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miércoles, 31 de octubre de 2007

¡Incompetente, ladrón…

…y con tendencia a delinquir! Esa es la imagen que muchos bolivianos en el exterior deben tener del Estado.

Incompetente porque no fue capaz de brindares las oportunidades de lograr lo que han tenido que ir a buscar a otras naciones, un medio de subsistencia, una forma de mejorar sus vidas y la de sus familias. Pero este es un problema que no se le puede atribuir solamente al gobierno de Morales. Uno de los grandes fracasos del Estado boliviano (de los que lo condujeron y lo conducen en todo caso) es la no garantía de condiciones para que los bolivianos generen riqueza, y con ella, bienestar.

Los éxitos políticos de nuestra democracia se ven opacados por la falta de conciencia de ciudadanía, democracia y Estado de derecho de los bolivianos (incluidos los políticos), y el éxito económico se limita a la solitaria aunque importante estabilización económica. Y no se trata, como ingenuamente cree el gobierno, de repartir dinero a diestra y siniestra, eso solamente logra lo que tenemos hoy, una inflación leve pero casi sostenida, en la que no sirve de nada tener más dinero porque, al subir los precios, es como tener lo mismo o menos que antes.

Un Estado incompetente y ladrón porque encima de que tiene ciudadanos que se rompen el lomo trabajando en otras naciones, tiene la sinvergüenzura de robares el 1% de su dinero.

Veámoslo detenidamente: Personas que, a causa de la ineptitud del Estado, tienen que abandonar su tierra en busca de un trabajo que aquí no se les ofrece. Bolivianos que, al vivir en países extranjeros son, en muchos casos, tratados como ciudadanos de segunda y sometidos a humillaciones y discriminación (el caso reciente de una ecuatoriana es ilustrativo). Y el Estado (ir)responsable de su situación, con la mayor soltura del mundo y sin la más mínima contemplación, decide robarles un porcentaje del fruto de su trabajo. Justamente a esa parte de Bolivia que no marcha ni hace huelgas para recibir plata del Estado. Precisamente a los únicos que, bien o mal pagados, bien o mal tratados y con o sin seguridad, trabajan tragándose todas las posibles adversidades que pudieran sufrir y, a través de sus familiares, inyectan a la economía divisas que no proceden de las arcas del Estado ni de los recursos naturales.

Y ¿cuál ha sido su pecado? ¿Qué han hecho para que se los castigue de esa forma? Nada, lo que sucede es que, como están lejos, no representan posibilidades de conflicto para el gobierno ¿qué van a hacer? ¿organizar huelgas o marchas?

Mientras tanto, hoy más que nunca se premia los comportamientos rentistas del corporativismo. Si eres bueno movilizándote, si las medidas de presión son "contundentes" seguro que consigues una parte de la torta ¿a qué te vas a meter a trabajar como hacen los "tontos" si con acciones de hecho seguro que consigues algo?

Y no hablo solamente de dinero (que ya se está repartiendo muy bien en bonos, cheques y otras yerbas) sino de subsidios, servicios públicos, pegas y katos de coca entre otros, todos libres de impuestos por cortesía del neopopulismo en boga.

El "nuevo Estado revolucionario" amenaza constantemente continuar cometiendo delitos si las cosas no le salen bien.

La Asamblea Constituyente ya cometió su primer delito al eliminar los dos tercios para la aprobación de la nueva constitución (en detalle y en grande), volvió a delinquir cuando anuló de los informes por comisión el tema de la capitalidad plena y trata de hacerlo de nuevo trasladando las sesiones de la AC a otro departamento.

El 25 de diciembre de 2006, Evo Morales declara alegremente que va a descartar el mandato del referéndum del gas en que los bolivianos le dijimos mayoritariamente sí a la política de "gas por mar"

Hoy, le gobierno pretende desconocer el voto ciudadano del mismo referéndum, que instruye que el dinero del IDH se invierta en salud, educación y caminos, para utilizarlo en un bono que promueve el rentismo.

A Manfred intentaron hacerle un golpe civil, con vituallas de defensa civil y todo, porque dijque "no estaba respetando el voto popular del referéndum por las autonomías" pero el Prefecto de Cochabamba nunca propuso descartar alegremente el voto ciudadano, la virtud de Reyes Villa fue proponer que los mismos ciudadanos, a través de una nueva consulta, reconsideren su decisión. El gobierno debería imitar a Manfred y utilizar más los referendums.

Para colmo nos amenazan con seguir violando la ley a través de la aprobación de dicho bono mediante otro decretazo ya típico del Presidente. Le recuerdo, señor presidente, que solo en las dictaduras se gobernaba a través de decretos, porque no había congreso claro está, pero usted sí tiene un congreso y está frente a su palacio.

jueves, 25 de octubre de 2007

Desconociendo logros y corrigiendo errores con otros

Respecto del artículo publicado el sábado 20 de octubre en este mismo periódico por Dn. Nelson Becerra Marquez: se me puede llamar ignorante en muchísimos campos, en física nuclear por ejemplo, pero en realidad e historia de Bolivia definitivamente no.

Decirme acomplejado y resentido, que no respeto mi apellido y mi origen, es una afirmación sin pies ni cabeza. Soy un ciudadano boliviano con sangre india, lo que me hace ser un cholo, cosa que nunca he ocultado ni me ha molestado. Soy un cholo con un apellido más autóctono que el del Presidente pero, apellido o no apellido, lo que les incomoda a muchos es que soy un cholo liberal, y eso tampoco me ha molestado ni lo he ocultado. Esa es la razón por la que mis opiniones y análisis no son neutrales, están absolutamente parcializadas con las libertades ciudadanas, la democracia liberal, la tolerancia, el estado de derecho, la división de poderes y otros.

Precisamente una de las virtudes de las sociedades liberales es que las personas podemos tener la opinión que nos parezca de los gobernantes de las hermanas repúblicas como Venezuela. Respeto al pueblo venezolano, pero su presidente es, definitivamente, un dictador cubierto por un manto democrático. Porque no otra cosa es un Presidente con poderes absolutos en el congreso (asamblea nacional), en el tribunal constitucional, en la corte electoral y en fin, en todas las instituciones que ha mantenido vigentes para que los miopes crean que en Venezuela sigue existiendo democracia.

El respeto, en los países libres, todas las personas incluidos el Presidente y el Vicepresidente, se lo tienen que ganar. Y deben empezar respetando las investiduras que nosotros les hemos conferido. Cuando un Presidente se porta como un bravucón, como un llok’alla majadero, cuando jamás se entera que hace casi dos años ha dejado de ser líder sindical y que representa a mucho más que a las seis federaciones del trópico de Cochabamba, está irrespetando su investidura, y con ella a muchos bolivianos. Y nuestra obligación es decirlo y criticarlo, no continuar embelezados con el mito endiosado del indio Presidente.

Erradicación de coca ha habido, nunca dije que no la hubiera, pero el último informe de la ONU da cuenta de que, a pesar de la erradicación, los cultivos de coca más que duplican las 12.000 hectáreas establecidas por ley (hay entre 26.500 y 27.700). La NASA (que no es la DEA) podrá haber verificado con sus satélites que se han cumplido metas de erradicación, pero con los mismos satélites nos ha dicho: señores tienen el doble de la coca establecida por ley. Y eso, inevitablemente, significa más cocaína.

Por supuesto que en la revolución de abril y durante el establecimiento del Estado del 52 se cometieron muchas barbaridades. Los golpes y las revoluciones no se hacen con flores sino con balas, por eso es que soy liberal y no marxista o nacionalista. Pero sería muy corto de vista negar que, gracias a la revolución, al MNR y a Victor Paz, las mujeres y los cholos pudimos votar, el campesino fue propietario de su tierra y se reformó la educación. Posteriormente, el mismo Victor Paz, logró detener la hiperinflación más alta de la historia de Latino América y la séptima del siglo veinte (aproximadamente 25.000% acumulado).

Estos gobernantes despreciados, con luces y sombras igual que cualquier ser humano, no deben de haberlo hecho tan mal, puesto que le entregaron a Evo Morales un país con muchas tareas pendientes, pero con economía estable y sin discriminación política (Evo Morales es la prueba viviente de ello)

¿Que si creo que lo hicieron muy bien? Claro que no, creo que las cosas no se hicieron lo suficientemente bien, pero no estoy de acuerdo con lo que se está haciendo hoy, corregir un error con otro.

No podemos ser soberanos solo para los EEUU, y no para Venezuela. Las leyes las cumplimos todos (incluso el Presidente dejando de gobernar por decretos, y los asambleístas obedeciendo los mandatos del órgano judicial) o no las cumple nadie. Los bloqueos se reprimen siempre (no solo cuando los protagonizan cruceños u opositores) o se permiten siempre.

Si un pueblo quiere libertad, el único sistema político que se la va a garantizar es a democracia liberal, sino pregúntenles a los alemanes y a los rusos. Si quieren riqueza, solamente el capitalismo la genera, sino pregúntenles a los chinos, a los coreanos del sur o a los finlandeses.

Y no lo digo yo, lo dicen más de 2000 años de historia de la humanidad, avanzando y retrocediendo, pasando por monarquías, democracias y tiranías de izquierda. Ya hemos visto a muchos locos que, so pretexto del “bien común” las “razas superiores” o la “igualdad” han logrado conseguir más poder del necesario y les han arrebatado a sus pueblos la libertad, empobreciéndolos y hundiéndolos más en el desastre.

Y ya basta de usar la muletilla del tema racial para defender al gobierno. Ser indio, originario, autóctono o lo que fuere no significa nada, ni bueno ni malo. Lo importante son las ideas, la manera de actuar, los hechos. Evo Morales podría ser un vikingo, rubio y de ojos claros, pero si su ideas son malas se tienen que criticar.

Y por cierto, mi nombre se escribe con “z”

¡Y que sea de rodillas!

¿Será por la bravuconería resultante cuando se está en grupo, por haber perdido en Nobel contra un norteamericano, o por mantener su imagen de llok’alla majadero de Sudamérica?

¡Claro! Rodeado de una multitudinaria concentración de aduladores, aquellos que se creen eso de que es “la luz de Sudamérica” (¿o es del mundo?), el salvador, el libertador de los pueblos oprimidos y excluidos… ¿Cómo no iba a gritar causachun coca, wañuchun yankees? ¡Más fuerte, para que lo escuche el embajador Goldberg!

Con ese airecito patriotero, el Presidente pretende que olvidemos que las plantaciones de coca duplican lo establecido por la ley, y que lejos de hacer algo para evitarlo, su gobierno está alentando la proliferación de dichos cultivos y, consecuentemente, el incremento de la producción de cocaína.

Pero en Chimoré, rodeado de coca y líderes indígenas mundiales, el anfitrión bravucón tenía que mostrarles a sus admiradores quien “lleva los pantalones” en la casa, y no solo que no es el embajador, sino que a Goldberg lo tratamos como a trasto de cocina si nos da la gana. ¡Y que no tiene entrada al palacio de gobierno hasta que pida perdón! Y yo sugiero que sea de rodillas.

Y no importa si algunos días después el sargento colorinche, el papagayo, el bocón, el populista narcisista, el tirano de la billetera grande, osa amenazar a los bolivianos con una invasión armada. El payaso Chávez puede decir lo que quiera, porque la soberanía que promueve nuestro Presidente es selectiva, somos paradores con los gringos, y nos bajamos los pantalones para el dictador Chávez.

¿Será que tanta agresividad, además del típico efecto de andar en grupo, fue inspirada por haber perdido el nobel frente a, nada más y nada menos que un gringo? Al Gore le ganó al inimitable salvador de los pueblos, un ex-vicepresidente del diabólico imperio le ganó a la "luz de Sudamérica"

¡Todo fue arreglado! Dicen unos ¡Es un premio politizado! Dicen otros, pero la verdad es que Evo Morales nunca mereció ser nobel de la paz.

Empezó a hablar de medio ambiente mientras los arbustos de coca destruyen la tierra que los alimenta. Dice que vive en armonía con la naturaleza, mientras los colonizadores, luego de arrinconar a los pueblos indígenas, nos llenan los pulmones de humo y nos dejan sin sol por días. Habla de democracia mientras utiliza la imposición como elemento fundamental de su gestión. Habla de paz con casi treinta muertes a cuestas, causadas por sus acciones u omisiones, y cuya responsabilidad se niega a asumir.

Y si no fuera que Rigoberta Menchú y Nelson Mandela ya recibieron el premio, seguro que nos vendrían con el cuento de que la pérdida fue por causa del racismo.

Mientras tanto los bolivianos vivimos en medio de la eterna campaña del gobierno. Si no es campaña por la reelección, es campaña por el nobel. Si no es campaña por el nobel, es campaña por mover la sede. Eternamente tratando de mantener y ganar votos, conservar el apoyo en las calles, formando redes clientelares para comprar lealtades.

Y Que lejos están los dichosos días en que un Presidente hacía lo que tenía que hacer sin importar si su popularidad se veía comprometida. Que distantes parecen las palabras de Victor Paz, ese hombre visionario, cuando respecto del carácter impopular del decreto 21060, dijo: la gente no me ha elegido para ser popular, sino para gobernar.

Pero parece que a los bolivianos nos gusta más el show que el gobierno. Nos fascina que nuestro Presidente sea el llok’alla majadero del vecindario, que insulta y le saca la lengua a quienes quiere y cuando quiere, y todos se lo tienen que tragar. Esa es la dignidad que nos habían prometido.

Una carta de disculpas del embajador Goldberg seguramente les hará sentir un placer orgásmico. Tendrán que publicar la disculpa en todos los periódicos del país, el placer también hay que compartirlo y redistribuirlo equitativamente. Hasta podríamos declarar un día de regocijo nacional. El día en que le hicimos pedir perdón al embajador de la primera potencia del mundo… insisto, para que el espectáculo y el placer sean mayores, que lo haga de rodillas.

jueves, 18 de octubre de 2007

Del estado del 52 al liberalismo

La constitución del Estado resultante de la revolución de 1952 implicó el establecimiento de ciertos valores y creencias en la conciencia colectiva boliviana, o como diría el autor, el establecimiento de un régimen de verdad, utilizado y consolidado por nuevos juegos de lenguaje.

“Gonismo: discurso y poder” nos entrega un excelente análisis discursivo del cambio de régimen de verdad del Estado del 52, por uno nuevo, el de la democracia y la economía de mercado durante y a causa del contexto de 1985.

El abanderado de dicho proceso es Gonzalo Sánchez de Lozada, uno de los autores de la implementación de la Nueva Política Económica, que estabilizó la economía y detuvo una hiperinflación acumulada de aproximadamente 25.000%

La batalla por incorporar el discurso liberal se inicia dentro del mismo MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario, protagonista principal de la construcción del Estado del 52), en donde la “vieja guardia” pretendía conservar los valores y creencias del discurso nacionalista revolucionario. Posteriormente continuaría frente a los partidos políticos adversarios, puesto que el sistema de partidos boliviano, compartía, desde diferentes perspectivas, los mismos elementos político-discursivos de la revolución de abril.

Finalmente, gracias a su mejor uso de los juegos de lenguaje y, en palabras del autor, expresando más y mejor y más rápido y más frecuentemente lo inscrito en el nuevo régimen de verdad, Goni triunfa dentro y fuera del MNR.

El modelo analítico, o herramienta de análisis, diseñado y expuesto por Antonio Mayorga es, sin duda alguna, útil para analizar otros procesos discursivos y, por lo tanto, un importante aporte para las ciencias sociales.

Una pregunta que me gustaría hacer al autor es: ¿se estará intentando establecer hoy un nuevo régimen de verdad en Bolivia, o los intentos de nuevos discursos serán ecos del nacionalismo revolucionario?

*Las frases en cursivas son términos utilizados por el autor en el libro.
Autor del libro: J. Antonio Mayorga Ugarte

Anatomía de una maldición

Cuando aparece un recurso natural con fuerte demanda internacional, los Estados suelen concentrar sus esfuerzos en aprovechar los beneficios de su exportación, descuidando el aparato productivo y, consecuentemente, desindustrializándose. Esto, muy lejos de generar riqueza y mayor equidad, lo que hace es profundizar y extender la pobreza, y condenar a dichos Estados al subdesarrollo. Esta es, básicamente, la “maldición de los recursos naturales”

En “La Trampa del Rentismo” nos advierten que, aunque dicha maldición no se constituye en una regla general, los casos de Estados que supieron aprovechar los beneficios de un recurso natural de alta demanda, fortaleciendo y diversificando su aparto productivo, y generando empleos, son muy escasos, y requieren de instituciones muy sólidas, y de ausencia de comportamientos rentistas en las sociedades.

Los autores identifican, en base a estudios históricos y de campo, cuatro principales males característicos de nuestra cultura política, y que coinciden con los patrones de sociedades que han sufrido de la “enfermedad holandesa”: El rentismo, el corporativismo, el estatismo, y el clientelismo.

El rentismo es el deseo de obtener ingresos de una fuente trabajada, o aprovechada por otros, sin ninguna intención de destinar esos ingresos a inversiones productivas o de invertir algún esfuerzo físico o mental para lograr que se multipliquen.

El corporativismo surge de la imposibilidad de lograr la consecución de un fin de manera individual, y de la alta probabilidad de conseguirlo de manera colectiva.

De la combinación de los dos primeros elementos obtenemos al “rentismo corporativo”, que es el mecanismo que permite a determinados grupos, presionar al poder político, y obtener del Estado beneficios que no equivalen a sus esfuerzos, y que no necesariamente se traducen en dinero (pueden ser subsidios, servicios públicos, puestos en la administración pública, etc..).

El estatismo es la creencia de que el Estado es una suerte de “padre” que debe repartir la riqueza, e intervenir y controlar todos los ámbitos de la economía.

Y cuando un gobierno aplica políticas rentistas, muy aplaudidas por una sociedad que lo ve como un “padre” cumpliendo con su deber al repartir los recursos, está generando redes clientelares. Está convirtiendo a los grupos corporativos de su sociedad en sus clientes y, de esa forma, a la vez que compra sus lealtades, apoyos, silencios, etc… está alentando los comportamientos rentistas.

Los cuatro males están presentes dentro del conjunto de valores y creencias (cultura política) de la sociedad boliviana, desde mucho antes de lo que creemos.

Este es un estudio muy revelador para quienes están interesados en el rentismo propiamente dicho, y también para quienes quieren conocer ese elemento de la cultura política boliviana al que los politólogos llamamos clientelismo.
Autores del libro: Roberto Laserna, José M. Gordillo y Jorge Komadina

miércoles, 10 de octubre de 2007

Esas cosas rectangulares llenas de letras

Hoy se inicia la primera Feria del Libro de Cochabamba, y no es poca cosa. Una de las variables a través de las cuales se mide el desarrollo de una sociedad es la lectura. ¿Cuánto lee? ¿Cuánto escribe?

Una de las razones es, aunque a algunos no les guste mucho, que a través de los libros podemos observar, aprender y, de ser necesario, adaptar experiencias de otras naciones respecto de sus formas de organización y administración. Conocer las observaciones hechas a problemas concretos, las teorías de posibles soluciones elaboradas en las mesas de diseño, las experiencias obtenidas de sus intentos de aplicación, las nuevas observaciones resultantes de las experiencias, las nuevas teorizaciones, las nuevas experimentaciones, y los siguientes o futuros ciclos necesarios para perfeccionar los modelos propuestos.

Pero no todo son estudios, teorías y análisis de experiencias. Los libros, esas cosas rectangulares, llenas de letras, y que no hacen: Bip! Bip! Bip! (para los que recuerdan la historia sin fin) también entretienen, apasionan, erotizan, entristecen, exasperan, etc… Pueden arrancarnos de la realidad o introducirnos en ella más profundamente.

Debo confesar que, a diferencia de algunos amigos míos que leen desde pequeños, yo descubrí el gusto por la lectura en la adolescencia. La política, la historia, la fantasía y la ciencia ficción, terminaron apasionándome. Pero mientras más temprano nuestros niños adquieran tan bello hábito, mejor para nuestra sociedad.

Los habitantes de Cochabamba tenemos que demostrar que este esfuerzo no es vano. Es cierto que la primera impresión es fundamental para las siguientes ferias. Si la primera resulta exitosa, habrá razones de sobra para organizar una cada año. ¿Y en qué radica el éxito? Principalmente en tres cosas: La asistencia de los participantes (editoriales, autores y otros) que ya es una primera parte del éxito en el número cabalístico de 33. La asistencia del público, lectores asiduos, curiosos, candidatos a lectores que, al asistir masivamente, garantizan la segunda parte del éxito. Y el siempre complicado éxito comercial, que se mide de acuerdo a la cantidad de obras vendidas durante y después de la feria, que vendría a ser la tercera parte.

¿Qué les digo? Este es un gran primer esfuerzo por mantener e incrementar el hábito de la lectura en nuestra ciudad, y creo que es nuestra obligación cívica e intelectual ponerle el hombro asistiendo y comprando. Deberíamos invertir el presupuesto de algún viernes en lectura y generación de escritura porque, no nos hagamos a los locos, con lo que gastamos en un fin de semana, por lo menos podemos adquirir un par de libros. Solo es cuestión de visitar la feria, ubicar los rectángulos con letras del género apropiado, y llevárselos a casa.

Habrá libros para cada gusto, tamaño y género de persona. Tendremos la oportunidad de conversar con autores y presenciar presentaciones de nuevas obras. Lo único que hay que hacer es asistir y enterarse de la agenda de la feria.

El evento estará en funcionamiento hasta el 21 de octubre, y dada la cantidad de participantes, y el montón de libros que pondrán a disposición de los visitantes, seguramente tendremos que destinar un par de días para lograr una exploración más o menos completa de la feria.

Los que tengan novia, vayan con ella. Los que tengan hijos, vayan con la familia. En grupos de amigos, colegas de trabajo, en solitario, todo vale, lo importante es que las manos y las mentes que se empeñaron en que la Primera Feria del Libro de Cochabamba se hiciera realidad, sientan que la sociedad cochabambina aplaude sus esfuerzos a través de una masiva asistencia. Y aunque parezca porfiado, no cuesta nada suspender los gastos de un viernes de octubre para adquirir un par de libros de nuestros autores que, créanme, en Bolivia no van a poder hacerse ricos, ni ellos, ni las editoriales, vendiendo libros. El mercado es muy pequeño, pero podemos demostrarles que, aunque pequeño, es un buen mercado.

Estado débil=ciudadanos en las calles

El Presidente tiene que darse cuenta, esperemos que más temprano que tarde, de que la profundización de la debilidad de las instituciones del Estado es sumamente peligrosa para todos, incluido él.

En Arani, provincia cochabambina, muere un normalista a causa de un impacto de arma de fuego. El Presidente niega que se le haya ordenado a las FFAA utilizar armamento letal, y agrega, que si el proyectil provino de un arma de la institución castrense las FFAA pueden abandonar al gobierno de Evo Morales.

Más allá de declaraciones demagógicas de Morales, el fondo del problema pasa por un absoluto desprecio del gobierno hacia la institucionalidad. Es cierto que no podemos cargarle todo el muerto de la desinstitucionalización a Evo Morales, este es un proceso que, según Cayetano Llobet, empieza, o por lo menos da una primera señal de alarma en el año 2000 con la "guerra del agua", pero que posiblemente se fue incubando desde el retorno de la democracia y, entre otras cosas, a causa de nuestra cultura política deficiente. Pero sea como fuere, lo que sí le podemos recriminar al gobierno del MAS es el no haber hecho nada por restituir las vías institucionales para la convivencia en sociedad, y más bien estar profundizando su debilidad a través de absurdos e irresponsables ataques a las instituciones que no actúan de manera sumisa y complaciente a su régimen.

La posibilidad de resolver conflictos, interpelar al poder gubernativo, plantearle problemas, demandas y soluciones, a través de canales institucionales, no solo que no está funcionando, sino que se está convirtiendo en el último de la lista de recursos en el imaginario de los ciudadanos. ¿Por qué? Preguntaremos nosotros ¿para qué? Si los canales regulares no funcionan nos responderá la gente.

Este proceso se constituye en un círculo letal para la vigencia del Estado: Primero las instituciones no funcionan muy bien, luego los ciudadanos acuden, en algunas ocasiones, a recursos extra-institucionales para resolver sus problemas. Como los ciudadanos empiezan a dejar de utilizar vías institucionales para la consecución de sus metas, éstas pierden importancia, los gobiernos no las fortalecen, otros ciudadanos ven que los canales extra-institucionales dan mejores resultados, y más gente decide acudir a las movilizaciones, y se comienza a formar el poder de las calles. Esto, evidentemente, debilita aun más a las instituciones, convence aun más a la población de su inefectividad, y alienta aun más la utilización de recursos irregulares.

Este es un proceso que nos puede llevar a la destrucción de Estado, institucionalmente hablando, pero que implica la destrucción de los términos de convivencia pacífica y ordenada dentro de cualquier sociedad. Hoy, en Bolivia todos acudimos a mecanismos extra-institucionales para resolver nuestros problemas porque las vías regulares no funcionan. Los corporativismos no solo están de moda sino que además gobiernan, convencidos de que las instituciones no sirven. El MAS, a través del poder del Estado, hace grandes esfuerzos por arruinar la institucionalidad, es el Estado destruyéndose a si mismo.

La mayoría de los conflictos que vivimos día a día, se podrían resolver en instancias formales como se hace en los países institucionalmente fuertes. El Estado es una máquina administrativa y política que, cuando funciona bien, administra de manera eficiente y resuelve divergencias sin necesidad de que los ciudadanos tengan que salir a las calles y enfrentarse con las fuerzas del orden o entre ellos.

El problema es que señor Evo Morales y sus colaboradores son unos completos desubicados, creen, por fortuna, que la debilidad del Estado no les afecta a ellos, que solamente perjudica a los opositores, oligarcas y contrarrevolucionarios (como diría el compañero Álvaro). Si fuera así, las movilizaciones ciudadanas provendrían solamente de dichos sectores de la población. Pero innegablemente, también estamos presenciando movilizaciones de sectores afines al gobierno y/o otrora afines a él.

La fortaleza del Estado, por otro lado, nos beneficia a todos. Los ciudadanos podemos trabajar tranquilos sabiendo que nuestros asuntos con el poder gubernativo se discuten a través de tribunales, partidos políticos, congreso, consejos municipales, consejos departamentales, defensorías, normas legales, etc… y el gobierno puede trabajar tranquilo, sabiendo que los líos en las calles serán casos anecdóticos de alguna ocasión en que las instituciones cometieron un error, porque su comunicación con la gente es muy fluida, y funciona muy bien, a través de las instituciones de la democracia liberal.