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viernes, 15 de junio de 2007

Yo también quiero ser un pirata

No otra cosa me inspiran Johnny Deep y Keira Knightley en “Piratas del Caribe III”.

No sé qué es lo que hago aquí sentado escribiendo en una PC, ni qué es lo que hace usted leyendo lo que escribo. Podríamos ser parte de trepidantes aventuras surcando los mares, viviendo leyendas, viajando a los confines del mundo, suprimiendo maldiciones, y en fin… tantas cosas más interesantes…

Ok… yo sé… y ustedes saben… que eso no es posible, pero me gusta olvidarlo en algunos momentos.

Los piratas del mundo se unen para enfrentar la modernización, la racionalización, la “civilización”, la globalización, la desaparición, la extinción, la… suficiente. El punto es que los mejores piratas lo consiguen.

Se que ya le han hecho muchas (y algunas no muy favorables) críticas a la última entrega de “Piratas del Caribe”, pero esto no pretende ser una crítica, es sólo una opinión. Me he concentrado en el rostro siempre reflejando satisfacción de todos esos piratas cada vez que alguien se comporta como tal. Me he concentrado en mi propia satisfacción cuando alguno de ellos actúa piratezcamente. He querido estar dentro de la historia para hacer algo que merezca un rostro de pirata satisfacción.

La única idea de la película que no fue tan de mi agrado es la de los montones de Jack Sparrows en el fin del mundo… qué les puedo decir, me dio la impresión de que para esa secuencia el director le prestó su silla a Stanley Kubrick. El resto me gustó demasiado.

La costumbre de las escenas y actitudes magistralmente humorísticas no podía faltar. Tampoco los efectos especiales magníficos, ni el mercadeo de personajes. Porque háganme favor, con esa reina de los piratas... ¡que me apunten en la lista de candidatos para rey! Y con ese Capitán Sparrow, si yo fuera mujer (o si me gustaran los hombres), me enlistaría en su tripulación.

Una producción concebida para entretener, soñar y reír. Perfecta para alejarse de la vida que nos hemos inventado.

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