Es evidente que el estado general de la oposición es desastroso, y en realidad hay personas que reemplazar, ideas que repensar, proyectos que desechar y rumbos que corregir en todos los frentes, pero definitivamente si hay alguien de quien la oposición tiene que deshacerse urgentemente es de don Tuto Quiroga.
Ya da lástima verle en televisión con sus declaraciones huecas de siempre, debatiéndose entre una supuesta ingenuidad o pureza angelical, o una contundente y patética estupidez. Durante nuestros últimos veinticinco años de democracia tuvimos muchas oposiciones, Jaime Paz Zamora, Sánchez de Lozada, e incluso Hugo Banzer Suarez, fueron de lejos mejores líderes de oposición que Jorge Quiroga. Y ni qué decir de Evo Morales, que lo único que sabe hacer es ser oposición, hasta cuando está en el oficialismo es capaz de hacerle creer a los bolivianos que a pesar de tener el poder y poseer los medios necesarios para generar empleos y acabar con la pobreza, siguen siendo los otros, y nunca él, los culpables de todos los males de la república. Pero don Tuto no, y es porque verdaderamente Tuto es un “tutito”, sin carisma, sin mística, sin convicciones y sin visión. Él y sus colaboradores son responsables de al menos la mitad de los fracasos de todo el movimiento opositor, no fueron Evo Morales, ni JL Exeni, ni Chávez, sino Tuto Quiroga y Podemos, quienes apostaron bobamente por la “polarización” en las elecciones del 2005, dejaron que desaparezcan los dos tercios de la Asamblea Constituyente, la extendieron en lugar de dejarla morir, aprobaron el referéndum revocatorio, y nunca presionaron lo suficiente para la restitución del Tribunal Constitucional, arguyendo, para todo esto, las razones más imbéciles. ¿Cuántas muestras más de ineptitud necesitamos para deshacernos de esta gente? ¿Cuántas oportunidades más les vamos a dar de ayudar al gobierno a hundirnos más? Y hablar de fraudes en el referéndum, del coronel Chávez, del Presidente de la corte, de la violencia del MAS, o de otros temas que por supuesto tienen su rol, no debe servir como justificativo a la incompetencia (o viveza criolla: por ahí dicen que Tuto, Oscar Ortiz, Luís Vásquez y Pinto hacen excelentes negocios con “empresarios” ex-políticos venezolanos mientras los bolivianos se matan) magistralmente demostrada por esta agrupación política.
No hay nada que perder, porque Podemos verdaderamente nunca significó nada, ni estructura partidaria, ni líderes prometedores, ni visión y programa integrales para Bolivia, ni historia ni presente ni futuro, ni siquiera un delegado en cada mesa para el referéndum… nada.
Por otro lado, el tema de la regionalización de la política está muy bien, y no es ninguna novedad desde el punto de vista de que conocemos el fenómeno por el proceso de surgimiento de líderes en el sistema político norteamericano. Es positivo desde el punto de vista de que descentralizada la política, se descentralizan los liderazgos, y tenemos mayores posibilidades de evadir la enfermedad caudillista de nuestra sociedad. A partir de la regionalización de la política tenemos dos opciones: 1. Que cada caudillo regional aspire a ser el máximo líder y el jefe de la oposición, con lo que conseguimos que cada uno de ellos se convierta en el líder de su territorio o de su tribu, y consecuentemente un grupo de oposiciones que a veces actúan como bloque y a veces por su cuenta, fáciles de dividir, desorganizados, y confundiendo a la gente. 2. Aprovechar el fenómeno para articular una dinámica nunca antes vista en Bolivia, a saber, la conformación de un movimiento político con múltiples líderes visibles y viables en las esferas nacional y departamental, pero que a partir de procesos de participación democrática sean ascendidos a una posición de liderazgo superior, con el compromiso de apoyar un proyecto y una visión de país, sin importar si “yo quería ser el jefe y perdí”.
Para todo ello, será necesario erradicar de la oposición todo lo que hiede, empezando por Tuto Quiroga y continuando con la Unión Juvenil Cruceñista y otros grupículos de ineptos que han ayudado, si, pero al oficialismo.
Ya da lástima verle en televisión con sus declaraciones huecas de siempre, debatiéndose entre una supuesta ingenuidad o pureza angelical, o una contundente y patética estupidez. Durante nuestros últimos veinticinco años de democracia tuvimos muchas oposiciones, Jaime Paz Zamora, Sánchez de Lozada, e incluso Hugo Banzer Suarez, fueron de lejos mejores líderes de oposición que Jorge Quiroga. Y ni qué decir de Evo Morales, que lo único que sabe hacer es ser oposición, hasta cuando está en el oficialismo es capaz de hacerle creer a los bolivianos que a pesar de tener el poder y poseer los medios necesarios para generar empleos y acabar con la pobreza, siguen siendo los otros, y nunca él, los culpables de todos los males de la república. Pero don Tuto no, y es porque verdaderamente Tuto es un “tutito”, sin carisma, sin mística, sin convicciones y sin visión. Él y sus colaboradores son responsables de al menos la mitad de los fracasos de todo el movimiento opositor, no fueron Evo Morales, ni JL Exeni, ni Chávez, sino Tuto Quiroga y Podemos, quienes apostaron bobamente por la “polarización” en las elecciones del 2005, dejaron que desaparezcan los dos tercios de la Asamblea Constituyente, la extendieron en lugar de dejarla morir, aprobaron el referéndum revocatorio, y nunca presionaron lo suficiente para la restitución del Tribunal Constitucional, arguyendo, para todo esto, las razones más imbéciles. ¿Cuántas muestras más de ineptitud necesitamos para deshacernos de esta gente? ¿Cuántas oportunidades más les vamos a dar de ayudar al gobierno a hundirnos más? Y hablar de fraudes en el referéndum, del coronel Chávez, del Presidente de la corte, de la violencia del MAS, o de otros temas que por supuesto tienen su rol, no debe servir como justificativo a la incompetencia (o viveza criolla: por ahí dicen que Tuto, Oscar Ortiz, Luís Vásquez y Pinto hacen excelentes negocios con “empresarios” ex-políticos venezolanos mientras los bolivianos se matan) magistralmente demostrada por esta agrupación política.
No hay nada que perder, porque Podemos verdaderamente nunca significó nada, ni estructura partidaria, ni líderes prometedores, ni visión y programa integrales para Bolivia, ni historia ni presente ni futuro, ni siquiera un delegado en cada mesa para el referéndum… nada.
Por otro lado, el tema de la regionalización de la política está muy bien, y no es ninguna novedad desde el punto de vista de que conocemos el fenómeno por el proceso de surgimiento de líderes en el sistema político norteamericano. Es positivo desde el punto de vista de que descentralizada la política, se descentralizan los liderazgos, y tenemos mayores posibilidades de evadir la enfermedad caudillista de nuestra sociedad. A partir de la regionalización de la política tenemos dos opciones: 1. Que cada caudillo regional aspire a ser el máximo líder y el jefe de la oposición, con lo que conseguimos que cada uno de ellos se convierta en el líder de su territorio o de su tribu, y consecuentemente un grupo de oposiciones que a veces actúan como bloque y a veces por su cuenta, fáciles de dividir, desorganizados, y confundiendo a la gente. 2. Aprovechar el fenómeno para articular una dinámica nunca antes vista en Bolivia, a saber, la conformación de un movimiento político con múltiples líderes visibles y viables en las esferas nacional y departamental, pero que a partir de procesos de participación democrática sean ascendidos a una posición de liderazgo superior, con el compromiso de apoyar un proyecto y una visión de país, sin importar si “yo quería ser el jefe y perdí”.
Para todo ello, será necesario erradicar de la oposición todo lo que hiede, empezando por Tuto Quiroga y continuando con la Unión Juvenil Cruceñista y otros grupículos de ineptos que han ayudado, si, pero al oficialismo.
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