Abundan ya, en algunos casos las pruebas, y en otros los indicios, de la vinculación del Gobierno de Venezuela con grupos terroristas, narcoterroristas y fundamentalistas. En algunos casos, esta vinculación se ha dado en base a cooperación directa, y en otros a través de la simple omisión.
El más reciente suceso referido a este problema ha sido la declaración de dos etarras (miembros del grupo terrorista ETA) en el sentido de que habrían recibido entrenamiento en Venezuela.
De acuerdo a una nota de prensa de “Los Tiempos”, Arturo Cubillas, deportado de España a Venezuela en 1989, ocupa desde hace cinco años el cargo de jefe de Seguridad del Instituto Nacional de Tierras de este país, y habría sido él quien impartió cursillos de formación en julio y agosto de 2008 a los miembros de ETA, Javier Atristain Gorosabel y Juan Carlos Besance Zugasti, detenidos el pasado miércoles en la provincia vasca Guipúzcoa, en el norte de España.
Pero esta es tan sólo la última de las noticias que vinculan al Gobierno de Chávez con grupos terroristas. El gobierno colombiano, entonces presidido por Álvaro Uribe, denunció en años anteriores, después de descubrir importantes documentos en una computadora de las FARC a través de un operativo en territorio ecuatoriano que dio fin con uno de sus principales líderes, que el Gobierno venezolano habría vendido armas al narcoterrorismo colombiano.
También se ha difundido, en los últimos años, información referida a operaciones de las FARC en territorio venezolano, con cuya relación el chavismo ha tratado de desligarse alegando su incapacidad de tener control sobre la totalidad de su territorio selvático.
Por otro lado, no son nada nuevas las hipótesis referidas al la estadía y entrenamiento que estarían recibiendo terroristas islámicos, bajo el oportuno argumento de que se estaría estrechando vínculos “diplomáticos” con el Gobierno de Teherán.
Todas estas informaciones, indicios e hipótesis, coinciden desafortunadamente con las políticas antiimperialistas del socialismo del siglo XXI, que implican una franca hostilidad principalmente, pero no sólo, contra los Estados Unidos de América, sino también contra la civilización occidental.
Imaginamos que será cuestión de tiempo para que podamos contar con mayores certezas sobre la relación del Gobierno venezolano con el terrorismo internacional, y esperamos que cuando estas certezas estén en nuestras manos, no sea demasiado tarde para el mundo.
Escrito para el portal http://www.boliviademocratica.net/
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