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jueves, 14 de febrero de 2008

Estados Unidos


El temible imperio, igual que cualquier país… igual que cada individuo en este mundo, siempre ha tenido, tiene y tendrá sus intereses. Y ¿es malo que las personas o los países tengan intereses? Por supuesto que no, lo importante es cuáles son esos intereses, si están destinados a mejorar la vida del mundo y a preservar la paz, o a destruir y asesinar de manera insensata.

Y si males mundiales como el terrorismo, el sida, la pobreza y el narcotráfico azotan sin compasión a los seres humanos ¿a quién debemos acudir, si no es a Estados Unidos? Hace dos días miraba las imágenes del desastre en nuestro querido departamento del Beni, gran parte de las carpas donde se refugian las familias que han perdido sus hogares ponen USAID, medio millón de dólares en vituallas vienen en cajas que ponen USAID, hemos visto en incontables ocasiones esas cajas ayudando a que quienes lo han perdido todo, no pierdan la esperanza. Y no recuerdo haber visto nunca que se haya cometido la estupidez (cometida por un payaso caribeño en el terremoto del Perú) de poner la foto de Bush en las cajas o en su contenido ¿Cuál el interés de Estados Unidos en este desastre? Simplemente cumplir con el papel que el mundo le reconoce y que se ha ganado por ser la primera potencia de la tierra, el papel del más fuerte que ayuda al más débil. Seguramente muchos izquierdosos que se creen esas porquerías de “mister danger” y toda la palabrería izquierdosa, se horrorizarán cuando lean esto, pero lamento comunicarles que es cierto.

Se ha hablado mucho sobre la injerencia de Norteamérica en la política antidrogas boliviana, y ciertamente es innegable que dicho país jugó un papel fundamental en dicha materia pero ¿acaso no es de nuestro interés luchar contra las drogas? Para algunos liberales como yo, el tema de la penalización de la droga va a dar el mismo resultado que dio la ley seca en el siglo pasado, pero si esa llega a ser la opinión del Estado boliviano ¿Por qué no plantearla ante el mundo y dejarnos de lloriqueos y dramas baratos contra Estado Unidos?

Si en la casa de su vecino existen gigantescos nidos de ratas y chulupis que llegan hasta su casa y se vuelven insoportables ¿no le propondría usted a su vecino ayudarle a exterminar las plagas? O si su vecino cría o entrena delincuentes que agreden a sus hijos cada vez que pueden ¿no exigiría usted una intervención de la policía en el asunto? ¿Cree usted que la inviolabilidad del domicilio de su vecino es razón suficiente para que éste se niegue a solucionar los problemas que se generan en su casa y que le afectan a usted de manera directa? En estos ejemplos puede existir la solución de que usted se cambie de casa, pero cuando hablamos de países no le podemos pedir a los Estados afectados que, si no les gusta el terrorismo o el narcotráfico, se cambien de planeta ¿o si?

De la misma forma en que usted desea que su familia viva en un barrio seguro y tranquilo, de la misma forma en que Bolivia busca desarrollo, tranquilidad y mejores días, Estados Unidos busca lo mismo. La diferencia es que, siendo una potencia, ellos pueden hacer algo más que desearlo, pueden asumir acciones destinadas a lograr todo eso que cada Estado busca para su sociedad y cada padre para su familia.

Sería ingenuo y totalmente absurdo pensar que, un país que desea mantener su barrio tranquilo y amigable, va a mellar la dignidad de sus vecinos para lograrlo. De esa forma lo único que conseguiría son enemigos y, le cuento, ni siquiera a la primera potencia del mundo le interesa tener enemigos.

Que la injerencia de Estados Unidos en los asuntos de Bolivia a veces ha sido un tanto torpe, puede ser. Que nuestros gobernantes aceptaron más participación extranjera de la que admiten el pudor y la vergüenza, ciertamente. Pero de que Norteamérica, igual que cualquier país, busca el bienestar de su sociedad y, para lograrlo, está lógicamente interesado en tener la mayor cantidad de amigos, no me cabe la menor duda. El resto de patrañas chavistas e islamistas son eso, un cúmulo de estupideces destinadas a encubrir, en el primer caso, a un pobre remedo de presidente que mantiene a su pueblo en la miseria, y en el segundo, a otros pobres países con grupos radicales que tienen al asesinato como un gran valor religioso.

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