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jueves, 22 de noviembre de 2007

La furia de Álvaro y la muerte acechando

Noto algunas señales de furia y frustración en las últimas apariciones del compañero Álvaro, pareciera que pensó que hacer lo que le plazca en democracia sería tan fácil como asaltar una remesa. ¡Grueso error! Por eso la democracia es tan apreciada y tan popular en el globo, mientras más consolidada se encuentra, menos puertas disponibles tienen los que buscan salidas desastrosas, pero incluso en una democracia pichona como la nuestra, hay muchas puertas que, aunque disponibles, son muy difíciles de abrir.

En los siguientes días mueren la Asamblea Constituyente y/o las Autonomías. La primera hace rato que está más allá que acá, y son meros artilugios los que le han brindado algunos días extras de descuento. Las segundas se ven amenazadas por el puñal de una renta política que, de aprobarse en los términos que pretende el gobierno, aniquilará la posibilidad de su existencia real.

La Asamblea Constituyente le serviría al gobierno para, entre otras cosas, consolidar la posibilidad de estructurar un Estado con mucho mayor poder del necesario, ergo una sociedad con mucha menos libertad de la requerida, y un retoño de presidencia vitalicia (vía reelección indefinida) que le serviría al señor Morales para poder continuar con su política de transgredir las leyes a diestra y siniestra, sin el temor de que en algún futuro, los bolivianos le podamos pedir cuentas a través de un juicio de responsabilidades. Sería el crimen perfecto, no porque los delitos no hayan sido descubiertos, sino porque, en una patética recreación de regímenes como el cubano, podría cometerlos y morir en el poder antes de recibir los castigos merecidos. El derecho se extingue cuando el criminal pasa a mejor vida.

Creo que esta es la primera fuente de furia y frustración del vicepresidente. Ya no se si porque ingenuamente creen que son el mejor gobierno de la historia de Bolivia, o porque les ha fascinado la dulzura del poder, pero el objetivo final de la AC es restringir en la mayor medida posible, que otros se hagan con el gobierno en futuras ocasiones. ¿Podrán conseguirlo? Eso prontito lo vamos a saber, clarito va a ser si se muere el monstruo o terminan por imponérnoslo.

La AC fue herida de muerte porque los hombres y mujeres del oficialismo nunca tuvieron un verdadero proyecto de país, uno que englobe e incluya a todos los bolivianos. Pero el problema no ha sido que carezcan de la capacidad para articular uno, finalmente podrían haberse puesto de acuerdo con la oposición y diseñarlo juntos, el problema ha sido que nunca tuvieron la intención ni la necesidad de contar con uno, el afán siempre ha pasado por utilizar el cónclave para mantener el poder el mayor tiempo posible, la lógica persistente ha sido encontrar la forma de que los salvadores de Bolivia no sean removidos del gobierno por muchos años.

Las autonomías, por otro lado, siempre han sido la antítesis de lo que se ha buscado en la AC. Es absurdo pensar que un grupículo de oligarcas que tienen como norte la centralización del poder político y económico, van a promover un sistema de descentralización. Podrá ser más eficiente en el campo de la administración de los recursos económicos del Estado en base a las necesidades y a la realidad de cada departamento. Podrá ser más legítimo desde el punto de vista político y democrático, puesto que los ciudadanos de cada departamento eligen a quien mejor refleja, con las ideas y con las acciones, su ideal de bienestar y progreso. Pero es, definitivamente, sinónimo de compartir el mango de la sartén, y eso es lógicamente inadmisible para el gobierno más centralista de nuestro último medio siglo de democracia.

La posibilidad de existencia real de autonomías departamentales pasa, inevitablemente, porque las mismas cuenten con los recursos necesarios e indispensables para poner en marcha proyectos de desarrollo en cada región, y con ellos, generación de empleo y bienestar. Hay que admitir que la propuesta del bono dignidad ha sido una estrategia digna de un buen partido de ajedrez, sin embargo es necesario puntualizar que quien dice que el recorte al IDH es indispensable para pagar una renta a los ancianos, está mintiendo. El IDH es un impuesto del 32% a los hidrocarburos, pero aun están las regalías que se cobran por un 18% y que perfectamente alcanzan para pagar el bono propuesto. ¿Y para refundar YPFB? Para eso están nuestros "aliados", las "potencias petroleras y tecnológicas" Venezuela e irán. Estos argumentos, absolutamente racionales, son la segunda causa de la furia del compañero Álvaro.

Composición gráfica: rodr160.blogspot.com

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