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miércoles, 22 de septiembre de 2010

La ruptura del un acuerdo entre Estados Unidos y Bolivia

La recientes declaraciones del presidente Morales en Nueva York, con motivo de la celebración de una Asamblea General de la ONU, respecto de que el Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, lo estaría discriminando y no se mostraría cooperativo con Bolivia al haber retirado las preferencias arancelarias del ATPDEA, no hacen más que develar un discurso incoherente por parte del mandatario boliviano.

La Preferencias arancelarias contenidas en el ATPDEA, para que determinados productos bolivianos (textiles y joyas entre ellos) ingresaran en condiciones privilegiadas al mercado norteamericano, eran concedidas a cambio de políticas y acciones serias, por parte de Bolivia, en lo que se refiere a lucha contra el narcotráfico.

Que Estados Unidos juzgue la seriedad de las políticas bolivianas antidrogas con un particular y unilateral criterio con el que no estemos de acuerdo, es una cosa totalmente distinta. El hecho es que el ATPDEA solamente estaba en vigencia si Bolivia cumplía con su parte del acuerdo, y el momento en que Norteamérica concluyera que habíamos dejado de hacerlo, tenía todo el derecho de retirar las preferencias.

Se intenta discutir, también, el hecho de que los países grandes, como Estados Unidos, Europa u otros, pongan condiciones para otorgar facilidades o cooperación a los países en vías de desarrollo. Simplemente esto no debería estar en discusión, puesto que, igual que un individuo, grupo de individuos u organización tienen la libertad de no ofrecer gratuitamente su ayuda, y de poner condiciones para brindarla, un Estado tiene la libertad soberana de hacer lo mismo.

El abuso y la violación contra la soberanía de Bolivia se daría si es que algún país pretendiese que Bolivia acepte, por la fuerza, un acuerdo que contemplara condiciones con las que no estuviera de acuerdo. Pero cuando hablamos de ofertas, de tratos, de pactos, de acuerdo, nos referimos a una parte que propone un conjunto de cosas que, sólo de manera voluntaria, la otra parte habrá de aceptar.

Lejos de protestar porque el país proponente no articule un acuerdo a gusto y antojo del país que recibe la propuesta, lo que éste debería hacer es negociar por la posibilidad de mejores condiciones, o simplemente aplicar su libertad soberana de no aceptar acuerdo alguno. Pero exigir que un país haga lo que a nosotros nos place, sólo porque nosotros creemos que es lo correcto, no es otra cosa que no respetar esa misma libertad soberana a la que tanto acudimos para criticar.

Escrito para el portal http://www.boliviademocratica.net/

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