En “La construcción del Estado” Francis Fukuyama nos propone la tesis de que los Estados débiles o fracasados son causantes de los grandes males del mundo, como la pobreza, el sida, las drogas y el terrorismo.
Estado fuerte, sin embargo, no debe interpretarse como estatismo. Este término más bien se refiere a la capacidad de las instituciones estatales de cumplir eficiente y eficazmente las funciones que les correspondan, cualesquiera que estas fueren. A esto se le llama “fuerza de las instituciones estatales”
La cantidad de funciones que cumple un Estado está definida por el “alcance de las instituciones estatales”, y se refiere a los ámbitos en donde el Estado ejerce tuición. Así, los Estados en donde la mayor parte de la actividad económica es privada, poseen un menor “alcance” que aquellos en donde éste se encarga de todo.
La situación ideal es la de un Estado con un alcance limitado, pero con gran fuerza. Los Estados con un alcance amplio, pero con una fuerza igualmente grande, se mantienen dentro del rango de lo aceptable. Unas instituciones estatales con poco alcance y fuerza, situarán a un país en el equipo de los fracasados. Pero la peor situación de todas siempre será la de los Estados con gran alcance, pero sin fuerza.
El dilema entonces, es ¿cómo transferir instituciones sólidas, de los Estados exitosos a los fracasados?
En primera instancia esto no es posible, al menos no de manera total. Existen algunos conocimientos, sistematizables y generalizables, que se pueden transferir. Pero algunos otros factores que determinan de manera crucial el funcionamiento y la solidez de las instituciones del Estado, como los “factores culturales y estructurales” no son pasibles de transferencia, y su modificación implica un proceso largo y de resultados inciertos.
Sin embargo, respecto de los factores susceptibles a perfeccionamiento, Fukuyama nos presenta su análisis y crítica, utilizando ejemplos históricos de Estados cuyas instituciones se encontraban, o se encuentran, en distintas situaciones, y cómo evolucionaron.
Aunque creo que los males del mundo no pueden atribuirse solamente a tal o cual tipo de países. Es evidente que los Estados institucionalmente débiles o fracasados, causan graves trastornos contra sí mismos y contra la comunidad internacional.
Podemos estar de acuerdo o no con la tesis inicial de Fukuyama, pero el análisis de la estatalidad, su fuerza, los factores que la determinan, y las formas de consolidarla, constituyen valiosas y fundamentales ideas para quienes se preocupan por los problemas de la administración pública.
Estado fuerte, sin embargo, no debe interpretarse como estatismo. Este término más bien se refiere a la capacidad de las instituciones estatales de cumplir eficiente y eficazmente las funciones que les correspondan, cualesquiera que estas fueren. A esto se le llama “fuerza de las instituciones estatales”
La cantidad de funciones que cumple un Estado está definida por el “alcance de las instituciones estatales”, y se refiere a los ámbitos en donde el Estado ejerce tuición. Así, los Estados en donde la mayor parte de la actividad económica es privada, poseen un menor “alcance” que aquellos en donde éste se encarga de todo.
La situación ideal es la de un Estado con un alcance limitado, pero con gran fuerza. Los Estados con un alcance amplio, pero con una fuerza igualmente grande, se mantienen dentro del rango de lo aceptable. Unas instituciones estatales con poco alcance y fuerza, situarán a un país en el equipo de los fracasados. Pero la peor situación de todas siempre será la de los Estados con gran alcance, pero sin fuerza.
El dilema entonces, es ¿cómo transferir instituciones sólidas, de los Estados exitosos a los fracasados?
En primera instancia esto no es posible, al menos no de manera total. Existen algunos conocimientos, sistematizables y generalizables, que se pueden transferir. Pero algunos otros factores que determinan de manera crucial el funcionamiento y la solidez de las instituciones del Estado, como los “factores culturales y estructurales” no son pasibles de transferencia, y su modificación implica un proceso largo y de resultados inciertos.
Sin embargo, respecto de los factores susceptibles a perfeccionamiento, Fukuyama nos presenta su análisis y crítica, utilizando ejemplos históricos de Estados cuyas instituciones se encontraban, o se encuentran, en distintas situaciones, y cómo evolucionaron.
Aunque creo que los males del mundo no pueden atribuirse solamente a tal o cual tipo de países. Es evidente que los Estados institucionalmente débiles o fracasados, causan graves trastornos contra sí mismos y contra la comunidad internacional.
Podemos estar de acuerdo o no con la tesis inicial de Fukuyama, pero el análisis de la estatalidad, su fuerza, los factores que la determinan, y las formas de consolidarla, constituyen valiosas y fundamentales ideas para quienes se preocupan por los problemas de la administración pública.
Autor del libro: Francis Fukuyama
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