Quiero hacer varias observaciones sobre el discurso absurdo de la defensa de los derechos de la “madre tierra”, promovido por el Presidente como espectáculo para deleitar al público internacional y para construir en torno a él la leyenda de un Evo Morales que nunca existió, que no existe y que no existirá:
La “madre tierra” no tiene derechos. Si los seres humanos pretendemos y luchamos por un medio ambiente sano, es porque ello es conveniente para nuestras propias vidas. Es decir que la especie humana debe cuidar el planeta porque eso es lo que le conviene, y no porque exista algo parecido a un ser metafísico llamado “madre tierra” que merezca algún tipo de derechos que estén por encima o en igual rango que los Derechos Humanos.
Si por nuestra supervivencia como raza humana fuera necesario destrozar este planeta, con seguridad que deberíamos hacerlo, y lo haríamos, sin entrar en consideraciones ulteriores sobre si estamos violando algún derecho de entidades inexistentes.
Pero por el momento, el planeta Tierra es el único hogar que tenemos los humanos, y mientras así sea estamos obligados a aprovechar sus recursos, y buscar comodidades y bienestar de la manera más responsable que se pueda.
Cuando Evo Morales dice que los derechos de la “madre tierra” están por encima de los Derechos Humanos, probablemente intente justificar alguna futura violación de éstos so pretexto de proteger aquellos.
Pero la postura presidencial es aún más falsa cuando hablamos del desastre ambiental que se pretende causar en la reserva ecológica del Isiboro Sécure, construyendo una carretera de 300 Km. de longitud que partiría en dos un territorio que alberga cientos de especies, muchas en peligro de extinción, y que es el hogar de pueblos indígenas a los que ya se les había reconocido ese territorio como propio.
El gobierno sabe muy bien del daño ecológico que va a causar la construcción de esa carretera, y también conoce perfectamente las propuestas alternativas planteadas para conectar los departamentos de Cochabamba y Beni –como la construcción de un tren que pase por encima de la selva, o la propuesta de carreteras que bordeen el parque- minimizando al máximo el daño ambiental potencial. Aún así, Evo Morales y su gobierno insisten en ignorar su propio discurso ambientalista, promoviendo un proyecto que va causar mucho daño al ecosistema del parque.
El gobierno también sabe que la construcción de dicha carretera va a causar la proliferación de colonizaciones de campesinos que deforestarán el parque y se dedicarán a sembrar coca, aprovechando la casi ausencia total de Estado por esas zonas; y también está consciente de que la nueva ruta que pretende abrir va a ser la herramienta perfecta para que grupos delincuenciales del narcotráfico y el terrorismo hagan su agosto, traficando y produciendo drogas libremente, depredando los bosques para habilitar pistas clandestinas, contaminando las aguas y las selvas con precursores para la fabricación de cocaína, asesinando y secuestrando individuos, y utilizando el territorio y las vías de comunicación abiertas para refugiarse y causar terror, inestabilidad e inseguridad.
La “madre tierra” no tiene derechos. Si los seres humanos pretendemos y luchamos por un medio ambiente sano, es porque ello es conveniente para nuestras propias vidas. Es decir que la especie humana debe cuidar el planeta porque eso es lo que le conviene, y no porque exista algo parecido a un ser metafísico llamado “madre tierra” que merezca algún tipo de derechos que estén por encima o en igual rango que los Derechos Humanos.
Si por nuestra supervivencia como raza humana fuera necesario destrozar este planeta, con seguridad que deberíamos hacerlo, y lo haríamos, sin entrar en consideraciones ulteriores sobre si estamos violando algún derecho de entidades inexistentes.
Pero por el momento, el planeta Tierra es el único hogar que tenemos los humanos, y mientras así sea estamos obligados a aprovechar sus recursos, y buscar comodidades y bienestar de la manera más responsable que se pueda.
Cuando Evo Morales dice que los derechos de la “madre tierra” están por encima de los Derechos Humanos, probablemente intente justificar alguna futura violación de éstos so pretexto de proteger aquellos.
Pero la postura presidencial es aún más falsa cuando hablamos del desastre ambiental que se pretende causar en la reserva ecológica del Isiboro Sécure, construyendo una carretera de 300 Km. de longitud que partiría en dos un territorio que alberga cientos de especies, muchas en peligro de extinción, y que es el hogar de pueblos indígenas a los que ya se les había reconocido ese territorio como propio.
El gobierno sabe muy bien del daño ecológico que va a causar la construcción de esa carretera, y también conoce perfectamente las propuestas alternativas planteadas para conectar los departamentos de Cochabamba y Beni –como la construcción de un tren que pase por encima de la selva, o la propuesta de carreteras que bordeen el parque- minimizando al máximo el daño ambiental potencial. Aún así, Evo Morales y su gobierno insisten en ignorar su propio discurso ambientalista, promoviendo un proyecto que va causar mucho daño al ecosistema del parque.
El gobierno también sabe que la construcción de dicha carretera va a causar la proliferación de colonizaciones de campesinos que deforestarán el parque y se dedicarán a sembrar coca, aprovechando la casi ausencia total de Estado por esas zonas; y también está consciente de que la nueva ruta que pretende abrir va a ser la herramienta perfecta para que grupos delincuenciales del narcotráfico y el terrorismo hagan su agosto, traficando y produciendo drogas libremente, depredando los bosques para habilitar pistas clandestinas, contaminando las aguas y las selvas con precursores para la fabricación de cocaína, asesinando y secuestrando individuos, y utilizando el territorio y las vías de comunicación abiertas para refugiarse y causar terror, inestabilidad e inseguridad.
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