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jueves, 31 de marzo de 2011

Mentiras presidenciales

Recuerdo que uno de los primeros países con los que el gobierno de Evo Morales estableció relaciones diplomáticas fue Libia. Entonces Gadafi ya era un gobernante autócrata, pero le había entregado a Morales un premio de 50 mil dólares, “El Premio Gadafi a los Derechos Humanos”, el año 2003.

Recuerdo, también, que cuando cuestionamos las razones por las que Bolivia se relacionaba con el régimen libio, alguna de las autoridades de gobierno (el Canciller si no me equivoco) afirmó que teníamos mucho en común con Libia, y dijo, textualmente “comenzando por el nombre: Libia, Bolivia”. Demás está decir que me indigné con semejante bobería de respuesta ¿creerían que éramos tan idiotas como para aceptar que porque los nombres de dos países riman éstos deberían entablar relaciones diplomáticas?

En realidad, Morales le estaba devolviendo a Gadafi el favor de haberle concedido ese premio justo cuando necesitaba de reconocimientos y fondos para su movimiento político. Después, lo único en común entre Libia y Bolivia es que ambos países tienen gobernantes obsesionados con el poder.

No es sorprendente que tanto Chávez como Evo Morales estén rechazando la intervención de la comunidad internacional en el conflicto libio.

Pueblo harto de gobierno no democrático se revela y lucha por la libertad; sería una excelente oportunidad para que los hombres y mujeres de idas libertarias y convicción democrática apoyasen una auténtica revolución. Gobierno despótico que no quiere abandonar el poder y los privilegios masacra a sus ciudadanos; sería un momento perfecto para que los defensores de las libertades y derechos humanos aprueben la intervención, no de EEUU, sino de la comunidad internacional.

¿Por qué Chávez y Morales se transforman en detractores de esto? Creo que ellos no rechazan la intervención mundial porque defiendan al gobierno libio, sino porque, igual que Gadafi, son autócratas obsesionados con el poder, al punto de que se ven a si mismos en la situación de intentar retenerlo a como de lugar y, por supuesto, les indigna que justo cuando estén por aniquilar a los líderes opositores que exijan libertad y democracia, una pinche resolución de la ONU les arruine la fiesta. En otras palabras, están tratando de salvaguardar su propia oportunidad de poder defender el poder por la fuerza, sin que el mundo les condene e intervenga para salvar a sus pueblos.

Evo Morales nos miente cuando al rechazar la resolución de la ONU arguye que las potencias extranjeras pretenden apropiarse de los recursos naturales libios, al igual que miente cuando dice que el ATPDEA era un chantaje por el que EEUU nos exigía la privatización de los hidrocarburos.

Seguramente no lo menciona porque ahora que esto se parece tanto a un narcogobierno no le conviene, pero el ATPDEA requería como única exigencia la demostración de que el país tenía verdadera voluntad para luchar contra el cultivo excedente de coca y el narcotráfico. A cambio de ello, Norteamérica nos concedía, de manera preferencial (léase “privilegio”), facilidades especiales para vender joyas, textiles y otros productos en sus mercados. Era un intercambio de dólares que ingresaban por narcotráfico (comercio ilegal, mafias y delincuentes) a dólares que ingresaban por exportaciones (comercio legal, empresas y empleos).

Bolivia podía soberanamente, como lo hizo con Morales, elegir lo primero y despreciar lo segundo. Pero que el Presidente no mienta diciendo que el ATPDEA era a cambio de privatizar los hidrocarburos.

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