¿Hasta dónde debe llegar el estómago diplomático en las cumbres internacionales? Como siempre, creo que en política (y la diplomacia es otra forma de política) es necesario tragar sapos, pero de ninguna manera rococos.
Los rococos, para los que no los conocen, son unos sapos extremadamente grandes que se podrían encontrar en el lago Titicaca, y uno de estos animalejos fue el que no estuvo dispuesto a tragarse el Rey Juan Carlos en Chile.
Finalmente tenía que aparecer alguien con los cojones bien puestos que le hiciera notar a Chávez, y a otros bocones que han aparecido por la región, que seguir las reglas y lineamientos de la diplomacia es una cosa, y ser estúpido es otra.
Los discursillos del dictador de Venezuela son mucho más que desmesurados, están llegando a extremos inaceptables dentro de los marcos de respeto que exigen las relaciones internacionales. Solamente los gobiernos como el nuestro, que se regodean con ser los alarifes de un proyecto de autoritarismo continental, aceptan que un autócrata ex golpista se inmiscuya en sus asuntos internos e insulte a sus ciudadanos.
En Bolivia los opositores hemos sido amenazados por el bufonezco personaje que, creyendo que todos somos de su condición, nos ha dicho que urdimos el derrocamiento de Morales y que nos las vamos a tener que ver con él y con las miles de kalashnikov que ha adquirido en los últimos tiempos.
Nosotros, ingenuos, esperábamos una respuesta contundente de nuestro gobierno, defendiendo a sus ciudadanos, por muy oligarcas o no que fueren, pero ciudadanos bolivianos al fin. Serán oligarquías, pero son nuestras oligarquías. Sin embargo la respuesta fue un agradecimiento al patrón gracias patrón por defendernos y ayudarnos.
De todos modos no le tememos a él ni a sus kalashnikov, los bolivianos hemos lidiado con tiranos y dictadores en demasiadas ocasiones, los conocemos y sabemos cómo deshacernos de ellos.
La monarquía española, por otro lado, la tiene bien clara, Rodríguez Zapatero se llevará muy bien contigo, pero por respeto a su investidura te callas y le dejas hablar. Aznar podrá ser lo que él quiera, pero primero, y por sobre todas las cosas, es un ciudadano español y no voy a permitir que ningún dictador bananero descalifique a uno de mis españolitos en mis narices, así que te callas.
A mi me gustaría que Chávez hable, pero no de las oligarquías bolivianas, de Estados Unidos o de José María Aznar. Me gustaría que hable de la inflación del 18% de Venezuela, de la pobreza que se ha incrementado, del desempleo que sigue cuesta arriba, de sus poderes absolutos en los remedos de instituciones democráticas que tiene en su país, de las bases de datos de venezolanos opositores que utiliza para perjudicarlos, de la cada vez más inexistente libertad de expresión, de los medicamentos gratuitos que no existen, de la buena vida que se dan él y sus acólitos mientras (y a pesar del inmenso ingreso de Venezuela por hidrocarburos) su pueblo sigue igual de pobre y menos libre.
Vivimos en pleno siglo XXI, ya no podemos quedarnos callados ante las imposturas y la demagogia, ya no podemos aceptar charlatanerías baratas. ¡Por Dios! Hemos avanzado miles de años de historia, no es la primera vez que un desequilibrado propone hacernos esclavos para ser felices, ni es la primera vez que escuchamos discursitos patrioteros para endulzarnos los oídos. Lamentablemente, tampoco sería la primera vez que volvemos a caer en la trampa de la tiranía.
Eggs, para los que no lo saben, es una palabra inglesa que significa huevos, unos elementos que últimamente escasean por estos rumbos, pero que por lo visto a la corona española no le faltan, ni en cantidad, ni en calidad, ni en tamaño, y los tiene en el lugar pertinente. Los líderes bolivianos tendrán que financiar una campaña intensiva de importación de tan preciados objetos, para decir lo que tienen que decir y hacer lo que deben hacer en el momento propicio. De otra forma estaremos tan perdidos como los hermanos venezolanos.
Respecto de la actuación del Rey Juan Carlos ¿qué puedo decir? ¡Outstanding my lord! ¡Felicidades su majestad!
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