado o elaborado por "todos" cuando es precisamente ese "todos" el que no existió en la elaboración del texto constitucional del gobierno. No puede ser que después de haber sido asesor e impulsor de los movimientos sociales, hasta haberlos hecho llegar al gobierno, se queje porque hoy otros ciudadanos se organizan para protestar en las calles. Es absurdo oírle clamar por el respeto a la ley, cuando sus propios "compañeros" han transgredido amparos constitucionales (tema capitalidad), derechos constitucionales básicos (tomas de tierras, cerco al senado), las leyes de la constituyente (eliminación de los dos tercios, cambios de cede, convocatorias sorpresa) y un sinnúmero de otras acciones que casi han echado por tierra las viejas reglas de juego del Estado de Derecho, y han impuesto unas nuevas, basadas en ¿cuánta gente puedes movilizar? ¿cuánto puedes bloquear? y ¿qué tan violento puedes ser? Y que están siendo asumidas progresivamente por el resto del país, llevándonos al desorden y a la desesperanza.
El Presidente habla mucho de dignidad, pero les ha hecho creer, lloriqueos mediante, a ingenuos como Lula, que antes de estar en el poder solíamos escupir a los indios y que nuestros Presidentes eran rubios de ojos azules. ¡Por favor! Que cualquier extranjero bocafloja que desee hablar sobre Bolivia compre un libro de historia boliviana antes de parlotear. La democracia de nuestra nación, hasta el año 2005, se transformó en una de las más incluyentes del planeta, más que las de Brasil y Estados Unidos, puesto que en ninguno de estos dos países (muy respetables por supuesto) ha habido hasta hoy un presidente negro. Si se trata de inclusión por el maldito tema del color de piel, no me cansaré de decirlo, Juan Evo Morales Ayma es la prueba viviente de que en Bolivia no hemos sido excluyentes. Dejar de utilizar políticamente las diferencias de la pigmentación dérmica, sería un gran paso para iniciar la distensión y pacificación del país.
El Presidente tiene que entender que, en general, los que le hemos estado criticando gran parte del año, no lo hacemos por su cara, por su color, por su apellido (menos yo), por su forma de hablar, ni por nada de lo que él declara a la prensa. Hemos estado criticando políticas y actitudes que nos parecen erróneas. Por su tufillo autoritario y vengativo, por su poca predisposición a dialogar y a hacer política, por malgastar absurdamente la oportunidad de ser nuestro Presidente, el Presidente de "todos"
Que sus asesores sean menos cobardes, que le digan la verdad de lo que se ve en las calles, la hostilidad entre bolivianos, los precios altos en los mercados. Que le digan que la mayoría de los bolivianos, los que le apoyan y los que no, preferiríamos verle a él, a los ministros, al Vicepresidente, a los cívicos, a los Prefectos, a los líderes sindicales y políticos, sentados durante el tiempo que deseen (meses o más si hace falta) en una misma mesa, diseñando un país para todos. Verlos cumplir con sus obligaciones, y no dejárnoslas para que las resolvamos en las calles. Si necesitan tomarse unos tragos para romper el hielo, generar confianza y amistad, háganlo. Pero repito, la base para iniciar ese diálogo es estar dispuestos a retroceder cuanto sea necesario.
Y finalmente: Que haya cada vez más y más personas que manden a callar a Hugo Chávez. Que pierda todos los referendums y que le vaya muy mal en su locura megalómana de encabezar un pseudoimperialismo absurdo.
Composición gráfica: rodr160.blogspot.com
Que nuestras necias elites entiendan que "diálogo" no es una palabra vacía. Que aprendan que el primer requisito para iniciar un diálogo es que ambas partes admitan que pueden estar equivocadas y, por lo tanto, estar dispuestas a retroceder en muchas decisiones, mirando hacia la posibilidad de avanzar juntos. Decir no voy a retroceder ni un centímetro, pero si quieren charlamos no es predisposición real para pacificar la situación, es solamente una postura que busca resultados mediáticos. Es decir, es una impostura.
Que nuestro Vicepresidente mire bien el camino recorrido antes de volver a abrir la boca. No puede quejarse de que el estatuto autonómico no haya sido conversado o elaborado por "todos" cuando es precisamente ese "todos" el que no existió en la elaboración del texto constitucional del gobierno. No puede ser que después de haber sido asesor e impulsor de los movimientos sociales, hasta haberlos hecho llegar al gobierno, se queje porque hoy otros ciudadanos se organizan para protestar en las calles. Es absurdo oírle clamar por el respeto a la ley, cuando sus propios "compañeros" han transgredido amparos constitucionales (tema capitalidad), derechos constitucionales básicos (tomas de tierras, cerco al senado), las leyes de la constituyente (eliminación de los dos tercios, cambios de cede, convocatorias sorpresa) y un sinnúmero de otras acciones que casi han echado por tierra las viejas reglas de juego del Estado de Derecho, y han impuesto unas nuevas, basadas en ¿cuánta gente puedes movilizar? ¿cuánto puedes bloquear? y ¿qué tan violento puedes ser? Y que están siendo asumidas progresivamente por el resto del país, llevándonos al desorden y a la desesperanza.
El Presidente habla mucho de dignidad, pero les ha hecho creer, lloriqueos mediante, a ingenuos como Lula, que antes de estar en el poder solíamos escupir a los indios y que nuestros Presidentes eran rubios de ojos azules. ¡Por favor! Que cualquier extranjero bocafloja que desee hablar sobre Bolivia compre un libro de historia boliviana antes de parlotear. La democracia de nuestra nación, hasta el año 2005, se transformó en una de las más incluyentes del planeta, más que las de Brasil y Estados Unidos, puesto que en ninguno de estos dos países (muy respetables por supuesto) ha habido hasta hoy un presidente negro. Si se trata de inclusión por el maldito tema del color de piel, no me cansaré de decirlo, Juan Evo Morales Ayma es la prueba viviente de que en Bolivia no hemos sido excluyentes. Dejar de utilizar políticamente las diferencias de la pigmentación dérmica, sería un gran paso para iniciar la distensión y pacificación del país.
El Presidente tiene que entender que, en general, los que le hemos estado criticando gran parte del año, no lo hacemos por su cara, por su color, por su apellido (menos yo), por su forma de hablar, ni por nada de lo que él declara a la prensa. Hemos estado criticando políticas y actitudes que nos parecen erróneas. Por su tufillo autoritario y vengativo, por su poca predisposición a dialogar y a hacer política, por malgastar absurdamente la oportunidad de ser nuestro Presidente, el Presidente de "todos"
Que sus asesores sean menos cobardes, que le digan la verdad de lo que se ve en las calles, la hostilidad entre bolivianos, los precios altos en los mercados. Que le digan que la mayoría de los bolivianos, los que le apoyan y los que no, preferiríamos verle a él, a los ministros, al Vicepresidente, a los cívicos, a los Prefectos, a los líderes sindicales y políticos, sentados durante el tiempo que deseen (meses o más si hace falta) en una misma mesa, diseñando un país para todos. Verlos cumplir con sus obligaciones, y no dejárnoslas para que las resolvamos en las calles. Si necesitan tomarse unos tragos para romper el hielo, generar confianza y amistad, háganlo. Pero repito, la base para iniciar ese diálogo es estar dispuestos a retroceder cuanto sea necesario.
Y finalmente: Que haya cada vez más y más personas que manden a callar a Hugo Chávez. Que pierda todos los referendums y que le vaya muy mal en su locura megalómana de encabezar un pseudoimperialismo absurdo.
Composición gráfica: rodr160.blogspot.com
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