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jueves, 5 de julio de 2007

¿La Asamblea Constituyente ilegal?

La convocatoria a la Asamblea Constituyente (AC) fue hecha a través de una ley de la república, aprobada por dos tercios del congreso y promulgada por el Presidente Morales.

Es ésta ley la que le otorga constitucionalidad y legitimidad legal. Define lo que es la AC, qué son los constituyentes, cómo deben ser elegidos, la modalidad de votación por dos tercios (en ninguna parte dice nada de mayorías absolutas) y, entre muchas otras cosas más, en el artículo 24 pone: “La Asamblea Constituyente tendrá un período de sesiones continuo e ininterrumpido no menor a seis meses ni mayor a un año calendario a partir de su instalación”

Es decir, si hubiésemos tenido la fortuna de elegir representantes sensatos, racionales y concertadores que hubiesen redactado una nueva constitución en cinco meses, tendrían que haber sesionado un mes más para alcanzar el período mínimo, o pedir al congreso una ley de modificación. De otra forma hubiesen faltado a la ley.

Pero como la cruda realidad es que en un año los señores no pudieron redactar ni la sombra de una Carta Magna, ahora deciden prolongar las sesiones ¿Quién les ha dicho que pueden hacerlo? Nadie, pero se creen lo suficientemente plenipotenciarios para hacerlo ¡Y creen mal!

Creen mal por la sencilla razón de que fue (como ya lo he dicho) una ley de la república la que definió la duración de sus sesiones, y tendría que ser otra ley de la república la que la extendiera.

Revisando el reglamento de debates aprobado por los constituyentes, podemos ver claramente en el artículo siete, que entre las atribuciones de la plenaria no ponen en ningún inciso que ésta pueda definir nada sobre la duración de las sesiones de la AC. Es decir, no tiene potestad alguna para definir la prolongación o no de sus sesiones. Ninguna instancia de la AC posee tal atribución.

Dicho sea de paso, y aunque este no es el tema, revisando el mismo reglamento de debates, en el artículo diez inciso “l” de las atribuciones de la directiva de la Constituyente dice: “Precautelar la independencia de la Asamblea Constituyente” y no puedo hacer más que reír.

Pero volviendo a lo de la duración de la Asamblea. Si en plenaria, o en comisiones, o en cabildo constituyente, o en comités sindicales constitucionales, deciden extender la duración de la Asamblea, ésta es simple y llanamente ilegal, inconstitucional, ilegitima, una burla, una completa payasada. Ningún ciudadano tendrá la obligación de acatar nada de lo que resulte de su prolongación.

La pregunta es ¿están preparados para eso los constituyentes? Porque de hacer lo que parece que pretenden, se arriesgan al total y completo fracaso del proceso (que ya venía siendo un fracaso de todos modos)

¿No sería mejor acudir al congreso, claro, con el riesgo de no conseguir los dos tercios necesarios, pero evitando la confusión, la ilegalidad y hasta el enfrentamiento que podría causar una decisión tan irracional como es pretender que son todopoderosos? ¿No sería mejor comenzar de una vez por todas con el diálogo y la concertación con los opositores, con miras a una verdadera, integral y unificadora refundación de Bolivia?

Estamos caminando al borde de la cornisa, y medidas imprudentes como esa pueden precipitarnos ya no a la desinstitucionalización y el desgobierno (punto en el que ya estamos) sino a la anarquía y al caos. Ciertamente nuestra Asamblea Constituyente nunca fue originaria jurídicamente hablando pues, para serlo, tendría que haberse realizado en la fundación de una nueva república, sin poder gubernativo constituido, sin orden constitucional. Es simplemente una Asamblea a la que se le delegó la misión de reformar la Carta Magna en su totalidad ¿y quien le delegó esa función? El poder constituido en el Congreso Nacional.

Yo no se si el proceso constituyente aun se puede salvar. Ni siquiera se si valga la pena extender las sesiones. Lo que si se es que las irresponsabilidades, de larga data, desde antes de Evo Morales, pero también con él, nos vienen arrastrando hasta donde estamos, cada vez mas hondo dentro del desastre. Y lo catastrófico de todo es que este desastre no tiene fondo, siempre se puede estar peor y cada vez caemos más bajo.

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