Secciones

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Se pudre la oposición

Es evidente que el estado general de la oposición es desastroso, y en realidad hay personas que reemplazar, ideas que repensar, proyectos que desechar y rumbos que corregir en todos los frentes, pero definitivamente si hay alguien de quien la oposición tiene que deshacerse urgentemente es de don Tuto Quiroga.

Ya da lástima verle en televisión con sus declaraciones huecas de siempre, debatiéndose entre una supuesta ingenuidad o pureza angelical, o una contundente y patética estupidez. Durante nuestros últimos veinticinco años de democracia tuvimos muchas oposiciones, Jaime Paz Zamora, Sánchez de Lozada, e incluso Hugo Banzer Suarez, fueron de lejos mejores líderes de oposición que Jorge Quiroga. Y ni qué decir de Evo Morales, que lo único que sabe hacer es ser oposición, hasta cuando está en el oficialismo es capaz de hacerle creer a los bolivianos que a pesar de tener el poder y poseer los medios necesarios para generar empleos y acabar con la pobreza, siguen siendo los otros, y nunca él, los culpables de todos los males de la república. Pero don Tuto no, y es porque verdaderamente Tuto es un “tutito”, sin carisma, sin mística, sin convicciones y sin visión. Él y sus colaboradores son responsables de al menos la mitad de los fracasos de todo el movimiento opositor, no fueron Evo Morales, ni JL Exeni, ni Chávez, sino Tuto Quiroga y Podemos, quienes apostaron bobamente por la “polarización” en las elecciones del 2005, dejaron que desaparezcan los dos tercios de la Asamblea Constituyente, la extendieron en lugar de dejarla morir, aprobaron el referéndum revocatorio, y nunca presionaron lo suficiente para la restitución del Tribunal Constitucional, arguyendo, para todo esto, las razones más imbéciles. ¿Cuántas muestras más de ineptitud necesitamos para deshacernos de esta gente? ¿Cuántas oportunidades más les vamos a dar de ayudar al gobierno a hundirnos más? Y hablar de fraudes en el referéndum, del coronel Chávez, del Presidente de la corte, de la violencia del MAS, o de otros temas que por supuesto tienen su rol, no debe servir como justificativo a la incompetencia (o viveza criolla: por ahí dicen que Tuto, Oscar Ortiz, Luís Vásquez y Pinto hacen excelentes negocios con “empresarios” ex-políticos venezolanos mientras los bolivianos se matan) magistralmente demostrada por esta agrupación política.

No hay nada que perder, porque Podemos verdaderamente nunca significó nada, ni estructura partidaria, ni líderes prometedores, ni visión y programa integrales para Bolivia, ni historia ni presente ni futuro, ni siquiera un delegado en cada mesa para el referéndum… nada.

Por otro lado, el tema de la regionalización de la política está muy bien, y no es ninguna novedad desde el punto de vista de que conocemos el fenómeno por el proceso de surgimiento de líderes en el sistema político norteamericano. Es positivo desde el punto de vista de que descentralizada la política, se descentralizan los liderazgos, y tenemos mayores posibilidades de evadir la enfermedad caudillista de nuestra sociedad. A partir de la regionalización de la política tenemos dos opciones: 1. Que cada caudillo regional aspire a ser el máximo líder y el jefe de la oposición, con lo que conseguimos que cada uno de ellos se convierta en el líder de su territorio o de su tribu, y consecuentemente un grupo de oposiciones que a veces actúan como bloque y a veces por su cuenta, fáciles de dividir, desorganizados, y confundiendo a la gente. 2. Aprovechar el fenómeno para articular una dinámica nunca antes vista en Bolivia, a saber, la conformación de un movimiento político con múltiples líderes visibles y viables en las esferas nacional y departamental, pero que a partir de procesos de participación democrática sean ascendidos a una posición de liderazgo superior, con el compromiso de apoyar un proyecto y una visión de país, sin importar si “yo quería ser el jefe y perdí”.

Para todo ello, será necesario erradicar de la oposición todo lo que hiede, empezando por Tuto Quiroga y continuando con la Unión Juvenil Cruceñista y otros grupículos de ineptos que han ayudado, si, pero al oficialismo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Estructura de la sinrazón

Si Evo Morales dice que movilizar gente en las calles causando inestabilidad es un intento de golpe civil, yo le digo que tiene que ser muy sinvergüenza para hablar de golpes civiles uno de los autores del golpe civil de octubre del 2003.

La resistencia civil opositora podía incluir la toma de instituciones públicas, pero debería haberse hecho dentro del marco de la racionalidad y no quemando y destruyendo los bienes que al final de cuentas nos pertenecen a todos, aunque estén circunstancialmente en manos del MAS. Las acciones en este sentido, han sido idénticas a la quema de la prefectura cochabambina cuando, igual que critica Evo Morales hoy, se intentó un golpe civil al ex-prefecto Reyes Villa. De la misma forma las movilizaciones y marchas de protesta, que podían haberse llevado a cabo con pañuelos blancos, clásicos y odiados por Morales, pero que desde el momento que se convierten en expresiones de racismo, golpeando a lo que sea que se mueva con tal de que tenga un aguayo encima, y con frases tan estúpidas como “esa raza maldita”, se rebajaron al mismo nivel que las expresiones racistas e intolerantes del oficialismo. Esto y más, pone en evidencia que el conflicto se ha vuelto un asunto de nazis contra nazis. Por un lado los recalcitrantes seguidores del nacional socialismo aymara postulado por el infame García Linera, y por el otro los igualmente recalcitrantes seguidores del nuevo nacional socialismo defendido por grupículos de imbéciles como la Unión Juvenil Cruceñista. Que haya entre medio gente que auténticamente cree, en el primer caso, en las reivindicaciones indígenas y en la exigencia de mayores seguridades por parte del Estado, y en el segundo caso gente que acertadamente pretende defender una forma de vida donde la libertad individual esté por encima de cualquier otro valor, es más que seguro. Al igual que lo es que, en el primer caso, también hay gente que defiende al gobierno porque le han pagado para hacerlo, o porque quiere defender los privilegios de la nueva clase político burocrática en el poder, y en el segundo caso gente que igualmente defiende privilegios o la satisfacción estomacal natural. Todo ello ya no importa cuando presenciamos la lucha entre las dos visiones más viles de la bolivianidad, entre los dos grupos más intolerantes de la sociedad, la maldad contra la maldad, o como escribí líneas arriba, nazis contra nazis.

Eso me recuerda al absurdo pronunciamiento de UNASUR. ¿Que la devolución de instituciones públicas debe ser prerrequisito para el inicio de un diálogo? ¿Qué todo debe hacerse dentro del marco de la preservación de la integridad de Bolivia?... ¡No señores! De lo que se trata hoy es de preservar la vida humana, y ni las instituciones públicas, ni la sacrosanta integridad nacional son lo suficientemente valiosas como para dejar a la vida humana en segundo plano. Es más, tanto las instituciones públicas, como el Estado como tal, han sido creadas para preservar, mantener y mejorar la vida en sociedad, pero la vida al fin. Lo que implica, horror de horrores, y que me odien los nacionalistas chovinistas, que si para preservar la vida y la libertad de las personas, agotadas las posibilidades de acuerdos, es necesario que Bolivia se convierta en dos o más Estados, debe hacerse lo antes posible y sin que nos tiemblen las manos.

También debo decir, y en esto he recibido una ayudita de mi amiga Santa María de los Buenos Aires, que el pronunciamiento de UNASUR es, en gran parte, alcahueterío entre populistas. A doña Kristina, igual que en algún momento a Chávez y a todos los populistas del barrio, cualquier rato se le cae el castillo de naipes, y su irresponsabilidad y politiquería le cobran factura. Entonces también hablarán de “golpistas y desestabilizadores”, se reunirán en algún club de presidentes, y sacarán un pronunciamiento a favor de quien o quienes tengan problemas en su respectivo país. Hoy te apoyamos, mañana nos apoyas, y juntos convencemos al mundo de que los opositores son los malvados y nosotros los buenos. La típica cantaleta del tercermundismo, somos pobres, la culpa es del capitalismo, somos mediocres, la culpa es del imperialismo, somos pésimos gobernantes, la culpa es de las oligarquías, somos ineptos, la culpa es de la globalización, somos irresponsables, la culpa es del liberalismo, somos charlatanes, la culpa es de Mr. Danger, etc, etc, etc.

Y desde esta columna, a nombre de todos los defensores de la Sociedad Abierta, la libertad individual, la libre competencia, la generación de riqueza, la democracia liberal, la igualdad de oportunidades, el orden espontáneo y el Estado mínimo, decirle a Mr. Chávez: ¡¿Por qué no te callas?!

jueves, 11 de septiembre de 2008

Mesista acérrimo objeta

La semana pasada, en esta misma sección, Luís Christian Rivas escribió sobre la contribución del ex-presidente Carlos Mesa en el proceso de desinstitucionalización del Estado boliviano, e incluso pareció descalificarlo para opinar al respecto.

Permítaseme comparar la situación de octubre del año 2003 con un sistema a vapor cuya presión está excediendo los límites que puede soportar. Lo más lógico entonces, y si no se quiere que el sistema colapse, es disminuir la presión a través de los reguladores de presión creados para tal efecto, en este caso, los partidos políticos, cuya principal función es la de canalizar las demandas de los ciudadanos hacia el poder gubernativo o hacia ellos mismos. Demandas como mayor democracia interna, mayor honestidad y menos demagogia, orientadas a los mismos partidos; o demandas como mayores y mejores empleos, cambios en las políticas hidrocarburíferas y otros, que no fueron atendidas nunca por nuestros viejos politiqueros (prueba de ello es que en “Certezas e incertidumbres de la democracia” de Jorge Lazarte, editado en 1993, ya la gente pedía reformas políticas que los partidos se negaban a llevar adelante) Entonces, los reguladores de presión del sistema que debieron haber actuado oportunamente, estaban defectuosos. Al Presidente Carlos Mesa se le entrega un sistema a punto de colapsar por tanta presión, y con los reguladores inservibles, inhabilitados e inoperantes. La opción lógica, antes de que la máquina se destruya, era crear válvulas de escape. Esas válvulas de escape se tradujeron en la incorporación de reformas políticas como el referéndum, la desmonopolización de los partidos y la asamblea constituyente, de las cuales solamente la última fue introducida sin existir en la ley de necesidad de reforma de la legislatura anterior.

Ahora que conocemos los resultados de dichas medidas, que no disminuyeron las presiones y más bien debilitaron el sistema, es muy fácil criticar a Carlos Mesa; después de que entonces muchos rogábamos porque salve al país. Sin embargo es bueno recordar que las reformas introducidas a la Constitución el año 2004 no se hicieron por decreto, por lo tanto la responsabilidad de ellas no es solamente de Mesa, sino también de todos los viejos políticos que estaban en el Congreso y podrían haber hecho alguna mejor propuesta. Porque si no estábamos de acuerdo con la solución planteada, en aras de la estabilización política, económica y social del país, era necesario mostrar salidas alternativas. ¿Cuál era la salida alternativa? ¿Más derramamiento de sangre? ¿O la estupidez que escuchamos la semana pasada del estúpido parlamentario del Mas, Félix Rojas, que decía: “este es el Estado boliviano, al que no le guste que se vaya”? Estoy seguro de que de haber existido una salida más segura Carlos Mesa hubiera optado por ella, pero no escuché a nadie con una mejor propuesta entonces, y no escucho a nadie que acompañe su crítica con mejores propuestas hoy.

Por otro lado creo que es injusto equiparar a Carlos Mesa, introduciendo la asamblea constituyente en la Constitución, buscando pacificar el país, tratando de reparar todo el daño causado por décadas de politiquería, y equivocándose sin saberlo, con Evo Morales, tratando de confrontar al país en su favor y buscando la forma de mantenerse en el poder por muchos años, a sabiendas de que está destruyendo la nación en el proceso.

En el mejor de los casos se puede afirmar que Carlos Mesa cometió un error al incorporar dichas reformas, pero por honestidad intelectual debemos reconocer que fue un error cometido de buena fe. Buena fe que nadie quiso acompañar, ni los partidos políticos, ni los movimientos sociales, ni Evo Morales, ni algunos movimientos cívicos y medios de comunicación. Y eso lo hace muy distinto de Evo Morales, que al violar la ley porque le da la gana y cuando le da la gana lo que hace es cometer un delito con premeditación y alevosía.

Carlos Mesa fue un presidente con demasiados principios, con demasiada buena fe, con demasiada altura para nuestra sociedad, definitivamente un presidente que no merecíamos… hoy, tenemos el presidente que merecemos.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Lo que debió decir Puente

Es curioso el parecido entre los prefectos oficialistas. Hace poco Rafael Puente declaraba que no haría ningún reclamo por los recursos económicos provenientes del IDH confiscados a la prefectura porque “nos sobra plata” y me recordó al Prefecto de Potosí, que después de que los potosinos se han quejado durante décadas por haber mantenido a Bolivia con la minería y no haberse desarrollado plenamente, y teniendo hoy la oportunidad de recibir el mismo favor de las regiones productoras de hidrocarburos, declaraba durante el diálogo del mes de enero, que Potosí no necesitaba dichos recursos.

Claro, a Potosí y a Cochabamba les sobra plata, tan es así, que son las regiones con menor índice de pobreza, con mayores oportunidades de empleo y generación de riqueza, y con la mejor infraestructura civil del país. Todos los bolivianos ambicionan migrar a Cochabamba o Potosí porque, de lograrlo, sus futuros están asegurados. Y yo creo que si nos sobra tanta plata como dicen nuestros prefectos, deberíamos crear agencias de cooperación para los países menos afortunados que podemos encontrar por doquier en África. Dos poderosas regiones como las nuestras, hartas de inversión y riqueza, sin ninguna necesidad, con dinero para botar, deberíamos financiar proyectos de desarrollo para sacar a los países africanos del atraso.

Pero más allá del sarcasmo, creo que si Puente fuera tan honesto como me habían hecho creer los cochabambinos (o él les había hecho creer a ellos), lo que debería haber dicho es que no va a hacer ningún reclamo por los recursos del IDH porque él no está en esa prefectura para defender los intereses de la región ni mucho menos, sino para neutralizar a Cochabamba como región contestataria y de esa forma defender a su gobierno. Debió haber dicho: “Yo soy un Prefecto nombrado por el Presidente Morales, es obvio que no voy a hacer nada que perjudique la imagen y la gestión del Presidente Morales. Estoy aquí como una garantía de que desde Cochabamba no va a tener más problemas” Eso hubiera sido un acto de verdadera honestidad.

Otra cosa que debería haber dicho a los periodistas, esos sucios y vendidos, es: “Mi gestión va a ser diametralmente distinta a la de Reyes Villa, olvídense de caminos, riego y puentes, el único Puente que van a tener conmigo soy yo. Cochabamba ya ha manifestado que esas gestiones ejecutivas son incorrectas, así que no se preocupen, si nos ven entregar obras será porque las inició la anterior gestión, y no porque nosotros tengamos la intención de entrar en la dinámica del obrismo” por otro lado, un elemento muy importante que debería haber destacado es a lo que se va a dedicar porque, ya que nos sobra plata, por lo tanto no hay pobreza ni desempleo, porque hay demasiado desarrollo y riqueza en nuestra región, y consecuentemente no nos hace falta nada, entonces a alguna cosa se tiene que dedicar el nuevo Prefecto. En este sentido la declaración debería haber sido más o menos así: “Nosotros nos vamos a dedicar a neutralizar a los posibles elementos que pudieran constituirse en piedras en el zapato para nuestro Presidente. Empezando por el anterior prefecto, a quien nos encargaremos de inventarle los actos de corrupción que fueran necesarios, y las negligencias suficientes, de tal manera que podamos terminar de convencer a Cochabamba de que los únicos que merecen sus favores somos nosotros. Entonces, nuestra principal labor se resumirá en echar barro a gestiones anteriores, y en constituirnos en una prefectura del oficialismo, muy sumisa y complaciente, pero absolutamente contraria a las regiones opositoras” Cosa que, ahora que el Presidente decidió ser un autócrata, gobernando por decreto como cualquier dictador, violando las leyes a placer y concentrando el poder del gobierno en un solo órgano, es urgentemente necesaria ¿Qué mejor que un grupículo de sujetos en las prefecturas, justificando que el Presidente sea impunemente poderoso?

Después de una declaración como esta, uno podría haber admitido e incluso admirado la honestidad que supuestamente caracterizaba a Rafael Puente. Porque en resumidas cuentas eso es lo que va a suceder de hoy en adelante en Cochabamba, lo mismo que en Potosí. Claro que no hay que quejarse demasiado. Después de todo, más Potosí que Cochabamba, pero ambos, votaron por lo que están recibiendo. Como ambas regiones deben estar muy bien en sus índices de desarrollo, es de esperar que los ciudadanos continúen contentos y no se quejen del “nuevo estilo” prefectural. Los únicos con moral para quejarnos somos quienes le dijimos “no” al Presidente y sus acólitos.