Karl Popper dijo “la tolerancia no debe llegar a los intolerantes, porque entonces, se elimina a si misma como posibilidad de existencia real”
¿Por qué creen que muchos bolivianos recibimos horrorizados la noticia del establecimiento de “relaciones amistosas” con Irán? La intolerancia, según la real academia, es el odio o la violencia contra los que piensan distinto o los que creen en cosas diferentes. De ahí que ideologías como el marxismo o religiones como el Islam, en sus versiones más crudas, son estructuras de ideas absolutamente intolerantes.
El Presidente de Irán, detrás de su baja estatura y su apariencia inofensiva, carga con esas ideas de odio y violencia contra los valores y beneficios de los países libres. El mismo tipo de intolerancia que apagó la vida de Benazir Buttho.
Tal solo al llegar a Pakistán, Buttho fue recibida por un atentado terrorista que mató a 135 personas, sin contemplaciones y cobardemente. Ella dijo “no puedo dejar de hablar en público con la gente, eso es la democracia” y tenía razón, un verdadero demócrata requiere del contacto con la gente para mantener su lazo con la realidad, no puede pretender conocer los problemas e inquietudes de sus compatriotas desde detrás de un escritorio. Pero que difícil es combatir la intolerancia con democracia y las bombas con ideas, hay que tener una gran valentía para hacerlo y, en el caso de Benazir Buttho, hay que tener los ovarios bien puestos.
Los demócratas tienen que ser valientes, más aun en países donde las ideas intolerantes son tan populares. Buttho había dicho que la lucha contra el terrorismo era una guerra del pueblo pakistaní, y no un tema que le interese solamente a Europa y Estados Unidos. Y lo dijo en las narices de los terroristas, ellos, no podían explicar al pueblo de Pakistán las razones por las que el terrorismo es bueno, no podían hacerlo en un mitin, igual que Benazir, porque no hay posibilidad alguna de hacerlo. No existe justificación racional humanamente comprensible para justificar el hecho de eliminar seres humanos por pensar distinto o creer en diferentes cosas, las cobardías no se pueden defender en mítines callejeros.
La única opción para los intolerantes, siempre ha sido la eliminación de los diferentes, destruir la libertad de pensar, y estructurar sociedades de autómatas con las mismas ideas y costumbres, con las mismas creencias, pájaros enjaulados con las alas cortadas.
Cuando vemos lo sucedido en Pakistán, parece sumamente lejano, como si fuera una realidad extremadamente distinta y distante de la nuestra. Pero en nuestra Bolivia podemos ver las mismas señales de intolerancia en versiones de “alasita”. Cuando en las zonas altiplánicas dominadas por el “mallku” o en el Chapare de Evo Morales no se permite el ingreso de otros partidos políticos para hablar con la gente, para hacer campaña, so pena de ser apedreados o algo más ¿acaso no estamos hablando de intolerancia? Cuando, por pensar diferente, por luchar por distintas cosas, los líderes opositores son amenazados, patético y cruel acto mediante, de ser degollados como perros a manos de los ponchos rojos ¿no estamos hablando de intolerancia? Cuando los imbéciles de la unión juvenil cruceñista golpean a transeúntes por presumir que son partidarios del gobierno ¿acaso no estamos siendo testigos de un acto de intolerancia? Y cuando las manifestaciones de los cívicos de Cochabamba son recibidas con insultos por los masistas en la plaza 14 de septiembre, y cuando los manifestantes paceños son agredidos por gente del gobierno, cuando las calles solo pueden utilizarlas los que están a favor del gobierno, en fin…
Aunque afortunadamente la nuestra aun es una versión de “alasita” de la intolerancia, es nuestro deber achicarla a su mínima expresión porque, como cualquier criatura del mal, la nuestra puede crecer hasta el tamaño que nosotros le permitamos, y mientras más grande más difícil de eliminar. Sino preguntémosle a la dinastía Buttho, el padre y los hermanos de Benazir también murieron a causa de la intolerancia. Ella es hoy, una razón más para amar profundamente la libertad, una razón para mantener a la intolerancia alejada de nuestras almas. Buen viaje, valiente hija del destino.
¿Por qué creen que muchos bolivianos recibimos horrorizados la noticia del establecimiento de “relaciones amistosas” con Irán? La intolerancia, según la real academia, es el odio o la violencia contra los que piensan distinto o los que creen en cosas diferentes. De ahí que ideologías como el marxismo o religiones como el Islam, en sus versiones más crudas, son estructuras de ideas absolutamente intolerantes.
El Presidente de Irán, detrás de su baja estatura y su apariencia inofensiva, carga con esas ideas de odio y violencia contra los valores y beneficios de los países libres. El mismo tipo de intolerancia que apagó la vida de Benazir Buttho.
Tal solo al llegar a Pakistán, Buttho fue recibida por un atentado terrorista que mató a 135 personas, sin contemplaciones y cobardemente. Ella dijo “no puedo dejar de hablar en público con la gente, eso es la democracia” y tenía razón, un verdadero demócrata requiere del contacto con la gente para mantener su lazo con la realidad, no puede pretender conocer los problemas e inquietudes de sus compatriotas desde detrás de un escritorio. Pero que difícil es combatir la intolerancia con democracia y las bombas con ideas, hay que tener una gran valentía para hacerlo y, en el caso de Benazir Buttho, hay que tener los ovarios bien puestos.
Los demócratas tienen que ser valientes, más aun en países donde las ideas intolerantes son tan populares. Buttho había dicho que la lucha contra el terrorismo era una guerra del pueblo pakistaní, y no un tema que le interese solamente a Europa y Estados Unidos. Y lo dijo en las narices de los terroristas, ellos, no podían explicar al pueblo de Pakistán las razones por las que el terrorismo es bueno, no podían hacerlo en un mitin, igual que Benazir, porque no hay posibilidad alguna de hacerlo. No existe justificación racional humanamente comprensible para justificar el hecho de eliminar seres humanos por pensar distinto o creer en diferentes cosas, las cobardías no se pueden defender en mítines callejeros.
La única opción para los intolerantes, siempre ha sido la eliminación de los diferentes, destruir la libertad de pensar, y estructurar sociedades de autómatas con las mismas ideas y costumbres, con las mismas creencias, pájaros enjaulados con las alas cortadas.
Cuando vemos lo sucedido en Pakistán, parece sumamente lejano, como si fuera una realidad extremadamente distinta y distante de la nuestra. Pero en nuestra Bolivia podemos ver las mismas señales de intolerancia en versiones de “alasita”. Cuando en las zonas altiplánicas dominadas por el “mallku” o en el Chapare de Evo Morales no se permite el ingreso de otros partidos políticos para hablar con la gente, para hacer campaña, so pena de ser apedreados o algo más ¿acaso no estamos hablando de intolerancia? Cuando, por pensar diferente, por luchar por distintas cosas, los líderes opositores son amenazados, patético y cruel acto mediante, de ser degollados como perros a manos de los ponchos rojos ¿no estamos hablando de intolerancia? Cuando los imbéciles de la unión juvenil cruceñista golpean a transeúntes por presumir que son partidarios del gobierno ¿acaso no estamos siendo testigos de un acto de intolerancia? Y cuando las manifestaciones de los cívicos de Cochabamba son recibidas con insultos por los masistas en la plaza 14 de septiembre, y cuando los manifestantes paceños son agredidos por gente del gobierno, cuando las calles solo pueden utilizarlas los que están a favor del gobierno, en fin…
Aunque afortunadamente la nuestra aun es una versión de “alasita” de la intolerancia, es nuestro deber achicarla a su mínima expresión porque, como cualquier criatura del mal, la nuestra puede crecer hasta el tamaño que nosotros le permitamos, y mientras más grande más difícil de eliminar. Sino preguntémosle a la dinastía Buttho, el padre y los hermanos de Benazir también murieron a causa de la intolerancia. Ella es hoy, una razón más para amar profundamente la libertad, una razón para mantener a la intolerancia alejada de nuestras almas. Buen viaje, valiente hija del destino.
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