Yo no se de qué partido político pensaba Wálter Valda que era candidato. En una entrevista con “El Deber” dice sobre la capitalidad plena: “Ésta es una deuda histórica que tiene el Estado boliviano con Chuquisaca desde la Guerra Federal. La capitalidad es un derecho irrenunciable e histórico de Sucre… La salida más viable es que el Estado nacional decida sobre esto en un referéndum.” ¿…? Se supone que él era candidato del MAS, partido político que ya ha demostrado de sobra que no quiere hablar nada de capitalidades plenas. Por otro lado, cuando dice “Estado Nacional” ¿a qué Estado Nacional se refiere, al que desaparece con la propuesta de constitución de su partido? Este candidato, a quien Savina Cuellar ganó en Chuquisaca con un porcentaje mayor al que obtuvo Evo Morales (54% de Evo versus 57% de Savina*), era el típico candidato salido de la escuela de la politiquería, con el horrible vicio de decirle a la gente cualquier cosa que quiera escuchar con tal de conseguir su voto, y sin importar si las cosillas que salen de su boquita son totalmente contrarias a lo que él piensa o su partido busca. Y dicho sea de paso, la gran idea de un referéndum nacional para decidir lo de la capitalidad plena, la hemos planteado machaconamente desde esta columna en el momento en que las cosas aun se podían haber solucionado de esa forma, e incluso se la habíamos planteado al Presidente como una estrategia para dejar a su oposición sin argumentos, pero prefirieron seguir con sus afanes de imponer las cosas de manera caprichosa y autoritaria. En fin, que venga Dios y los entienda. Pero el punto es que una de las cosas que ni Evo Morales ni el MAS están cambiando en Bolivia, es la patética talla de nuestros políticos, que siguen siendo endulzadores de orejas, pero que de estadistas no tienen ni las narices.
Es que es muy fácil articular discursos jugando con lo más noble de las ilusiones y emociones de los ciudadanos, “con un palito y sobre la arena, se pueden hacer grandes potreros” decía mi bisabuela. A ver cuándo aprenden nuestros políticos a hacer campañas de las difíciles, diciendo lo que realmente piensan, y describiendo con el mayor detalle y simpleza posibles, exactamente lo que pretenden hacer una vez en el poder, incluyendo los posibles esfuerzos y/o sacrificios que podrían requerirse de la sociedad por eventuales ajustes económicos o de otras índoles, y no simplemente describiendo lo maravillosas que serán sus acciones y el espléndido estado en el que nos encontraremos después de sus mandatos. Eso me recuerda al fragmento de un libro que pone “Encuentro con Karl Popper” como título, y en cuya de las partes, Mario Vargas Llosa le cuenta al gran filósofo cómo durante su campaña política por la presidencia de la República del Perú, decidieron hacer exactamente lo descrito líneas arriba, nada mas y nada menos que decir la verdad. Las elecciones las perdieron frente a Fugimori ¿eso quiere decir que la estrategia fue mala? yo creo que no. Posiblemente nuestras sociedades aun no están listas para escuchar lo que duele (las verdades), y por eso, aunque Vargas Llosa demostró que hacer una campaña política con la verdad en los labios es posible, la estrategia aun no brinda resultados satisfactorios. Será hasta que nos cansemos de los vendedores de sueños, los profetas de la felicidad fácil, y los proyectores de espejismos. En pocas palabras, de los ilusionistas de la política.
Y es que este también es un tema de demanda y oferta, y de la misma forma que pasa en la filosofía, que se espera que los intelectuales sean profetas del destino, en palabras de Popper “pregoneros de los oscuros secretos de la vida, del mundo y del ser humano, de la historia y de la existencia. Aquí, como tantas veces, la constante demanda engendra desgraciadamente una oferta. Se buscan guías y profetas. No es de extrañar que se encuentren guías y profetas.” en la política se buscan magos e ilusionistas, tampoco es de extrañar que se encuentren magos e ilusionistas. Esperemos que alguna vez nuestras sociedades despierten, y en lugar de esperar a que les vendan la felicidad fácil, busquen a quien les ayude a construir su felicidad en libertad, con tesón, esfuerzo e ímpetu.
* Para cuando este artículo salió publicado, los resutados oficiales finales le habían dado un 51% a la victoria de Doña Savina Cuellar. No es más que lo obtenido por el Presidente Evo Morales, pero es, en todo caso, una victoria contundente. Y de todos modos, seguimos buscando ilusionistas.
Es que es muy fácil articular discursos jugando con lo más noble de las ilusiones y emociones de los ciudadanos, “con un palito y sobre la arena, se pueden hacer grandes potreros” decía mi bisabuela. A ver cuándo aprenden nuestros políticos a hacer campañas de las difíciles, diciendo lo que realmente piensan, y describiendo con el mayor detalle y simpleza posibles, exactamente lo que pretenden hacer una vez en el poder, incluyendo los posibles esfuerzos y/o sacrificios que podrían requerirse de la sociedad por eventuales ajustes económicos o de otras índoles, y no simplemente describiendo lo maravillosas que serán sus acciones y el espléndido estado en el que nos encontraremos después de sus mandatos. Eso me recuerda al fragmento de un libro que pone “Encuentro con Karl Popper” como título, y en cuya de las partes, Mario Vargas Llosa le cuenta al gran filósofo cómo durante su campaña política por la presidencia de la República del Perú, decidieron hacer exactamente lo descrito líneas arriba, nada mas y nada menos que decir la verdad. Las elecciones las perdieron frente a Fugimori ¿eso quiere decir que la estrategia fue mala? yo creo que no. Posiblemente nuestras sociedades aun no están listas para escuchar lo que duele (las verdades), y por eso, aunque Vargas Llosa demostró que hacer una campaña política con la verdad en los labios es posible, la estrategia aun no brinda resultados satisfactorios. Será hasta que nos cansemos de los vendedores de sueños, los profetas de la felicidad fácil, y los proyectores de espejismos. En pocas palabras, de los ilusionistas de la política.
Y es que este también es un tema de demanda y oferta, y de la misma forma que pasa en la filosofía, que se espera que los intelectuales sean profetas del destino, en palabras de Popper “pregoneros de los oscuros secretos de la vida, del mundo y del ser humano, de la historia y de la existencia. Aquí, como tantas veces, la constante demanda engendra desgraciadamente una oferta. Se buscan guías y profetas. No es de extrañar que se encuentren guías y profetas.” en la política se buscan magos e ilusionistas, tampoco es de extrañar que se encuentren magos e ilusionistas. Esperemos que alguna vez nuestras sociedades despierten, y en lugar de esperar a que les vendan la felicidad fácil, busquen a quien les ayude a construir su felicidad en libertad, con tesón, esfuerzo e ímpetu.
* Para cuando este artículo salió publicado, los resutados oficiales finales le habían dado un 51% a la victoria de Doña Savina Cuellar. No es más que lo obtenido por el Presidente Evo Morales, pero es, en todo caso, una victoria contundente. Y de todos modos, seguimos buscando ilusionistas.
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