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viernes, 28 de noviembre de 2008

Planificación estatal=hambre y represión

Hoy, muchos charlatanes empiezan a predicar con más fuerza y entusiasmo, que “Marx tenía razón” respecto del papel fundamental del Estado en el manejo de la economía. Que la crisis mundial (que no es más que un serio altibajo dentro del libre mercado), demuestra que el capitalismo no funciona y que la libertad es un error. Igual que en 1929, los planificadores se frotan las manos por la posibilidad de poner en práctica sus malsanas ideas de definir los destinos y acciones de los seres humanos, por las ganas que siempre han tenido de decirle qué hacer y hacia dónde orientar sus acciones a las personas.

Es por eso que este es un momento oportuno para recordarles a nuestros camaradas ávidos de estatismo, algunos de los “grandes y maravillosos logros” de la planificación centralizada allí en donde la pudieron practicarla a sus anchas.

En la Unión Soviética, con la colectivización de las granjas, la industrialización estatal centralizada y los trabajos forzados, fruto del hambre y la servidumbre de los individuos para el Estado, nuestros maravillosos planificadores lograron que de una población de 194,1 millones de personas en 1940, que en seis años (para 1946) debió haber llegado a los 213 millones, llegaran, en 1946 a 167 millones. Es decir, la desaparición en seis años, como por arte de magia, de 46 millones de ciudadanos, de los cuales, las proyecciones más optimistas indican que “solamente” habrían muerto 26 millones por el hambre y la represión. ¿Por qué hambre? Porque la colectivización de las granjas, muy lejos de incrementar la producción de alimentos, lo que consiguió fue destruirla. ¿Por qué represión? Porque el mantenimiento del sistema de partido único, cero oposición al régimen, y los regímenes de trabajos forzados, requieren de un Estado represor y asesino.

A continuación transcribo textualmente lo que dice Jean François Revel en su magistral obra “El conocimiento inútil” sobre el ejemplo etíope: “Después de una estancia en Etiopía, en los perores momentos de la represión llevada a cabo por el régimen comunista, en 1977, el notable dirigente comunista italiano Giancarlo Pajetta declaró que el clima social de Addis Abeba [el dictador comunista de Etiopía] recordaba, en el fondo, el de París durante la Revolución francesa. ‘Igual que en París en 1792 y 1793, uno puede enterarse al medio día- bromeaba Pajetta- de que el hombre con quien cenaba la noche anterior acababa de ser ejecutado’”

Ciertamente en el África los ejemplos han sobrado, ya hablemos de Burundi, Mozambique u otros, de lo que se ha tratado y se trata es de gobiernos “progresistas”, antiimperialistas, nacionalistas, colectivistas, socialistoides o afines, que en realidad son sinónimo de represión, racismo tribal causado por factores identitarios, genocidio, hambre y miseria medieval. Cuando en el mundo occidental se conocieron, en los años 80’s, las imágenes de los niños africanos hechos piel y hueso, y con las barrigas hinchadas por la desnutrición, no vimos otra cosa que el resultado de la aplicación del colectivismo socialista, de la planificación centralizada progresista, de los regímenes dignos y soberanos antiimperialistas. Todos asesorados por norcoreanos, soviéticos, alemanes del este u otros ciudadanos de países integrantes, simpatizantes y militantes, del imperialismo comunista.

“El mayor productor de hambre del siglo XX es el socialismo” dice Jean François Revel, y los hechos lo han demostrado. ¿Queremos poner en funcionamiento la fábrica de hambre otra vez? ¿Eso es en lo que Marx tenía razón?

Yo soy partidario de la planificación, sí, pero de la planificación individual, en que cada persona trata de tomar sus decisiones y planificar su vida con la mayor racionalidad posible y con la mayor previsión que le alcance. Es la planificación de la libertad. No es perfecta, no elimina por completo la pobreza y el hambre, pero elimina la miseria medieval y la represión; no trae la felicidad a la puerta de nuestras casas, pero nos brinda mayores posibilidades de utilizar nuestros propios esfuerzos y habilidades para traerla.

La planificación centralizada de manos de grupículos de “expertos” ya ha demostrado su vocación por el asesinato y el genocidio, esa planificación, no la queremos.

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