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viernes, 19 de septiembre de 2008

Estructura de la sinrazón

Si Evo Morales dice que movilizar gente en las calles causando inestabilidad es un intento de golpe civil, yo le digo que tiene que ser muy sinvergüenza para hablar de golpes civiles uno de los autores del golpe civil de octubre del 2003.

La resistencia civil opositora podía incluir la toma de instituciones públicas, pero debería haberse hecho dentro del marco de la racionalidad y no quemando y destruyendo los bienes que al final de cuentas nos pertenecen a todos, aunque estén circunstancialmente en manos del MAS. Las acciones en este sentido, han sido idénticas a la quema de la prefectura cochabambina cuando, igual que critica Evo Morales hoy, se intentó un golpe civil al ex-prefecto Reyes Villa. De la misma forma las movilizaciones y marchas de protesta, que podían haberse llevado a cabo con pañuelos blancos, clásicos y odiados por Morales, pero que desde el momento que se convierten en expresiones de racismo, golpeando a lo que sea que se mueva con tal de que tenga un aguayo encima, y con frases tan estúpidas como “esa raza maldita”, se rebajaron al mismo nivel que las expresiones racistas e intolerantes del oficialismo. Esto y más, pone en evidencia que el conflicto se ha vuelto un asunto de nazis contra nazis. Por un lado los recalcitrantes seguidores del nacional socialismo aymara postulado por el infame García Linera, y por el otro los igualmente recalcitrantes seguidores del nuevo nacional socialismo defendido por grupículos de imbéciles como la Unión Juvenil Cruceñista. Que haya entre medio gente que auténticamente cree, en el primer caso, en las reivindicaciones indígenas y en la exigencia de mayores seguridades por parte del Estado, y en el segundo caso gente que acertadamente pretende defender una forma de vida donde la libertad individual esté por encima de cualquier otro valor, es más que seguro. Al igual que lo es que, en el primer caso, también hay gente que defiende al gobierno porque le han pagado para hacerlo, o porque quiere defender los privilegios de la nueva clase político burocrática en el poder, y en el segundo caso gente que igualmente defiende privilegios o la satisfacción estomacal natural. Todo ello ya no importa cuando presenciamos la lucha entre las dos visiones más viles de la bolivianidad, entre los dos grupos más intolerantes de la sociedad, la maldad contra la maldad, o como escribí líneas arriba, nazis contra nazis.

Eso me recuerda al absurdo pronunciamiento de UNASUR. ¿Que la devolución de instituciones públicas debe ser prerrequisito para el inicio de un diálogo? ¿Qué todo debe hacerse dentro del marco de la preservación de la integridad de Bolivia?... ¡No señores! De lo que se trata hoy es de preservar la vida humana, y ni las instituciones públicas, ni la sacrosanta integridad nacional son lo suficientemente valiosas como para dejar a la vida humana en segundo plano. Es más, tanto las instituciones públicas, como el Estado como tal, han sido creadas para preservar, mantener y mejorar la vida en sociedad, pero la vida al fin. Lo que implica, horror de horrores, y que me odien los nacionalistas chovinistas, que si para preservar la vida y la libertad de las personas, agotadas las posibilidades de acuerdos, es necesario que Bolivia se convierta en dos o más Estados, debe hacerse lo antes posible y sin que nos tiemblen las manos.

También debo decir, y en esto he recibido una ayudita de mi amiga Santa María de los Buenos Aires, que el pronunciamiento de UNASUR es, en gran parte, alcahueterío entre populistas. A doña Kristina, igual que en algún momento a Chávez y a todos los populistas del barrio, cualquier rato se le cae el castillo de naipes, y su irresponsabilidad y politiquería le cobran factura. Entonces también hablarán de “golpistas y desestabilizadores”, se reunirán en algún club de presidentes, y sacarán un pronunciamiento a favor de quien o quienes tengan problemas en su respectivo país. Hoy te apoyamos, mañana nos apoyas, y juntos convencemos al mundo de que los opositores son los malvados y nosotros los buenos. La típica cantaleta del tercermundismo, somos pobres, la culpa es del capitalismo, somos mediocres, la culpa es del imperialismo, somos pésimos gobernantes, la culpa es de las oligarquías, somos ineptos, la culpa es de la globalización, somos irresponsables, la culpa es del liberalismo, somos charlatanes, la culpa es de Mr. Danger, etc, etc, etc.

Y desde esta columna, a nombre de todos los defensores de la Sociedad Abierta, la libertad individual, la libre competencia, la generación de riqueza, la democracia liberal, la igualdad de oportunidades, el orden espontáneo y el Estado mínimo, decirle a Mr. Chávez: ¡¿Por qué no te callas?!

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