Hoy se inicia la primera Feria del Libro de Cochabamba, y no es poca cosa. Una de las variables a través de las cuales se mide el desarrollo de una sociedad es la lectura. ¿Cuánto lee? ¿Cuánto escribe?
Una de las razones es, aunque a algunos no les guste mucho, que a través de los libros podemos observar, aprender y, de ser necesario, adaptar experiencias de otras naciones respecto de sus formas de organización y administración. Conocer las observaciones hechas a problemas concretos, las teorías de posibles soluciones elaboradas en las mesas de diseño, las experiencias obtenidas de sus intentos de aplicación, las nuevas observaciones resultantes de las experiencias, las nuevas teorizaciones, las nuevas experimentaciones, y los siguientes o futuros ciclos necesarios para perfeccionar los modelos propuestos.
Pero no todo son estudios, teorías y análisis de experiencias. Los libros, esas cosas rectangulares, llenas de letras, y que no hacen: Bip! Bip! Bip! (para los que recuerdan la historia sin fin) también entretienen, apasionan, erotizan, entristecen, exasperan, etc… Pueden arrancarnos de la realidad o introducirnos en ella más profundamente.
Debo confesar que, a diferencia de algunos amigos míos que leen desde pequeños, yo descubrí el gusto por la lectura en la adolescencia. La política, la historia, la fantasía y la ciencia ficción, terminaron apasionándome. Pero mientras más temprano nuestros niños adquieran tan bello hábito, mejor para nuestra sociedad.
Los habitantes de Cochabamba tenemos que demostrar que este esfuerzo no es vano. Es cierto que la primera impresión es fundamental para las siguientes ferias. Si la primera resulta exitosa, habrá razones de sobra para organizar una cada año. ¿Y en qué radica el éxito? Principalmente en tres cosas: La asistencia de los participantes (editoriales, autores y otros) que ya es una primera parte del éxito en el número cabalístico de 33. La asistencia del público, lectores asiduos, curiosos, candidatos a lectores que, al asistir masivamente, garantizan la segunda parte del éxito. Y el siempre complicado éxito comercial, que se mide de acuerdo a la cantidad de obras vendidas durante y después de la feria, que vendría a ser la tercera parte.
¿Qué les digo? Este es un gran primer esfuerzo por mantener e incrementar el hábito de la lectura en nuestra ciudad, y creo que es nuestra obligación cívica e intelectual ponerle el hombro asistiendo y comprando. Deberíamos invertir el presupuesto de algún viernes en lectura y generación de escritura porque, no nos hagamos a los locos, con lo que gastamos en un fin de semana, por lo menos podemos adquirir un par de libros. Solo es cuestión de visitar la feria, ubicar los rectángulos con letras del género apropiado, y llevárselos a casa.
Habrá libros para cada gusto, tamaño y género de persona. Tendremos la oportunidad de conversar con autores y presenciar presentaciones de nuevas obras. Lo único que hay que hacer es asistir y enterarse de la agenda de la feria.
El evento estará en funcionamiento hasta el 21 de octubre, y dada la cantidad de participantes, y el montón de libros que pondrán a disposición de los visitantes, seguramente tendremos que destinar un par de días para lograr una exploración más o menos completa de la feria.
Los que tengan novia, vayan con ella. Los que tengan hijos, vayan con la familia. En grupos de amigos, colegas de trabajo, en solitario, todo vale, lo importante es que las manos y las mentes que se empeñaron en que la Primera Feria del Libro de Cochabamba se hiciera realidad, sientan que la sociedad cochabambina aplaude sus esfuerzos a través de una masiva asistencia. Y aunque parezca porfiado, no cuesta nada suspender los gastos de un viernes de octubre para adquirir un par de libros de nuestros autores que, créanme, en Bolivia no van a poder hacerse ricos, ni ellos, ni las editoriales, vendiendo libros. El mercado es muy pequeño, pero podemos demostrarles que, aunque pequeño, es un buen mercado.
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