Aunque hay varios otros temas importantes de los que me gustaría escribir, como de lo bueno que sería que se consolide la medida de la libre desafiliación de la Caja Nacional de Salud, y la libre afiliación en otras cajas de seguridad social, promoviendo la competencia entre éstas por otorgar un mejor servicio y desalentando la ineficiencia y la corrupción de carcomen la CNS; o de la necesidad de levantar el subsidio a los hidrocarburos de manera gradual, a través de elevaciones anuales que no superen los cincuenta centavos de boliviano, y no de la manera torpe que se intento en diciembre pasado; hay un problema que aun me tiene sin paz, y es la forma implacable con que se está usando el poder para castigar a los indígenas.
En primer lugar. Los colonos y cocaleros –que evidentemente responden al gobierno- tienen como rehenes a los indígenas del Tipnis y lo manifiestan de la manera más descarada, arguyendo decisiones de asambleas y ampliados. Nadie puede ingresar al Parque Nacional si no es con la autorización de los acólitos del masismo.
En segundo lugar. La interpretación maliciosa de la intangibilidad del Tipnis que pretenden aplicar, prohibiendo a los propios indígenas que cacen y pesquen en su propio territorio, y sabiendo que esa es su forma de subsistencia.
Tercero. La campaña de desprestigio contra los indígenas encabezada por Evo Morales, que lejos de haberse detenido ha continuado su curso de manera firme y segura.
Todo ello no muestra más que la pervivencia del poder abusivo, déspota y sanguinario, de entrañas imperiales y coloniales, por el que quienes tienen el poder, la fuerza bruta y la burocracia en sus manos, vulneran la libertad y los derechos de todo aquel que se interpone en el camino de consolidar sus designios.
Esa opresión colonial de la que tanto se ha hablado durante los últimos cinco años, por la que los indígenas habrían sido sometidos en pos de los intereses de quienes detentaban el poder, está más presente que nunca en las manos de Evo Morales.
Fueron los gobiernos del pasado –lo hayan querido o no- los que declararon ese territorio Parque Nacional y lo reconocieron como Tierra Comunitaria de Origen. Y es el gobierno de hoy el que desconoce aquello y, adicionalmente, desconoce los Derechos Humanos de los habitantes de ese territorio.
Es posible que los gobiernos anteriores no hayan prestado suficiente atención a las comunidades indígenas, pero tampoco se empeñaron en quietarles lo que habían ganado con tanto esfuerzo.
Colonialismo es tratar a los que se considera inferiores como idiotas incapaces de tomar sus propias decisiones. Engañarlos con supuestas propiedades de territorios, con títulos rimbombantes de “Naciones Indígenas”, con capítulos enteros de derechos constitucionales a los que serían acreedores, con consignas y discursos indigenistas y pachamamistas, y acto seguido desconocer todo aquello cuando aparezca el primer monigote con un proyecto de carretera.
Colonialismo es, cuando esos a los que se considera inferiores y sometidos al poder se revelan, y tratan de hacer valer todos esos derechos, escarmentarlos con cercos de alarifes, matones y esbirros, y con insultos y calumnias públicas y mediáticas, aprovechando que se es dueño del poder y la superioridad en número.
Colonialismo es pretender darles otra vez espejitos a cambio de lo que verdaderamente quieren y se les ha prometido, y castigarlos cuando no los aceptan.
Evo Morales es un Pizarro escarmentando a los indios del Tipnis, por no haber aceptado los espejos a cambio de la vida.
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