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miércoles, 5 de noviembre de 2008

La constitución colectivista

Ese sigue siendo el espíritu del texto constitucional modificado el mes pasado; es una propuesta de constitución colectivista, y la inconfundible señal de que mi afirmación es verdadera es que la palabra “comunitario” está presente por todo el texto, y que por todas partes se hace referencia a lo inválidos que somos los bolivianos y a la necesidad de que el Estado provea todo y planifique nuestras vidas y nuestros destinos. Pero ¿Qué es colectivismo? Trataré de dejar bien clara la palabreja en base a las ideas de tres pensadores liberales.

Según Karl Popper (“La sociedad abierta y sus enemigos”) la teoría colectivista consiste en que “el individuo debe subordinarse a los intereses del todo, ya sea este el universo, la ciudad, la tribu, la raza, o cualquier otra entidad colectiva” por lo que el colectivismo es una forma de vida tribal, puesto que así funcionaban las sociedades premodernas; la emancipación del individuo fue la que dio paso al surgimiento de la sociedad libre, en que cada persona decide vivir y trabajar en función a sus propias metas e intereses.

Que el individuo deba vivir en función de un colectivo, implica que debe existir un ente centralizado (que pueden ser los caciques de la tribu o el Estado) que lo coaccione para obligarle a canalizar todas sus acciones en pos de lograr una meta o un plan colectivo único y definido por ellos. En “Camino de servidumbre” Friedrich A. Hayek nos describe muchos de los absurdos a los que llevan las mentecitas colectivistas, aquí citaremos solamente lo siguiente: “No debe existir actividad espontánea, sin guía, porque podría producir resultados imprevisibles sobre los cuales el plan [el plan colectivo único] no se ha manifestado. Podría producir algo nuevo, inimaginado por la filosofía del planificador. El principio se extiende incluso a los juegos y diversiones. Dejo al lector que adivine si fue en Alemania o en Rusia donde se exhortó oficialmente a los jugadores de ajedrez así: [Tenemos que acabar de una vez y para siempre con la neutralidad del ajedrez. Tenemos que condenar de una vez y para siempre la fórmula de ‘el ajedrez por el placer del ajedrez’, como la fórmula de ‘el arte por el placer del arte’]

El colectivismo implica la supremacía de una entelequia inexistente a la que se suele llamar “interés colectivo” o “pueblo” que de acuerdo con Ayn Rand en “La virtud del egoísmo” no es más que “una cantidad de individuos” y “todo conflicto presunto o implícito entre el ‘interés público’ y los intereses privados significa que deberán sacrificarse los intereses de ciertos hombres a favor de los intereses y los deseos de otros.”

El colectivismo requiere de una mentalidad tribal que considera “la vida humana como medio, como el combustible para poner en marcha cualquier proyecto público” La libertad, la soberanía y la independencia individuales, son consideradas por los planificadores obstáculos que les impiden disponer de las vidas de las personas para alcanzar sus planes ideales. El político colectivista es un “cavernícola que no puede entender razón alguna por la cual su tribu no tiene el derecho de aplastarle la cabeza a cualquier individuo si así lo desea” es un obsesivo con el absurdo ideal que ha querido construir e imponer a todos, un desquiciado que no entiende por qué puede haber gente tan malvada que no comprenda su verdad única y absoluta, un demente que cree que los hombres son “demasiado débiles o egoístas para derramar toda la sangre necesaria” para concretar el plan que ha diseñado. (Todas las citas son de Ayn Rand del mismo libro)

Este es el espíritu del texto constitucional del MAS y sus cómplices Podemos y UN. Esa es la elección que los bolivianos tendremos que hacer en enero próximo. Decidiremos si queremos ser tribu o República, si queremos ser libres o sirvientes del Estado, si queremos valernos por nosotros mismos o depender de un Estado-providencia. Mi voto, evidentemente, sigue siendo por el “no”.

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